Sastrer¨ªa y rebeli¨®n: la moda brit¨¢nica hace frente al Brexit dise?ando una contracultura comercial
Los dise?adores demuestran en la semana de la moda de Londres que se puede hacer coincidir vanguardia y realismo, rebeld¨ªa y tir¨®n empresarial en medio de una crisis en el negocio textil
¡°Si no hacemos algo, la moda brit¨¢nica va a desaparecer¡±, sentenciaba el dise?ador JW Anderson en una entrevista con The Guardian hace unos d¨ªas. Seg¨²n datos de la Asociaci¨®n de comercio textil brit¨¢nica, el 98% de los negocios de moda experimentaron altos costes burocr¨¢ticos en 2021, el 83% tuvieron que incrementar el precio de sus prendas y el 53% experimentaron c¨®mo varios de sus pedidos se quedaban en aduanas. La moda brit¨¢nica genera alrededor de 30.000 millones de libras, de acuerdo al informe publicado en 2020 por Oxford Academics y el British Fashion Council, m¨¢s que la m¨²sica o el cine. Ahora ve c¨®mo su papel en la industria mundial se ve amenazado.
Esta semana de desfiles, que comenz¨® el viernes y termina el martes, tuvo dos jornadas menos de lo habitual, y algunos dise?adores, la mayor¨ªa apoyados financiera y log¨ªsticamente por el British Fashion Council, el organismo gubernamental que desarrolla el impulso de la moda de autor local, como KNWLS, Masha Popova o Rejina Pyo, no han presentado colecciones en el calendario. Pero esta fue, curiosamente, una semana dedicada a la memoria de Vivienne Westwood, la dise?adora, fallecida el pasado diciembre, que canaliz¨® el descontento y la rabia social en la est¨¦tica punk, primero, y en el activismo clim¨¢tico despu¨¦s.
Es precisamente esa idea de la moda como herramienta para la rebeld¨ªa la que quiso retomar Anderson en su desfile del pasado s¨¢bado. The Roundhouse, la sala de Camden donde tradicionalmente se organizaban raves y performances sirvi¨® de escenario para una colecci¨®n inspirada en el trabajo del core¨®grafo y artista Michael Clark. ¡°En estos 15 a?os me he dado cuenta de que Clark ha inspirado todas y cada una de mis colecciones¡±, explicaba Anderson en las notas que preced¨ªan al desfile. De ah¨ª que el tambi¨¦n director art¨ªstico de Loewe hiciera un autohomenaje con algunos de sus ¨¦xitos del pasado (los abrigos de grandes solapas, los shorts masculinos con volantes, los vestidos estructurados de punto, las camisetas marineras) y los mezclara con esa osad¨ªa iconoclasta del vestuario que define al vestuario Clark en sus obras: un vestido inspirado en las bolsas de los supermercados Tesco, jers¨¦is en los que pod¨ªa leerse ¡°bruja¡± o ¡°macho alfa¡± o un enorme pene que serv¨ªa como decorado o que aparec¨ªa serigrafiado en las invitaciones.
La rebeld¨ªa y la vanguardia son ya valores cl¨¢sicos que la moda brit¨¢nica exporta al mundo desde hace medio siglo. Pero por encima de ellos est¨¢ la idiosincrasia de lo british, ese estilo que define al Reino Unido en el imaginario colectivo. A eso ha vuelto Daniel Lee en su esperada primera colecci¨®n para Burberry, la marca que representa la quintaesencia de este concepto. En los seis a?os que estuvo comandada por el italiano Riccardo Tisci, la casa intent¨® sumarse, con relativo ¨¦xito, a la macrotendencia de la moda urbana. El primer desfile de Lee ha sido, sin embargo, toda una declaraci¨®n de intenciones: una carpa en el parque de Kennington simulaba un campamento en la campi?a. All¨ª, los invitados, obsequiados con mantas y bolsas de agua caliente estampadas con los cl¨¢sicos cuadros de la casa, comprobaron que Burberry hab¨ªa vuelto a sus or¨ªgenes, aunque pasados por el filtro de Lee, el hombre que convirti¨® a la tambi¨¦n cl¨¢sica Bottega Veneta en el acontecimiento viral de los ¨²ltimos a?os. Hab¨ªa botas de agua, gabardinas de ante forradas de borrego, estampados de patos, lanas, en definitiva, todos los elementos que definen la est¨¦tica inglesa con los colores predilectos del dise?ador (el verde, el p¨²rpura y el amarillo) y su talento para convertir los accesorios en piezas de culto: zapatos de ante al estilo Clarks con las costuras vistas, botas acolchadas o bolsos de pelo cerrados con una B adornados con otro elemento muy ingl¨¦s, la cola de zorro (falsa).
La autorreferencia tambi¨¦n es el leit motiv de buena parte de las colecciones de Christopher Kane, el brit¨¢nico suele coger un elemento y descontextualizado y deconstruirlo a lo largo de sus colecciones. En esta ocasi¨®n, un abullonado de volantes decoraba las prendas favoritas del creador: de trajes de chaqueta, a jers¨¦is de mangas largu¨ªsimas o faldas de l¨¢tex. Una colecci¨®n que redundaba en su identidad ¡ªla mezcla de punto y lentejuelas, de vinilos y lanas, los escotes o los acabados sacados de contexto¡ª, pero que resultaba m¨¢s b¨¢sica o comercial de lo habitual.
Esta ha sido la t¨®nica general de los desfiles presentados en Londres estos d¨ªas, tambi¨¦n en los de la semana de la moda de Nueva York: muchos dise?adores han decidido aterrizar sus conceptos creativos, realizando colecciones m¨¢s realistas de lo com¨²n. Los delirios decimon¨®nicos de Simone Rocha, presentados en un entorno tan dram¨¢tico como el Westminster Hall, se mezclaban con una est¨¦tica mucho m¨¢s urbana en vestidos bomber, levitas de cuero o prendas fluidas de encaje. Richard Quinn, famoso por fusionar romanticismo y fetichismo con sus estampados de flores y sus combinaciones de l¨¢tex, dej¨® de cubrir la cabeza y las manos de sus modelos, tambi¨¦n de recrear vol¨²menes victorianos; los vestidos, de tejidos preciosistas y cuajados de pedrer¨ªa, se ajustaban esta vez al cuerpo en proporciones casi naturales en una colecci¨®n con un tercio de vestidos nupciales, la alternativa comercial m¨¢s realista del dise?ador.
Tambi¨¦n las peque?as marcas de culto, como Chet Lo, Harri o Nensi Dojaka intentaron rentabilizar su ADN: el primero, famoso por su tejido de punto acabado en picos, dio forma con ¨¦l a vestidos b¨¢sicos, jers¨¦is y sudaderas; el segundo, que recientemente se ha convertido en viral tras vestir a Sam Smith en los premios Brit, fusion¨® sus prendas de vinilo hinchable con chaquetas y abrigos; la tercera decidi¨®, por primera vez, combinar sus famos¨ªsimas piezas transparentes repletas de tiras con vaqueros y americanas, dando a entender que su moda trasciende pasarelas y alfombras rojas. Hasta S.S. Daley, flamante premio LVMH, dej¨® de lado sus peque?as obras de teatro habituales, con las que sol¨ªa presentar sus colecciones, para realizar un desfile tradicional inspirado en la indumentaria marinera que abri¨® el actor Ian McKellen.
En tiempos de inflaci¨®n e incertidumbre, la moda parece querer dejar sus delirios a un lado para demostrar que tiene los pies en la tierra y complacer a un consumidor atra¨ªdo m¨¢s por la inversi¨®n que por el mero capricho. Con el Brexit amenazando su supervivencia global, la moda brit¨¢nica, adem¨¢s, quiere probar que puede hacer coincidir vanguardia y realismo, rebeld¨ªa y tir¨®n comercial.
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