Una potencia playera para todos los estilos
A los m¨¢s de 2.200 kil¨®metros de arenales espa?oles debemos el 13% de la riqueza nacional. Hay que disfrutarlos y cuidarlos
El principal objeto del deseo tur¨ªstico en Espa?a son sus costas y, m¨¢s concretamente, sus playas, la forma m¨¢s ¨ªntima de disfrutar de la naturaleza. A los 2.237 kil¨®metros de arenales debemos el 13% de nuestro PIB, motivo a?adido para mimar estos espacios de felicidad. De las 3.457 playas espa?olas elegimos una decena, cada una descollante en su especialidad.
Lo paradisiaco
Trebal¨²ger. Migjorn Gran, Menorca
Su remoto aislamiento en el migjorn (sur) la convierte en uno de las m¨¢s pr¨ªstinas y deslumbrantes calas espa?olas. Junto a la desembocadura de un torrente que obliga a descalzarse, la tan salvaje como anchurosa Trebal¨²ger es una invitaci¨®n al ba?o sin tapujos; a merendar bajo los pinos en un marco buc¨®lico donde lo portentoso no es tanto el arenal en s¨ª, sino el escenario bien forestado de acebuches, pinos y encinas que lo respalda. Una cueva sirve de cobijo por si se escapa alg¨²n chaparr¨®n. Bajar a pie a la cala Mitjana y desde all¨ª tomar el sendero litoral. En total, unos 45 minutos desde el aparcamiento.
Desnudos en familia
Cantarrij¨¢n. Almu?¨¦car, Granada
Esta playa de arena gruesa y piedrecitas ocupa el final de un barranco del paraje natural acantilados de Maro-Cerro Gordo, un ecosistema que disfruta, en un ambiente familiar, la Asociaci¨®n de Amigos de la Playa Nudista de Cantarrij¨¢n, con jornadas de convivencia y traves¨ªas en barco, contando con el apoyo del Ayuntamiento de Almu?¨¦car, algo no habitual en este tipo de playas libres. El paisaje ha propiciado una zona mixta y otra de ba?o a puro cuerpo, separados por una pared acantilada. El restaurante La Barraca cierra solo en enero.
Del chiringuito al beach club
La Barrosa. Chiclana, C¨¢diz
Las concesiones municipales a 15 a?os son las responsables de que los chiringuitos de Chiclana de la Frontera hayan dejado paso a suntuosos beach clubes f¨¢cilmente amortizables a largo plazo. Es por ello interesante la competencia en presencia y glamur de los 15 locales, vinculados la mayor¨ªa con hoteles. El ¨²ltimo en llegar ¡ªun elogio a la piscina y a la cultura DJ¡ª es el Mimi Pool Club. El Coco Novo Beach abre todo el a?o, mientras que la apertura del Buda Sunset Club fue la sensaci¨®n de la temporada pasada.
El ba?o adaptado
Las Vistas. Arona, Tenerife
Desde que los suecos llegaron hace siete d¨¦cadas en busca de una playa para sus enfermos de esclerosis, la playa de Las Vistas no ha dejado de concitar el inter¨¦s por el turismo de salud. Cerca se encuentra la cl¨ªnica de rehabilitaci¨®n sueca Vintersol y, a un kil¨®metro, el Hotel Mar y Sol, totalmente adaptado. El paseo mar¨ªtimo carece de barreras arquitect¨®nicas, por lo que abundan las sillas de ruedas. La zona de accesibilidad abre todo el a?o en Las Vistas y dispone de una de las plataformas de ba?o de madera m¨¢s grandes del mundo.
Un paseo largo y estimulante
Carnota. A Coru?a
Con siete kil¨®metros de longitud, Carnota es sin¨®nimo de espacios abiertos y dunas en las que anida el chorlitejo patinegro. Un play¨®n ajeno a los paseos mar¨ªtimos, felizmente asilvestrado y a desmano de importantes redes de comunicaci¨®n. ?Qu¨¦ mejor escenario para cargar las pilas! Podemos elegir el acceso que bordea el h¨®rreo de 34 metros, o el del precioso estuario Boca do R¨ªo, por no hablar del tr¨ªo de marisquer¨ªas de Caldebarcos. Novedosos son los Refuxos do Porto de Quilmas, donde se recrean refugios de pescadores equipados con jacuzzi que disfrutan de vistas al mar.
Tirada a cordel
Sotavento de Jand¨ªa. P¨¢jara, Fuerteventura
La pen¨ªnsula majorera de Jand¨ªa muestra dos playones kilom¨¦tricos. Uno, el salvaje y peligroso Cofete; el otro, Sotavento de Jand¨ªa, uno de los enclaves m¨¢s deslumbrantes de la Uni¨®n Europea integrado por arena fin¨ªsima, llamada jable (hubo que prohibir que se la llevaran de recuerdo) bajo un sol africano que arranca de los fondos marinos tonos turquesas. En bajamar se pueden caminar 25 kil¨®metros, vestidos o desnudos, desde el Hotel Los Gorriones, donde se celebra el Campeonato Mundial de Windsurf y Wingfoil, hasta Morro Jable. A los pies del faro, junto al saladar, abre un agradable chiringuito.
Excelencia urbana
Las Canteras. Las Palmas de Gran Canaria
En este pulm¨®n verde de Las Palmas de Gran Canaria, preferido por n¨®madas digitales, caben todas las posibilidades de la experiencia playera urbana gracias a la escollera, situada a 200 metros de la orilla, que transmuta el peligroso Atl¨¢ntico en una piscina. Su paseo mar¨ªtimo, su varadero, su sector surfero de La C¨ªcer son bazas que palidecen ante los relojes-term¨®metros que anuncian, en enero, 18 grados de temperatura media. El Ayuntamiento acaba de lanzar la interesante app LPA Beach.
El mar y sus transparencias
Migjorn. Formentera
Incluso bajo la lluvia, contemplar las aguas que ba?an Formentera proporciona un momento y un espacio para la reflexi¨®n y el asombro. Al h¨¢bitat oxigenante de las praderas de posidonia debe el Mediterr¨¢neo este milagro: un mar cristalino soportado por un sinf¨ªn de tonos azules merced a los cuales las barcas parecen levitar. En la kilom¨¦trica playa del sur, el Migjorn, podemos elegir el sector de Els Arenals, por la mayor acumulaci¨®n aren¨¢cea, para luego acercarnos a fotografiar el Cal¨® des Mort.
La gran dama verde
Torimbia. Llanes, Asturias
La Espa?a verde enlaza playas de paisajes en las que se combinan los tonos que aporta la vegetaci¨®n y el mar. En este terreno, la concha de Torimbia, declarada monumento natural, no admite parang¨®n, salvada gracias a tratarse de un predio comunal donde los vecinos se ganaban c¨®modamente la vida recolectando ocle, un tipo de alga. Con media marea se disfruta del romper suave de las olas, rodeados de torimbieros nudistas que disfrutan de una fuente y del chiringuito, de un nivel gastron¨®mico superior al que podr¨ªa esperarse a su oculto emplazamiento.
Surf diariamente
Somo. Ribamont¨¢n al Mar, Cantabria
Si Tarifa es la reina en el sur, Somo lo hace en la costa norte. El oleaje del noroeste, que no puede acceder a la bah¨ªa de Santander, rompe en los barrios de Somo y Loredo con un amplio cat¨¢logo de olas que exige del surfista una alta adaptaci¨®n al medio. Del oleaje sacan partido 20 escuelas ¡ªentre ellas, la m¨ªtica Escuela C¨¢ntabra de Surf¡ª, nueve surf camps, una exposici¨®n sobre los or¨ªgenes del surf en Cantabria y hasta el Paseo de las Estrellas del Surf. Un cocinero que sigue cultivando su afici¨®n por la tabla es Alfonso Ruig¨®mez, due?o del restaurante Bonobo.
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