Bote vecinal en Arganzuela para contraatacar a Almeida, que se opone al cierre de cocinas industriales
Los residentes del centro de Madrid recogen dinero para enfrentar en segunda instancia al Ayuntamiento, que ha recurrido la anulaci¨®n de la licencia a dos cocinas fantasma
El trabajo de toda una vida de Esther Lomas se materializ¨® con la compra de un piso en el distrito de Arganzuela, en el centro de Madrid. Ahora su vida se centra en pleitear contra el Ayuntamiento de Madrid. ¡°Hice aqu¨ª la inversi¨®n de mi vida y lo que tengo intenci¨®n de dejar a mis hijos¡±, se?ala esta madrile?a de 56 a?os. En junio de 2021, el sue?o se convirti¨® en pesadilla con la instalaci¨®n de dos cocinas industriales en los n¨²meros 6 y 8 del Paseo Imperial, al lado de su casa. Desde entonces, las chimeneas rugen y eructan gases insalubres hasta 15 horas al d¨ªa. La entrada en funcionamiento de estas factor¨ªas reuni¨® a los vecinos en un proceso judicial, cuyo ¨²ltimo cap¨ªtulo ha sido la anulaci¨®n de la licencia de operatividad a la cocina del n¨²mero 6, por orden de un juzgado de Madrid. Los vecinos, si cabe la expresi¨®n, respiraron tranquilos, aunque por poco tiempo, ya que el Ayuntamiento que preside Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, defensor de estas cocinas industriales, recurri¨® la sentencia que ahora deber¨¢ ser juzgada por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM). Tras m¨¢s de dos a?os de pugna, los vecinos est¨¢n machacados y los fondos escasean, as¨ª que han iniciado una recolecci¨®n de dinero en internet para pagar la defensa en segunda instancia.
¡°Lo que m¨¢s me molesta es que cada vez que salgo a la terraza pienso en lo que sale por esa chimenea¡±, afirma Lomas, parada en el balc¨®n de su habitaci¨®n. Desde este punto se aprecian los tubos met¨¢licos grises que se levantan casi a ras del suelo y ascienden por las cinco plantas del bloque hasta sobresalir por el techo. ¡°Son una aut¨¦ntica cruz¡±, afirma Maite G¨®mez, de 65 a?os. La presidente de la Asociaci¨®n Vecinal Pasillo Verde afirma que ¡°no puede ser que se someta a un vecindario a un nivel de ruidos excepcional y emisi¨®n de gases, que no solamente el olor a fritanga que impregna la ropa, sino que son nocivos para la salud¡±. Los residentes han encargado un informe a un grupo arquitectos, que ha concluido que la instalaci¨®n de las cocinas ¡°generan un riesgo para el medio ambiente, la movilidad y la seguridad o accesibilidad de las personas, resultando una actividad inviable en esa ubicaci¨®n¡±.
El Consistorio alega que la sentencia del juzgado de lo contencioso administrativo ordena que la instalaci¨®n de estas cocinas debe someterse a la ley de evaluaci¨®n medioambiental, sin embargo, el Ayuntamiento resalta que el Anexo 5 de la norma, que enumera las industrias sometidas a evaluaci¨®n medioambiental, no incluye a las cocinas industriales. ¡°No podemos dejar pasar por alto este aspecto¡± ha precisado el consistorio, que define esta posible imprecisi¨®n como ¡°un error de forma¡± que motivo la apelaci¨®n.
Los vecinos ya han gastado m¨¢s de 30.000 euros en los juicios, que han recogido en cuotas de 100 euros que han pagado cerca de 300 propietarios. Lomas evidencia una paradoja que los hace sentir doblemente afectados: ¡°El Ayuntamiento paga sus abogados con nuestros impuestos¡±, as¨ª que en este proceso no solo deben costear los honorarios de los abogados que los defienden, sino tambi¨¦n de los que los atacan. ¡°Nuestros impuestos est¨¢n dirigidos a beneficiar a los intereses empresariales¡±, comenta desde la cuarta planta del n¨²mero 5 del paseo de los melanc¨®licos ¨Duna calle donde se sienten m¨¢s irritados que afligidos¨D.
A pocas horas de la finalizaci¨®n de la colecta, que cerr¨® a medianoche del 29 de diciembre, las donaciones superaban los 6.000 euros. Lomas se siente ¡°encantada¡± con la campa?a en internet: ¡°Hemos recogido lo suficiente para cubrir la mitad del procedimiento¡±. Adem¨¢s del espaldarazo econ¨®mico, el bote vecinal da un subid¨®n emocional a estos vecinos que arrastran la sensaci¨®n de no poder luchar ¡°contra un gigante que lo tiene todo¡±, en palabras de Lomas. De hecho, las cinco comunidades de propietarios que quedan en pie de lucha ya han acordado aportar el saldo restante para alcanzar los 12.000 euros que costar¨¢ finalizar los proceso judiciales. El juicio de la cocina del n¨²mero 8 contin¨²a en curso, pero en caso de que la justicia ordene el cierre del local, los vecinos esperan otra apelaci¨®n por parte del Ayuntamiento.
El concepto de cocinas industriales ¨Do cocinas fantasma o dark kitchens¨D es ambiguo y enga?oso. Por lo general, se usa para referirse a una nave industrial que alberga varias cocinas y provee a diferentes cadenas de comida. En la nave de paseo imperial 8, por ejemplo, hay 11 cocinas; en la del n¨²mero 6, hay ocho; pero en otras zonas de la capital hay infraestructuras con m¨¢s 38 cocinas en una misma sede. En Madrid, este problema ya es ampliamente conocido, la Federaci¨®n Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) contabiliza ¡°una docena de cocinas agrupadas, que suman unas 100 cocinas en total¡±, seg¨²n un portavoz de la asociaci¨®n, que subraya la falta de claridad en el conteo de estas infraestructuras. El Ayuntamiento de Madrid no ha aclarado a EL PA?S cu¨¢ntas licencias ha concedido a cocinas industriales.
Esta modalidad de negocio se dispar¨® durante la pandemia, cuando se multiplic¨® la demanda de la comida a domicilio. Las cocinas fantasma pueden estar al servicio de un solo restaurante o de varios, en este ¨²ltimo caso los empleados no est¨¢n vinculados a las marcas, es decir, que los restaurantes no tienen control total sobre la preparaci¨®n de los platos que se cocinan en estas naves. Los domicilios preparados en las cocinas fantasma casi se duplicaron en 2021, pasando de 1,4 millones a 2,6 millones. En 2024 estos comercios facturar¨¢n 1.300 millones de euros, seg¨²n previsiones de la plataforma de Uber Eats, difundidos por la empresa Deliverect que gestiona de pedidos online.
Al sentir esta patata caliente entre sus manos, el Consistorio decidi¨® regular el funcionamiento de estas cocinas en julio de este a?o. ¡°Otra gran trampa del Ayuntamiento¡±, se?ala Lomas por el desconcierto de los vecinos ante la nueva normativa que, lejos de blindar las zonas residenciales de este tipo de actividades, ¡°lo que hizo fue consolidarlas¡±. La nueva regulaci¨®n permite infraestructuras de hasta 350 metros cuadrados y un n¨²mero m¨¢ximo de ocho cocinas por nave. Adem¨¢s, cada factor¨ªa debe habilitar un espacio interior para que los riders puedan esperar los pedidos adentro, sin obstaculizar las v¨ªas. Este ¨²ltimo punto parece papel mojado para los residentes de Arganzuela que se declaran v¨ªctimas del ca¨®tico tr¨¢nsito de riders que se aglomeran en la calle, ocupan los estacionamientos de los vecinos y hasta llegan a circular en sentido contrario o a invadir la acera para ahorrarse la vuelta a la manzana.
Tras la nueva normativa, ¡°ahora es m¨¢s dif¨ªcil luchar contra estas cocinas¡±, detalla Lomas, ya que mientras cumplan con las directrices gubernamentales pueden estar incluso ¡°en el bajo de tu casa¡±. Al estar pensados para entregas exclusivamente a domicilio, estas fachadas pasan desapercibidas, sin avisos promocionales, marcas visibles o informaci¨®n sobre su actividad. Muchas veces los vecinos no se enteran de su instalaci¨®n hasta que empiezan a operar y el hedor inunda sus hogares. ¡°Cuando quieres reaccionar ya no puedes¡± afirma Lomas, quien ha optado por extender la ropa por las noches para que no quede impregnada del olor a hamburguesa. ¡°Tengo que estar en verano con la ventana cerrada por el ruido que sale de estas cocinas¡±, ilustra Lomas.
La del Paseo Imperial no es la primera batalla legal de Arganzuela contra las cocinas industriales. Algo similar ocurri¨® en las inmediaciones del Colegio Miguel de Unamuno, donde 900 ni?os estaban expuestos al olor a grasa y a los ruidos molestos que desped¨ªa una cocina industrial de 573 metros cuadrados. Los vecinos denunciaron y ganaron, pero el Ayuntamiento recurri¨® y el proceso se alarg¨® un a?o m¨¢s, hasta que finalmente el TSJM fall¨® en beneficio de los vecinos.
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