No son guiris, son los nuevos madrile?os: el 40% de los vecinos del centro de la capital ha nacido fuera de Espa?a
El coraz¨®n de Madrid se transforma. Residentes de toda la vida se marchan y dan paso a una comunidad de n¨®madas digitales o profesionales de multinacionales que usa el ingl¨¦s como ¡®lingua franca¡¯. Los inmigrantes est¨¢n a punto de superar a la poblaci¨®n aut¨®ctona en el barrio de Sol, donde el 50% procede del resto del globo
Es viernes por la noche en septiembre, hay atasco en la Gran V¨ªa de Madrid y los bares del centro son un hervidero. En el s¨®tano de un restaurante, junto a la plaza de Santo Domingo, se sube al escenario Roberts Contreras, un joven venezolano de 30 a?os que habla ingl¨¦s con soltura. En las sillas se sienta una veintena de j¨®venes de or¨ªgenes diversos: estadounidenses, mexicanos, rumanos, alemanes, espa?oles, un griego y un sudan¨¦s. La mayor¨ªa de extranjeros en esta peque?a sala ha echado ra¨ªces en Madrid. Son inmigrantes, aunque raras veces se usa esa palabra para definirlos y en su lugar se emplean t¨¦rminos como guiris o expats. Son parte de una r¨¢pida transformaci¨®n en el distrito Centro de Madrid, donde el 40% de sus 145.411 vecinos ha nacido fuera de Espa?a, seg¨²n los ¨²ltimos datos del padr¨®n, a 1 de enero de 2024. En este barrio, el de Sol ¨Dque comprende Gran V¨ªa y Puerta del Sol¨D, los inmigrantes est¨¢n a punto de superar en n¨²mero a los nacidos en Espa?a. Son ya uno de cada dos vecinos.
El joven que ha tomado el micro form¨® hace dos a?os el grupo Crack Comedy junto con el estadounidense Dan Feist, para hacer stand-up comedy (mon¨®logos de humor) en ingl¨¦s. Les ha ido bastante bien porque la comunidad a la que se dirigen no para de crecer. Son los j¨®venes profesionales de multinacionales como Microsoft o Google, los n¨®madas digitales que teletrabajan o los estudiantes de MBA y otros programas universitarios.
Contreras arranca felicit¨¢ndose por un hecho ins¨®lito: ¡°We¡¯re on time even though we¡¯re in Spain¡± (¡°Empezamos puntualmente, aunque estemos en Espa?a¡±), les dice. Es hora de re¨ªrse y uno de los temas predilectos es el choque cultural y las cosas que les pasan a diario: gente que llega a Madrid sin saber espa?ol y se enfrentan a una realidad que les descoloca: la fianza del piso de alquiler, la carta de admisi¨®n de la universidad. Son chistes como ¡°?recuerdas c¨®mo hace siete a?os cuando llegaste a Madrid no eras capaz de pedir un caf¨¦ en espa?ol y ahora tampoco?¡±.
El ingl¨¦s se escucha cada vez m¨¢s en sitios inesperados de Madrid: lo hablan ni?os en los parques, clientes en la cola de la fruter¨ªa o trabajadores en las oficinas. El centro se est¨¢ convirtiendo en una peque?a ONU, un proceso que no solo est¨¢ pasando en Madrid. ¡°Es lo esperable. Si vas a Londres o M¨²nich est¨¢ sucediendo lo mismo¡±, responde Feist minutos antes del show, mientras van llegando comediantes y asistentes. Lo extra?o, coinciden varios, es que este fen¨®meno se haya retrasado tanto en Madrid. En este sentido, cuentan, Barcelona lleva a?os de adelanto. El humorista griego Dzimis Tsapas da su opini¨®n: ¡°Madrid ya es cosmopolita. No es la misma de hace 15 a?os. Entonces era m¨¢s castellanizada. Ahora es una capital mundial¡±.
Madrid ya es cosmopolitaDzinis Tsapas, comediante griego residente en Madrid
Este cambio de cara en el vecindario es parte de un fen¨®meno m¨¢s complejo en el centro. Madrile?os que han residido toda su vida en estos barrios se est¨¢n largando, hartos de la masificaci¨®n; muchos universitarios de provincia ya no pueden permitirse un alquiler en los barrios cool donde sucede la acci¨®n nocturna; y los caseros est¨¢n destinando sus pisos al lucrativo mercado del turismo. En abril, el Ayuntamiento del conservador Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida revel¨® que una de cada tres personas que se aloja en el centro es un turista.
Y mientras, la ciudad crece a un ritmo in¨¦dito este siglo, debido al r¨¢pido desembarco desde el resto del globo. En 2023, se sumaron a la capital 120.560 nuevos vecinos y la poblaci¨®n total super¨® por primera vez los 3,4 millones de habitantes. Es el mayor crecimiento anual de los recogidos desde 1996 en la serie del Instituto Nacional de Estad¨ªstica. En toda la ciudad, los inmigrantes representan el 28,8% de la poblaci¨®n (casi un mill¨®n de personas).
El distrito Centro tiene seis barrios. Despu¨¦s de Sol, el segundo con m¨¢s inmigrantes es Lavapi¨¦s, donde son el 43,5%; en Huertas, representan el 42,5%; en Chueca o Malasa?a, el 40%; y en La Latina, el 33%. El perfil de los inmigrantes aqu¨ª es muy singular. Entre los 15 principales pa¨ªses de origen aparecen seis nacionalidades que no figuran en el top 15 de la ciudad (Estados Unidos, Bangladesh, Italia, Francia, M¨¦xico y Reino Unido). Lo com¨²n en el global de Madrid es el dominio latinoamericano (11 de las 15 principales comunidades proceden de esa regi¨®n).
Son j¨®venes, con un nivel educativo muy elevado y con ocupaciones cualificadas. Pedro Uceda, soci¨®logo de la Universidad Complutense, se?ala que el 43,1% de la poblaci¨®n del centro est¨¢ ocupada como directores, gerentes o t¨¦cnicos, 15 puntos por encima del resto de la ciudad.
En este distrito han residido inmigrantes con dinero desde hace tiempo, dicen varias asociaciones de vecinos consultadas. Ahora son m¨¢s que nunca. ¡°Esto no me sorprende nada¡±, dice Juan Carlos Mora, presidente de la asociaci¨®n Barrio de Las Letras, uno de los grupos que batalla por hacer del centro un lugar habitable. ¡°Es uno m¨¢s de los datos sorprendentes sobre este distrito, donde hay m¨¢s gente que va a las discotecas que gente viviendo¡±.
Como pasa en otras grandes ciudades, los reci¨¦n llegados quieren vivir en el cogollo, el espacio m¨¢s deseado, mejor conectado y m¨¢s din¨¢mico. Quieren la experiencia completa de la marca Madrid.
Madrid, dicen, est¨¢ de moda. Es una frase que repiten a menudo los l¨ªderes pol¨ªticos de ciudad y regi¨®n, y que tiene un reflejo en la prensa internacional. Este verano, medios como The Wall Street Journal, The Times o The Economist han rese?ado con elogios el libro Madrid: A New Biography, del australiano Luke Stegemann (en espa?ol Madrid: historia de una ciudad de ¨¦xito). Su autor cuenta que, cuando se puso a escribir, se dio cuenta de una anomal¨ªa: no encontraba libros en ingl¨¦s sobre la historia de la ciudad. Solo dio con uno, de 2012, llamado Madrid The History. No se lo pod¨ªa creer, teniendo en cuenta la cantidad de t¨ªtulos que se escriben sobre Roma, Par¨ªs o la propia Barcelona. Stegemann, que ha vivido desde los a?os ochenta a caballo entre Australia y Espa?a, dice al tel¨¦fono desde un rinc¨®n rural en Queensland que ¨¦l ha querido corregir esta situaci¨®n: ¡°Madrid es la gran desconocida, la gran olvidada¡±.
El amor y los hijos
Muchos est¨¢n de paso. Son veintea?eros o treinta?eros que, a veces, residen aqu¨ª unos meses o a?os y se marchan. Otros se enamoran de la ciudad o de alg¨²n vecino o vecina, tienen hijos y se asientan. Esta ¨²ltima es una historia com¨²n para muchos extranjeros que vinieron a la aventura, con un proyecto tan precario como dar clases particulares de ingl¨¦s o ser auxiliar en un colegio biling¨¹e. El grupo de Facebook Auxiliares de Conversaci¨®n en Madrid (The Original), creado en 2010, tiene 25.000 miembros.
Otro perfil muy distinto son los inmigrantes de menor renta, que viven en Lavapi¨¦s, el n¨²cleo de la comunidad banglades¨ª. Pero Lavapi¨¦s se gentrifica, como todo el distrito, y el alquiler expulsa a los menos pudientes. Las rentas est¨¢n en su m¨¢ximo hist¨®rico, seg¨²n Idealista. Si tomamos sus datos, el precio medio ofertado por un piso de 75 metros cuadrados en agosto de 2014 era de 1.000 euros. Ahora es de 1.770 euros.
La vivienda est¨¢ dinamitando las hist¨®ricas bases obreras del centro, subraya el soci¨®logo Uceda: ¡°B¨¢sicamente son expulsados los vecinos que no pueden recomprar su espacio en la ciudad, por culpa del mercado y de las pol¨ªticas p¨²blicas¡±.
En Lavapi¨¦s, ese barrio de mezquitas y de restaurantes de comida india, abri¨® en marzo el primer club de comedia exclusivamente dedicado al ingl¨¦s. Se trata de Madrid Comedy Lab y tiene sede en el numero 5 de la traves¨ªa de los Cabestreros. Hasta entonces, los shows se hab¨ªan celebrado siempre en bares dedicados a un p¨²blico gen¨¦rico, como a¨²n sucede con Crack Comedy.
El negocio marcha magn¨ªficamente, seg¨²n los dos responsables, el chileno Xavier Jallois, de 26 a?os, y el turco Abdul¨¢ Ozturk, de 28. Celebran funciones los siete d¨ªas de la semana y en Instagram acumulan 7.218 seguidores. Tienen una lista de 40 c¨®micos residentes en Madrid (angloparlantes nativos, pero tambi¨¦n otros que hablan el ingl¨¦s como segunda lengua) y a ellos se suman a veces artistas visitantes, algunos muy conocidos, que est¨¢n de paso en la ciudad.
Jallois vino hace seis a?os para estudiar cine. Entonces, le llam¨® la atenci¨®n que apenas se oyera ingl¨¦s en la calle. Tambi¨¦n le chocaba el poco dominio del ingl¨¦s de los espa?oles, algo que contrasta con la familiaridad con el idioma de la juventud de Latinoam¨¦rica por su mayor contacto con la cultura de Estados Unidos. Pero en tan poco tiempo, este joven chileno ha presenciado lo que parece el inicio de una revoluci¨®n en la antigua capital del Imperio. ¡°Ahora voy con mi bicicleta desde casa en la zona del Bernab¨¦u hasta Lavapi¨¦s y escucho mucho ingl¨¦s por el camino. No todos son estadounidenses. Tambi¨¦n se siente el ingl¨¦s con acento franc¨¦s o alem¨¢n, por ejemplo, o incluso el de espa?oles que se han empezado a soltar¡±.
Otra prueba del auge de esta comunidad es el ¨¦xito de un negocio cuyo nombre parece el grito de un vecino enfadado: Guiris de Mierda. Lo regenta el brit¨¢nico de 31 a?os Tom Hopcroft, que se dedica a organizar eventos (yoga en el Retiro, bebidas en una terraza en altura al atardecer, citas r¨¢pidas, un grupo de running...). Las actividades empezaron siendo gratuitas, pero debido a la alta demanda, Hopcroft instaur¨® un modelo de membres¨ªa, la suscripci¨®n Golden Guiri (el guiri de oro).
Los miembros pagan 12 euros al mes por acceder a un grupo de WhatsApp donde ya hay 110 personas. Tienen garantizada prioridad a la hora de reservar, adem¨¢s de un descuento en los eventos y en la tienda online de ropa, donde vende camisetas con lemas como Guiris de Mierda o Balconing. ¡°Nuestra filosof¨ªa es que todo el mundo ha sido un guiri en alg¨²n momento de su vida¡±, dice Hopcroft. ¡°Queremos cambiar el significado de esta palabra y re¨ªrnos de ello¡±.
Una de las guiris de oro es Danielle Rossen, de 41 a?os, profesora de ingl¨¦s neoyorquina que vive en La Latina. Solo lleva un a?o en Madrid, pero lleva viniendo a Espa?a de vacaciones desde los 15 a?os. El problema es que nota cambios r¨¢pidos en su entorno. En la esquina, una tasca de toda la vida ha cerrado. En otro local acaba de abrir un Prima Prix. ¡°Me da mucha pena. No quiero que esto se parezca a mi pa¨ªs¡±, dice Rossen, temerosa de que se extinga esa esencia castiza que a ella le fascina y que, quiz¨¢ tarde o temprano, habr¨¢ que buscar en otro rinc¨®n.
?Tiene m¨¢s informaci¨®n? Escriba al autor a fpeinado@elpais.es o fernandopeinado@protonmail.com
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter sobre Madrid, que se publica cada martes y viernes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.