Stanley Ho, el magnate de los casinos que convirti¨® Macao en Las Vegas
El monopolio de las casas de juegos de la excolonia portuguesa hizo del billonario, fallecido este martes a los 98 a?os, una de las personas m¨¢s ricas y poderosas de Asia
Stanley Ho no apostaba y aconsejaba a todos sus familiares y amigos que tampoco ellos lo hicieran. Un consejo razonable de no proceder de quien durante casi medio siglo mantuvo el monopolio de los casinos de Macao. Durante ese tiempo, la excolonia portuguesa se convirti¨® en la capital mundial del juego, con unos ingresos que en 2016 sextuplicaron a los de Las Vegas, y ¨¦l en uno de los hombres m¨¢s ricos y poderosos de Asia. El magnate falleci¨® el martes 26 en Hong Kong a los 98 a?os de edad, seg¨²n confirm¨® su familia, a consecuencia de su salud decadente.
A lo largo de su vida, Ho tuvo que bregar con todo tipo de fuerzas para levantar su billonario emporio. La brutalidad de las huestes invasoras japonesas durante la Segunda Guerra Mundial; el autoritarismo del Partido Comunista Chino; la perversi¨®n de las mafias locales conocidas como tr¨ªadas o el desembarco de competidores estadounidenses ansiosos por hacerse con parte de sus fichas. Frente a ellos, el difunto millonario siempre encontr¨® la forma de abrirse camino incluso en las aguas m¨¢s turbulentas hasta imponerse, lo que le granje¨® los apodos de El Padrino o El Rey del Juego.
A Ho le sobreviven 16 de los 17 v¨¢stagos que tuvo con cuatro mujeres distintas, a las que siempre se refiri¨® como sus ¡°esposas¡±. Algo que la legislaci¨®n permit¨ªa: la poligamia fue legal en Hong Kong, donde resid¨ªa de manera habitual, hasta 1971. A partir de su jubilaci¨®n, la mayor parte de sus activos empresariales fueron divididos entre su hija Pansy Ho, propietaria de MGM Macao; su cuarta mujer, Angela Leong, directora general de SJM Holdings y diputada en el Parlamento local; y su hijo Lawrence Ho, quien controla la franquicia de casinos City of Dreams. Sus ¨²ltimos a?os estuvieron marcados por los esc¨¢ndalos y desencuentros de sus familiares, quienes luchaban entre s¨ª en tribunales y medios de comunicaci¨®n por su herencia.
Pero su mayor legado es la ciudad de Macao, a cuya historia siempre estar¨¢ ligado su nombre. No en vano se convirti¨® en el primer ciudadano en tener una calle en su honor en el directorio municipal en vida. Tampoco era para menos: sus empresas ¡ªentre ellas el ic¨®nico casino Lisboa¡ª llegaron a emplear a un cuarto de la poblaci¨®n activa del territorio y los impuestos a su actividad representaban el 70% de los ingresos fiscales de la hacienda local.
De la abundancia a la escasez, y al rev¨¦s
El difunto empresario naci¨® en 1921 en el seno de los Ho, una de las cuatro familias que controlaban la mayor parte de la riqueza de Hong Kong durante la ¨¦poca colonial. El clan descend¨ªa del mercader jud¨ªo de nacionalidad holandesa Charles Henry Maurice Bosman, asentado en la isla en el siglo XIX, por medio de su concubina asi¨¢tica, Sze Tai. Esta mezcla ¨¦tnica hizo de ellos perpetuos extranjeros, condenados a ser chinos para los extranjeros y gweilos ¡ªt¨¦rmino coloquial canton¨¦s¡ª entre sus compatriotas, tal y como el propio Ho relat¨® en una entrevista concedida al diario South China Morning Post en 1972.
El noveno de trece hermanos, la casa familiar de verano en el exclusivo barrio de Stanley sirvi¨® de inspiraci¨®n para su bautizo. Pero la opulencia no dur¨® demasiado. El clan hab¨ªa prosperado al establecerse como compradores locales para la firma brit¨¢nica Jardine Fleming, pero tras el fallecimiento de su abuelo ¡ªy tambi¨¦n parlamentario en el Consejo Legislativo¡ªHo Fook, el negocio quebr¨® y entraron en bancarrota. La escasez era tal que, siendo un adolescente, Ho lleg¨® a padecer la enfermedad de beriberi a causa de su malnutrici¨®n.
Ho fue un estudiante mediocre, pero pese a estar en el nivel m¨¢s bajo de su instituto logr¨® una beca para acceder a la Universidad de Hong Kong. Sus estudios fueron interrumpidos por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, y escap¨® de la invasi¨®n japonesa instal¨¢ndose en la vecina Macao, de aquella colonia portuguesa ¨Clas fuerzas niponas respetaron la neutralidad del pa¨ªs ib¨¦rico¨C, adonde lleg¨® con diez d¨®lares hongkoneses (1,17 euros al cambio) en el bolsillo tras haber trabajado durante una semana en el Servicio Antia¨¦reo de su ciudad.
En Macao fue contratado por una firma japonesa de exportaci¨®n y m¨¢s tarde amasar¨ªa sus primeros millones por medio del contrabando de productos de lujo a trav¨¦s de la frontera china durante el conflicto militar. En la d¨¦cada de los sesenta cerrar¨ªa la operaci¨®n que le har¨ªa famoso, cuando junto a varios socios se asegur¨® el monopolio del juego en la ciudad, con la promesa de contribuir a promover el turismo y desarrollar las infraestructuras. La empresa depositaria de esta concesi¨®n se llam¨® Sociedade de Turismo e Divers?es de Macau.
El negocio estaba destinado a ser un ¨¦xito, pero el potencial estall¨® a partir de los ochenta, cuando Macao se convirti¨® en un destino habitual para la nueva clase capitalista que emerg¨ªa en China, dispuesta a jugar con su reci¨¦n adquirida riqueza. Ho perdi¨® el monopolio de la industria en 2002, cuando el Partido decidi¨® extender la alfombra roja al capital extranjero. Para entonces, no obstante, Stanley Ho se hab¨ªa convertido en uno de los hombres m¨¢s ricos de Asia, cuyos tent¨¢culos empresariales se extend¨ªa en todas direcciones: esa apuesta ya la hab¨ªa ganado.
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