El eterno declive de los bajos de Azca: ¡°Son una trampa, no sabes lo que te espera a la vuelta de la esquina¡±
Los vecinos y trabajadores del antiguo distrito financiero esperan que la reforma que estudia el Ayuntamiento de Madrid solucione los problemas de seguridad y limpieza que arrastran desde hace d¨¦cadas
Sucios y peligrosos. Esta son las dos palabras que m¨¢s se repiten cuando se habla de los bajos de Azca, un complejo empresarial en declive en el coraz¨®n de la capital y que ahora el alcalde, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, se plantea reformar con financiaci¨®n privada. Los trabajadores, vecinos o peatones que se reun¨ªan este martes a pasear o hacer compras por la zona coincid¨ªan en constatar el estado de completo deterioro del antiguo centro financiero de Madrid, situado en el distrito de Tetu¨¢n y delimitado por las calles de Orense, el paseo de la Castellana, Raimundo Fern¨¢ndez Villaverde y General Per¨®n.
¡°Me parece bien que est¨¦n pensando en reformarlo. No es un lugar bonito, ni seguro, donde ir a trabajar¡±, reconoce Marta P¨¦rez, de 51 a?os, empleada desde hace una d¨¦cada en una empresa que tiene su sede en la supermanzana. El bloque concentra en sus casi 20 hect¨¢reas rascacielos de hasta 160 metros de altura, oficinas, restaurantes y bares de copas. Pero tambi¨¦n basura en la calle, campamentos de personas sin hogar y restos de vidrio de los botellones que se consuman de noche. Goteos en las paredes de los t¨²neles y locales que echan el cierre definitivo. El deterioro es visible por todas partes.
La noticia de que el Ayuntamiento de Madrid ha iniciado los tr¨¢mites para que un grupo privado reforme los bajos de Azca ¡ªuna jungla de cemento tristemente c¨¦lebre entre los madrile?os por ser poco segura y escenario desde hace d¨¦cadas de reyertas y hasta de asesinatos¡ª ha sido tomada con prudente entusiasmo por parte de quien a diario tiene que pasar por el lugar. La mayor¨ªa de los consultados son empleados de alguna de las empresas que tiene sus oficinas en los rascacielos y tiendas que componen el centro comercial.
Como Julia Santos, de 30 a?os, que trabaja en El Corte Ingl¨¦s, uno de los primeros edificios en ser levantado a finales de los a?os sesenta, cuando empez¨® la construcci¨®n del complejo que se dise?¨® en 1962 con la pretensi¨®n de imitar el Rockefeller Center de Nueva York y que pronto se convirti¨®, en superficie, en el coraz¨®n financiero de la capital: sede de bancos y grandes empresas sobre sus 19 hect¨¢reas (15 veces la plaza Mayor). ¡°Llego en metro, as¨ª que tengo la suerte de tener el centro comercial justo a la salida de la estaci¨®n. Si tuviera que cruzarlo todo, me dar¨ªa mucho m¨¢s miedo¡±, explica esta madrile?a, que aclara que, si no fuese por el trabajo, no frecuentar¨ªa esta zona de la ciudad. ¡°Sobre todo evitar¨ªa los bajos, son una trampa. No puedes saber lo que te espera a la vuelta de la esquina¡±.
Tambi¨¦n muchos de los m¨¢s de 4.000 vecinos que viven en las calles que rodean la manzana por los cuatro costados reh¨²yen los tristemente populares bajos de Azca. Jos¨¦ Luis Moreno, de 73 a?os, vive en la avenida General Per¨®n desde los a?os noventa. Cuando a¨²n viv¨ªan con ¨¦l, sus hijas ten¨ªan prohibido el paso por los bajos, al igual que ir a las discotecas de la calle de Agust¨ªn de Betancourt, a pesar de encontrarse a pocos metros de casa. ¡°La situaci¨®n nunca ha sido agradable. El proyecto estaba mal pensado desde el principio, con todo estos pasillos a oscuras, la gente acababa haciendo de todo. Y la polic¨ªa estaba aqu¨ª constantemente para interrumpir una pelea, una agresi¨®n, o algo incluso peor¡±, recuerda.
¡°Es una zona muy violenta. Junto a las molestias que ocasionan a los vecinos los locales de copas, est¨¢ la propia configuraci¨®n urban¨ªstica de los bajos, con esquinas y pasadizos oscuros que se han convertido en feudo de ciertas bandas violentas y armadas¡±, advert¨ªa en 1998 la entonces concejal del distrito de Tetu¨¢n, Beatriz Elorriaga (PP). El fin de siglo fue el punto ¨¢lgido de la etapa de m¨¢s violencia en la zona. En los a?os siguientes, se sucedieron las propuestas para reformar el complejo y, desde entonces, pr¨¢cticamente cada equipo de gobierno en el Ayuntamiento ha puesto sobre la mesa un concurso de ideas o un proyecto para renovarlo o, como ocurri¨® en 2015, directamente un dispositivo con c¨¢maras de vigilancia para reducir la inseguridad.
Jard¨ªn con r¨ªo
La ¨²ltima reforma planteada es fruto de un concurso internacional, impulsado por un grupo de inversores agrupados bajo la marca Renazca, y plantea convertir el conglomerado de asfalto en un gran jard¨ªn con un r¨ªo. Sin embargo, la pol¨¦mica ha estallado en el Consistorio porque el estudio de viabilidad del proyecto (a¨²n sujeto a alegaciones y en fase muy incipiente) plantea que Renazca financie las obras a cambio de explotar luego este espacio p¨²blico durante 40 a?os.
Paula G¨®mez, enfermera de 34 a?os, se mud¨® a la calle de Orense hace cuatro a?os. Lo hizo para estar cerca de su lugar de trabajo, pero tambi¨¦n porque le gustaba la idea de vivir entre algunos de los edificios m¨¢s representativos de Madrid, como la torre del BBVA de S¨¢enz de Oiza, as¨ª como las torres Picasso, Mahou y Europa. Sin embargo, el abandono de los bajos no la deja tranquila de noche, cuando sale o vuelve a casa a una hora tard¨ªa. ¡°Prefiero darme la vuelta y caminar m¨¢s, antes que cruzar por el centro, sobre todo si estoy sola¡±, afirma mientras pasea a su perrito Mostaza por el parque. ¡°La verdad es que desde que vivo aqu¨ª, no ha cambiado nada, sigue todo igual o peor. Ojal¨¢ cambie algo con la reforma¡±, a?ade.
El abandono no se limita a los pasillos laber¨ªnticos. En el parque, unas cuantas familias acuden a la zona de los columpios y juegos infantiles, aprovechando la sombra y el fresco que proveen los ¨¢rboles. ¡°Venimos aqu¨ª porque es uno de los parques del centro menos saturados, los ni?os pueden jugar en paz¡±, explica Dar¨ªo Mart¨ªn, de 43 a?os, mientras empuja a sus dos hijas gemelas de dos a?os y medio en los columpios. ¡°Est¨¢ muy sucio, eso s¨ª, y abandonado. Probablemente, es por eso por lo que no viene mucha gente¡±, reflexiona.
A menos de diez metros del tobog¨¢n en forma de hormiga roja que los m¨¢s peque?os escalan, una mujer sin hogar descansa en el campamento que ha montado debajo del portal de hormig¨®n. No es la ¨²nica que aprovecha los recovecos derivados de la estructura a dos niveles ¡ªuno para los peatones y otro para los coches¡ª de la supermanzana. En los pasadizos de los bajos, unas cinco personas sin hogar encuentran el refugio ideal para guarecerse del sol y de la lluvia.
¡°Es el abandono total¡±, reflexiona el vecino Jos¨¦ Luis Moreno, testigo desde hace tres d¨¦cadas de c¨®mo en Azca se suceden las propuestas de reforma, pero nunca se concretan. ¡°A veces pienso que es imposible que las cosas cambien de verdad¡±.
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