Aulas contra la violencia de g¨¦nero
La ley obliga a impartir contenidos de sensibilizaci¨®n ante agresiones machistas, pero sigue habiendo falta de formaci¨®n entre el profesorado

Cuando salgo con mis amigos en vez de con ¨¦l, o no paso todo el tiempo con ¨¦l, me dice que le estoy poniendo los cuernos¡±. ¡°Me pide que le env¨ªe fotos de la ropa que me quiero comprar, y no le gusta que me compre camisas de tirantes¡±. ¡°Me dec¨ªa: ¡®Te pego porque eres una puta y te lo mereces¡¯¡±. Estos testimonios reales de chicas adolescentes demuestran que la violencia de g¨¦nero no es un fen¨®meno ajeno a la juventud. Numerosos estudios constatan que un buen porcentaje de menores ¡ªm¨¢s ellos que ellas¡ª normalizan relaciones de sumisi¨®n y de control. Y eso se refleja en un mayor n¨²mero de v¨ªctimas en edad escolar de este tipo de agresiones.
Un informe de la Fundaci¨®n ANAR concluye que los casos de violencia de g¨¦nero en la adolescencia han crecido un 87,2% en los ¨²ltimos a?os. La media de las v¨ªctimas apenas alcanza los 16 a?os, y 7 de cada 10 chicas ni denuncia la agresi¨®n ni tiene intenci¨®n de hacerlo. Pese a los avances de los ¨²ltimos tiempos, las actitudes sexistas y discriminatorias se mantienen entre el alumnado. Y ah¨ª, la escuela debe desempe?ar un papel fundamental para sensibilizar, combatir y prevenir la violencia machista.
De hecho, tanto la ley de educaci¨®n (Lomloe) como la legislaci¨®n sobre violencia de g¨¦nero ya recoge como una obligaci¨®n el abordar este tema en los colegios. En los cursos de primaria se pide que en las aulas se desarrollen formas de resoluci¨®n de conflictos de forma pac¨ªfica, en las que se valore la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Y en la ESO se incorpora la educaci¨®n sobre igualdad y la violencia de g¨¦nero como contenido curricular. Pero de la teor¨ªa a la pr¨¢ctica hay un abismo, y la realidad demuestra que el margen de mejora es grande.
¡°En ocasiones, el profesorado no cuenta con los recursos necesarios para el desarrollo de las obligaciones recogidas en la ley¡±, apunta la presidenta de la Fundaci¨®n Mujeres, Marisa Soleto. Como no todos los docentes se forman para tratar estas cuestiones en clase, explica esta jurista, ¡°puede representar un problema¡±, ya que los programas educativos hablan de ¡°una transversalidad¡± que debe abordarse desde todas las materias. Al final, la cuesti¨®n queda en manos de los propios centros, que son los que deciden c¨®mo y qu¨¦ hacen. Algunos claustros se implican y est¨¢n por la labor de sensibilizar a los chicos y chicas. Otros ni se molestan por temor a recibir cr¨ªticas de algunas familias o incluso un toque de atenci¨®n por parte de la Administraci¨®n. Por eso es imprescindible, reclama Soleto, que la formaci¨®n ¡°alcance a todos los actores educativos¡± para que la escuela sea, de verdad, un lugar con garant¨ªas para prevenir la violencia machista.
Es cierto que existen muchas experiencias positivas en colegios e institutos a trav¨¦s de talleres, charlas, debates, representaciones de teatro¡ El mensaje que se traslada en esas actividades ha permitido que cada vez m¨¢s ni?as se planten frente a determinados comportamientos, actitudes y comentarios machistas de compa?eros en clase. La psic¨®loga y experta en educaci¨®n sexual Raquel Hurtado desliza un dato esperanzador: tres de cada cuatro j¨®venes consideran que la violencia de g¨¦nero no es un invento ideol¨®gico, lo que evidencia que la mayor¨ªa de chicos y chicas son conscientes de que el problema existe y es grave.
Cuesti¨®n de suerte
Profesores y alumnos disponen hoy de m¨¢s documentaci¨®n y gu¨ªas para trabajar en clase, y la sensibilizaci¨®n es mayor. ¡°Pero tambi¨¦n vemos un retroceso en algunos discursos y una reacci¨®n contra los avances en igualdad que llega a la juventud a trav¨¦s de redes sociales y ciertos espacios en internet¡±, advierte Hurtado.
Adem¨¢s, prosigue esta psic¨®loga, existe ¡°una brecha de recursos significativa¡± entre comunidades aut¨®nomas, lo que genera desigualdades a la hora de abordar en las aulas la prevenci¨®n de la violencia de g¨¦nero. Algunos territorios disponen de programas espec¨ªficos, materiales did¨¢cticos actualizados y su Administraci¨®n colabora con entidades especializadas. En otros, en cambio, la formaci¨®n apenas existe. ¡°Esta disparidad hace que la educaci¨®n en igualdad se convierta en una cuesti¨®n de suerte, en lugar de ser un derecho garantizado para todo el alumnado¡±, lamenta esta experta.
Hurtado tambi¨¦n apela a la necesidad de impartir en los colegios una educaci¨®n sexual de calidad, que ayude a los menores a entender las relaciones desde el respeto y el consentimiento. ¡°Sirve para que los chicos y chicas puedan identificar, prevenir y rechazar todas las formas de violencia de g¨¦nero¡±, comenta. A su vez, les permite desarrollar habilidades como la empat¨ªa, la toma de decisiones y el pensamiento cr¨ªtico respecto a las normas sociales y culturales que se encuentran en el origen de la violencia. Porque todas estas cuestiones, de una forma u otra, est¨¢n relacionadas.
Los propios profesores reconocen que los avances existen y que el compromiso de los docentes es real. Desde el sindicato independiente de ense?anza ANPE, Saturnino Acosta reclama una mayor inversi¨®n en cuanto a la presencia de orientadores y educadores sociales, que se preste m¨¢s atenci¨®n psicol¨®gica y se refuerce la escuela de padres y madres, y que se ampl¨ªen las campa?as de sensibilizaci¨®n dirigidas a familias y alumnado. Tambi¨¦n considera relevante que los centros educativos cuenten con una enfermera escolar. ¡°Esta profesional puede desempe?ar un papel clave a la hora de prevenir y detectar un caso de violencia de g¨¦nero, as¨ª como impartir talleres sobre relaciones saludables y educaci¨®n afectivo-sexual¡±, concluye Acosta.
Habilidades interpersonales
A partir del curso 2025-2026, los planes de estudio de Magisterio incluirán nuevos módulos para que los maestros de primaria e infantil se formen en habilidades interpersonales y adquieran conocimientos para prevenir la violencia de género. También deberán estudiar “los elementos sociales constructores de los géneros”, así como adoptar un enfoque de igualdad de género a través de la coeducación y el respeto a la diversidad afectivo-sexual, “personal, familiar, social y cultural” del alumnado.
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