Miguel Rell¨¢n: ¡°Llegu¨¦ a preguntar a una enfermera ¡®?esto es morirse?¡±
El actor, pareja de Rosa Mar¨ªa Mateo, relata c¨®mo se sinti¨® enfermo de covid-19 y c¨®mo afronta la vida despu¨¦s de salir del hospital
Sin mover un m¨²sculo, en el escenario, Miguel Rell¨¢n, actor, 76 a?os, de Tetu¨¢n, es capaz de desatar perplejidad, horror o risa. Pero vino el coronavirus, que lo atac¨® durante veinte d¨ªas de mayo, y ¡°ese bicho encrespado¡± le llev¨® a preguntarle a una enfermera: ¡°Mar¨ªa, ?esto es morirse?¡±
Ha hecho pel¨ªculas como El crack o Amanece que no es poco; aparece, est¨®lido, sin verg¨¹enza, en la serie Verg¨¹enza; estaba ensayando una obra con textos sobre las guerras que han vivido las periodistas Maruja Torres y M¨®nica Garc¨ªa Prieto; aspiraba a ser Farinelli en una pieza de Guti¨¦rrez Arag¨®n, y esperaba en casa, ¡°con una salud fant¨¢stica¡±, a que esos acontecimientos fueran su rutina, ¡°cuando llegaron unos se?ores de verde y ya solo supe, como dice la gente cuando sufre accidentes de tr¨¢fico, que estaba grave y en un hospital¡±.
Ese ¡°viento encrespado me hab¨ªa dado fuerte¡±. Fueron veinte d¨ªas de tremendo dolor. Tuvo fuerza para hacer esa pregunta: ¡°Mar¨ªa, ?esto es morirse?... Hay otro dolor que permite serenidad, es el dolor de los otros, o el tuyo cuando hay tiempo por delante. Ante aquel horror no sientes dolor, te sientes morir. Y como all¨ª estaba Mar¨ªa le hice esa pregunta: ?Esto es morirse?¡±.
Rell¨¢n es el compa?ero de Rosa Mar¨ªa Mateo, legendario personaje de la televisi¨®n, ahora administradora ¨²nica de RTVE: ¡°Ella lo vivi¨® asustada, como se puede imaginar¡ Lo peor de la enfermedad grave es el sufrimiento de los otros, la gente que hay a tu alrededor es la que sufre m¨¢s¡±. El enfermo recibe las noticias a cuenta gotas, en un hospital hasta los topes. ?l ten¨ªa delante un monitor de televisi¨®n, ¡°que quit¨¦ en cuanto vi aquella noticia terrible, la del Palacio de Hielo convertida en morgue para albergar cad¨¢veres¡±.
Al principio estaba desganado, ¡°ten¨ªa tantos proyectos y sin embargo nada me importaba nada, hasta que un d¨ªa le dije a Rosa que me mandara libros, que la vida sin libros es una mierda¡ Me mand¨® cosas que estaba leyendo, algo de Hannah Arendt, un ensayo de Miguel Martorell sobre el expolio de los nazis. ?Yo soy desordenado tambi¨¦n leyendo¡±.
Siempre leyendo Rell¨¢n. ?De qu¨¦ sirve haber le¨ªdo tanto, saber tanto, ser un actor, cuando viene un embate as¨ª? ¡°No sirve de mucho. El dolor hay que vivirlo con todas las consecuencias. Te lleva al valle de l¨¢grimas que es el vivir; mientras no ocurre se produce la brisa del mar en calma, pero de pronto viene el viento de frente, y entonces ah¨ª te quiero ver¡ Por eso hay que estar atento a lo que ocurre, precisamente para saber m¨¢s, aunque en el momento de la verdad eso se borre¡±.
Tratando de saber m¨¢s sigue; estos d¨ªas posteriores a la tormenta le ha hecho caso a veteranos, como Julia Guti¨¦rrez Caba, ¡°que me aconsej¨® ver la pel¨ªcula de los dos papas, esos dos viejos¡ Estoy harto de o¨ªr hablar de la sabidur¨ªa de los viejos¡ Hay viejos que saben y viejos que no saben o son est¨²pidos, gente que no ha pasado por la vida. Ha habido gente, como mi madre, muerta a los 99 hace un a?o, por la que la vida pas¨® dej¨¢ndole alegr¨ªa y lucidez¡ Nac¨ª en Marruecos, ella me cantaba en franc¨¦s. Y ahora, cuando todo se canta en anglosaj¨®n, escuch¨¦ en la radio una copla en franc¨¦s que ella me cantaba. Llor¨¦, c¨®mo no voy a llorar¡±.
Esta evidencia del dolor y de la muerte le ha dejado algunas reflexiones. Por ejemplo, ¡°?qu¨¦ hacen estos muchachos deprimi¨¦ndose porque han perdido la conexi¨®n? ?qu¨¦ hace una sociedad que es capaz de abandonar a 59 personas muertas que no hallan el consuelo de que las recuerden y han de ser enterradas en medio de la desolaci¨®n de la pandemia?, ?qu¨¦ viene esta devaluaci¨®n del color de las honras f¨²nebres, como si todo se tuviera que hacer en tecnicolor y a toda prisa?¡±
?Y al volver a casa, c¨®mo lo recibi¨® su mujer? ¡°?De lejos! Segu¨ª confinado veinticuatro horas, en una especie de leonera que tenemos. Rosa, que trabajaba entonces desde casa, me dejaba el desayuno en la puerta. ?Como las monjas clarisas, recib¨ªa la comida por el torno! As¨ª estar¨ªa a?os, en una leonera, y que Rosa que me trajera el desayuno, libros y pel¨ªculas¡¡±
Atento a todo, con esos ojos asombrados que la pantalla traslada, Rell¨¢n recuerda al respecto de la soledad la historia que ha visto en la televisi¨®n, ¡°la de una pordiosera hallada en la boca del metro de Callao que result¨® haber sido una actriz que adem¨¢s montaba muy bien a caballo y que al final fue reconocida por otro pordiosero que result¨® haber sido, en su juventud, su maestro de equitaci¨®n¡¡±
Con la curiosidad a flor de piel, Rell¨¢n se reincorpora a la vida con la conciencia de que el humor sigue siendo, como para Jos¨¦ Luis Cuerda o para Rafael Azcona, dos de sus maestros, ¡°una manera sabia de afrontar todas las cosas, tambi¨¦n el dolor¡ Dice m¨¢s Billy Wilder en El apartamento sobre la soledad que un drama de Ingmar Bergman¡ Los seres humanos somos de dolor y de humor; del resto, en la vida ya todo est¨¢ contado. Despu¨¦s de este drama el que era buena gente lo seguir¨¢ siendo y el hijoputa seguir¨¢ siendo hijoputa, eso tenlo presente¡±. Fuera de peligro, y de la leonera, ¨¦l sigue leyendo y esperando a que escampe.
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