Una red el¨¦ctrica propia para todo un barrio
Las comunidades de energ¨ªa se afianzan como una herramienta eficaz para reducir las emisiones contaminantes y la factura de la luz
La energ¨ªa puede convertirse en una herramienta de empoderamiento de la poblaci¨®n, hacer m¨¢s s¨®lidas las relaciones en una comunidad y, adem¨¢s, ahorrar en la factura reduciendo emisiones contaminantes. Es el planteamiento de las comunidades de energ¨ªa, un instrumento que va m¨¢s all¨¢ del autoconsumo de renovables. Se trata de aprovechar todas las opciones y servicios que puede ofrecer el hecho de compartir una misma fuente de energ¨ªa y ser due?o de su distribuci¨®n, reduciendo costes en un momento en el que la factura de la luz es un problema para muchos hogares.
¡°Los pa¨ªses con ese esp¨ªritu de cooperativismo y con gobiernos locales confiables y comprometidos crean comunidades s¨®lidas¡±, resume Lars Holstenkamp, doctor del Instituto de Gobernanza Sostenible de la Universidad alemana de Leuphana. Para este experto, ¡°el ¨¦xito depende de la cultura del pa¨ªs y de la confianza en sus instituciones¡±. En Alemania, uno de los pa¨ªses con mayor penetraci¨®n de este tipo de ecosistemas, empezaron a nacer antes del nazismo; en otros pa¨ªses tambi¨¦n se identifica su formaci¨®n a mediados del siglo XX, en forma de cooperativa (figura que s¨ª est¨¢ muy popularizada en Espa?a) y de distritos de calor.
Es importante subrayar que su naturaleza es siempre social; la lucha contra la pobreza energ¨¦tica est¨¢ en su adn y todos los beneficios revierten en el territorio, nadie gana dinero con ello, pero s¨ª ahorran y se aseguran de que la energ¨ªa producida no sea contaminante. Europa presume de un marco legal s¨®lido para sostener esta forma de autoconsumo que favorece la descarbonizaci¨®n. El sistema no se limita a compartir la electricidad, sino que puede ampliarse a todos los servicios que deriven de ella; por ejemplo, la movilidad compartida o la calefacci¨®n.
¡°Este tipo de asociacionismo permite a la gente tomar partido de su suministro y factura, y romper con los modelos tradicionales. No aspiramos a que toda la energ¨ªa se produzca en comunidades, pero s¨ª que cada vez tengan m¨¢s peso¡±, detalla M¨®nica Pedreira Lanchas, directora de Medio Ambiente de la Diputaci¨®n Foral de Gipuzkoa, donde las comunidades de energ¨ªa est¨¢n muy implantadas. ¡°Queremos abrir un espacio, dar opci¨®n y empoderar a la ciudadan¨ªa como responsable de su energ¨ªa¡±.
Tejados de iglesias, de colegios, techumbres de oficinas, ayuntamientos o factor¨ªas; cualquier superficie cedida para la instalaci¨®n de paneles solares puede ser un espacio para generar la electricidad de una comunidad de energ¨ªa. Tambi¨¦n las hay que generan energ¨ªa a trav¨¦s de geotermia. La particularidad, o lo que las hace especialmente interesantes, es que consiguen poner de acuerdo al vecindario, a los comercios, a la peque?a y mediana empresa y a las administraciones que suelen tutelar estos procesos, aportando financiaci¨®n y soporte.
Las ayudas de fondos verdes est¨¢n sirviendo a su proliferaci¨®n. Primero, porque se da apoyo financiero a las oficinas dedicadas a informar sobre estos proyectos y que hacen seguimiento de la comunidad; segundo, porque son una palanca para reducir emisiones. ?Y cu¨¢ntas hay ya en marcha? Aunque no hay un registro oficial, estima Joan Groizard, director del Instituto para la Diversificaci¨®n y Ahorro de la Energ¨ªa (IDAE), que las comunidades en Espa?a superan hoy el centenar.
Cambio de mentalidad
Si no avanzan m¨¢s deprisa en su implementaci¨®n, explican las partes consultadas, es porque no siempre es f¨¢cil encontrar una f¨®rmula adecuada para lanzarlas, y porque poner de acuerdo a muchas partes al mismo tiempo cuesta. ¡°La alianza de distintos actores es necesaria y deben adoptar nuevos roles pasando de agentes pasivos a agentes activos; requiere un cambio en la cultura del consumo y la producci¨®n¡±, traslada Sergi Rufat, que desde la consultora Tandem Social colabora con otras cuatro entidades de econom¨ªa social en e-Plural, y ayudan hasta en 27 proyectos de este tipo en Catalu?a.
Tambi¨¦n comparte reto Rosario Alcantarilla, de la comunidad de energ¨ªa Alumbra, en Arroyomolinos de Le¨®n (Huelva). ¡°Es dif¨ªcil alinear todos los elementos a la vez para que realmente sea una comunidad energ¨¦tica y no un simple autoconsumo compartido¡±, explica la onubense. ¡°Es dif¨ªcil ser capaces de ir avanzando, en paralelo, en la parte jur¨ªdica y administrativa, la t¨¦cnica y en la construcci¨®n social de la comunidad, consiguiendo un equilibrio entre todas¡±. El proyecto de este pueblo de Huelva, ya constituido, pero a¨²n sin repartos efectivos de energ¨ªa, cuenta con la licencia de obra que colocar¨¢ la primera instalaci¨®n en la cubierta del colegio del pueblo.
Tambi¨¦n ser¨ªa deseable, para ganar en agilidad, hacerlo en la concreci¨®n de la normativa espa?ola. Como apunta Joan Herrera, director de Acci¨®n Ambiental y Energ¨ªa en el Ayuntamiento de El Prat de Llobregat, ¡°la directiva europea es mucho m¨¢s detallada en cuanto al rol de las comunidades y lo que pueden hacer: agregar, distribuir¡, pero en Espa?a el hecho de la distribuci¨®n es complejo por los monopolios¡±. El que fuera director del IDAE insiste en que ¡°se hace necesario un modelo m¨¢s distribuido y hacer una mayor y mejor gesti¨®n de la demanda¡±. Tambi¨¦n pide ampliar la distancia para la distribuci¨®n de uno a dos kil¨®metros (como Francia y Portugal). ¡°Deber¨ªamos estar pensando en econom¨ªa de escala; cuanto m¨¢s fuertes, mejores interlocutores. Hacen falta muchas partes para tener un ecosistema fuerte que ayude a competir con las grandes comercializadoras¡±.
M¨¢s cultura de asociaci¨®n
Esa fortaleza también se alcanza con un tejido social fuerte y activo, todavía una asignatura pendiente en muchos puntos del país. No extraña que en las regiones donde mejor funcionan estas comunidades es donde más cultura cooperativa hay, como son Navarra, Cataluña, Comunidad Valenciana y País Vasco. Este último territorio ha visto nacer algunos de los mejores ejemplos: en solo dos años se ha pasado de tener 55 beneficiarios de comunidades de energía a 4.189, contando familias y comercios. Lasarte-Oria es la comunidad energética con mayor implantación en el País Vasco, con 4.700 metros cuadrados de cubiertas con placas fotovoltaicas que abastecen a mil hogares y comercios.
El camino por recorrer hasta conseguir que esta figura sea popular no parece fácil, pero existe la confianza en que las comunidades de energía formen parte de la foto del sistema energético español lo antes posible. Desde IDAE celebran los avances, aunque no disimulan su ambición por mejorar las cifras. “Estamos en un momento bueno para conseguir que esto funcione, pero las administraciones tenemos que ganar en agilidad”, afirma Groizard.
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