?Puede un robot expresar envidia? Dentro de la industria de espeluznantes humanoides ¡®sensibles¡¯
En un remoto pueblo ingl¨¦s, la empresa Engineered Arts Limited se dedica a crear androides capaces de recrear la expresi¨®n de emociones humanas. Su ¨²ltima proeza: una criatura que sonr¨ªe y hace moh¨ªnes
El cine ha contado esta historia en m¨²ltiples ocasiones. La m¨¢s c¨¦lebre, la cr¨®nica del viaje inici¨¢tico de HAL 9000, el aut¨¦ntico protagonista de 2001: Una odisea del espacio (1968), una inteligencia artificial en la que conviv¨ªan con naturalidad el sentido del humor, el talento para el ajedrez y las pulsiones homicidas. Entre las m¨¢s recientes, Ex Machina (2014) con Alicia Vikander en el papel de Ava, robot humanoide tan expeditiva como seductora.
Ambas pel¨ªculas se plantean hasta qu¨¦ punto las m¨¢quinas dotadas de inteligencia pueden acabar desarrollando emociones e instintos. Y ambas coinciden en que si algo van a acabar reproduciendo es nuestro instinto de supervivencia. Nos exterminar¨¢n si creen que vamos a destruirlos. Como los replicantes de Blade Runner (1982). En especial, como el m¨¢s humano de los androides que nos ha deparado la ficci¨®n, ese Roy Batty interpretado por Rutger Hauer que se desped¨ªa de la existencia con un mon¨®logo (s¨ª, el de las l¨¢grimas en la lluvia) que ven¨ªa a ser una oda vitalista digna de Friedrich Nietzsche. Un homicida de metal capaz de profundos raptos po¨¦ticos.

En Falmouth, un tranquilo puerto mar¨ªtimo del extremo suroeste de Gran Breta?a, se est¨¢n fabricando androides hiperrealistas capaces de expresar emociones como la curiosidad, el miedo, la inquietud, la alegr¨ªa o la angustia. Son obra de Engineered Arts Limited, una compa?¨ªa de artesanos de la rob¨®tica que se precia de ser ¡°l¨ªder mundial en la creaci¨®n de humanoides de entretenimiento¡±.
Lo del entretenimiento tiene que ver con su capacidad para interactuar, entablando conversaciones coherentes en las que reaccionan a nuestros comentarios y mantienen en todo momento el contacto visual. Lo de humanoides se refiere a lo mucho que se parecen a nosotros, a lo cerca que estamos de replicar el aspecto de una criatura humana con un nivel de precisi¨®n digno de Roy Batty, Ava o Robocop.

El primero de una nueva estirpe
Pero no todos los integrantes de la familia de robots de Engineered Arts son modelos hiperrealistas. Quinn, por ejemplo, es un asistente personal con aspecto de sofisticado juguete cuya especialidad es conversar en entornos bulliciosos. Quinn escucha como nadie y se conduce con profesionalidad, inteligencia y simpat¨ªa, de ah¨ª que venga a ser el perfecto recepcionista, pero ni el m¨¢s miope y poco perspicaz de los interlocutores lo confundir¨ªa con un ser humano.
Lo mismo puede decirse de RoboThespian, una especie de actor a sueldo al que puede programarse para que asuma distintas personalidades. Pluriling¨¹e, hiperactivo y f¨¢cil de configurar, suele ejercer de anfitri¨®n en exposiciones, espect¨¢culos deportivos, actividades culturales o eventos de empresa. Bastantes menos caricaturescos resultan los modelos de la serie Mesmer, en cuyo dise?o se han incorporado ya escaneos tridimensionales procedentes de personas reales, lo que permite emular la estructura ¨®sea humana o la textura de la piel.
Pero el gran salto evolutivo es sin duda Ameca, presentado en diciembre de 2021 con un v¨ªdeo que caus¨® sensaci¨®n. En ¨¦l, esta criatura de rostro gris¨¢ceo e inquietantes ojos azules aparec¨ªa parpadeando, esbozando una t¨ªmida sonrisa e incluso rehuyendo, con un c¨®mico moh¨ªn, el contacto con un dedo humano que intentaba acariciarle la nariz.

Ameca es el primer robot que hace realidad una de las m¨¢s elocuentes declaraciones de intenciones de Engineered Arts: ¡°Multiplicar el poder de la inteligencia artificial dot¨¢ndola de un cuerpo artificial convincente¡±. Ameca, tal y como destacan sus creadores, es un prototipo en desarrollo que combina el poderoso modelo operativo de la compa?¨ªa (Tritium) con la tecnolog¨ªa Mesmer. Es modulable, actualizable y susceptible de seguir evolucionando, de manera que Ameca 2 ser¨¢ un conversador a¨²n m¨¢s expresivo. En palabras de Will Jackson, consejero delegado de la compa?¨ªa, ¡°su dise?o modular hace que puedas hacer funcionar tanto al androide entero como cualquiera de sus partes por separado¡±. Con ¡°la cabeza en la nube¡± y los pies en el suelo, Ameca ¡°saca partido de cualquier avance que la comunidad tecnol¨®gica est¨¦ en condiciones de ofrecer¡±, de los algoritmos de procesamiento de datos m¨¢s complejos al internet de las cosas. Este robot se mueve con una suavidad y precisi¨®n muy poco frecuentes, y su abanico de expresiones faciales no deja de crecer y refinarse.

La escultora bohemia y el ni?o robot que ¡®siente¡¯ el dolor
Otros robots hiperrealistas son Affetto, el androide ni?o dotado de piel artificial en que trabaja desde hace a?o y medio la universidad japonesa de Osaka y cuyos sensores le permiten experimentar ¡°algo parecido al dolor¡±. O Ai-Da, la ginoide artista que el pasado mes de noviembre exhibi¨® su ¡°obra¡± (una escultura de arcilla tirando a r¨²stica creada por inteligencia artificial) al pie de las pir¨¢mides de Giza. Vista de lejos, con su impactante atuendo bohemio, consistente en una t¨²nica anaranjada y un pareo verde, Ai-Da bien pod¨ªa parecer una artista emergente en tour promocional. Pero su aspecto y su gestualidad no resultan tan humanos como los de Ameca.
En declaraciones a la revista The Verge, Will Jackson reconoce que desde que aparecieron las primeras im¨¢genes de Ameca su compa?¨ªa no deja de recibir correos donde les acusan de estar usurpando el papel de Dios y ¡°contribuyendo a crear a las m¨¢quinas que un d¨ªa destruir¨¢n al g¨¦nero humano¡±. Tambi¨¦n hay quien les pregunta si Ameca y sus hermanos ¡°est¨¢n programados para tener relaciones sexuales¡±.
Los androides sexuales dotados de alg¨²n tipo de inteligencia artificial existen, aunque son, en general, mucho m¨¢s rudimentarios y menos reactivos que Ameca. Vienen a ser mu?ecas como Harmony, fabricada por la empresa de jugueter¨ªa er¨®tica LetsTalkSex (LTS), con capacidad de interacci¨®n muy limitada. El pasado mes de junio, Chris Bradford, experto en tecnolog¨ªa del diario The Sun, pasaba revista en un art¨ªculo a la a¨²n incipiente industria ciberer¨®tica citando un proyecto del Instituto Tecnol¨®gico de California que ha creado una piel artificial que reacciona a est¨ªmulos externos. Los robots recubiertos de este tejido cut¨¢neo podr¨ªan ¡°sentir¡± los cambios de temperatura, la exposici¨®n a agentes corrosivos o t¨®xicos o distintos tipos de contacto con el cuerpo de seres humanos. De ah¨ª a ¡°fabricar humanoides dotados de zonas er¨®genas e incluso con capacidad para emular orgasmos¡±, especula Bradford, ¡°hay un corto trecho que alguien acabar¨¢ recorriendo tarde o temprano¡±.
Sin embargo, Jackson asegura que no se plantean dotar a sus modelos de genitales reactivos. En su opini¨®n, existen posibilidades ¡°mucho m¨¢s estimulantes¡±, y ellos est¨¢n decididos a explorarlas. ¡°Todo el mundo sue?a con ver en acci¨®n a un robot humanoide¡±, explica el directivo, ¡°y nuestro prop¨®sito es hacer realidad esa fantas¨ªa¡±. El sexo puede esperar.

Las prestaciones de un androide para todo
Ameca conversa, recibe a hu¨¦spedes, puede encargarse de servir a los comensales de un restaurante automatizado o desfilar en una pasarela de moda. En cuesti¨®n de pocos a?os, es probable que veamos a los a¨²n m¨¢s hiperrealistas sucesores de Ameca como asistentes de cirujano en operaciones a coraz¨®n abierto o al volante de veh¨ªculos el¨¦ctricos. Se trata ¡°de darle un rostro humano a la inteligencia artificial¡±.
Wilson y su equipo deben resolver retos t¨¦cnicos como que su androide no sea tan quisquilloso como el robot ajedrecista que rompi¨® el dedo a un ni?o de siete a?os el pasado 26 de julio, durante el torneo de Mosc¨². Seg¨²n Toby Walsh, experto en inteligencia artificial y autor del libro Machines Behaving Badly (M¨¢quinas que se portan mal), ¡°se trat¨® de un accidente atribuible a un error de programaci¨®n: el robot no estaba en condiciones de prever que el ni?o responder¨ªa a su movimiento metiendo la mano en su campo de acci¨®n y produciendo una reacci¨®n mec¨¢nica¡±.
Walsh recuerda un caso c¨¦lebre, el de Robert Williams, trabajador de una factor¨ªa de autom¨®viles de Michigan, que fue aplastado en 1979 por un brazo rob¨®tico de una tonelada, convirti¨¦ndose as¨ª en el primer ser humano asesinado por un robot. Lo de Williams fue otro accidente. Pero el progreso en la automatizaci¨®n de encaje fino (y en el grado de cautela con que nos hemos acostumbrado a aplicar las tecnolog¨ªas disruptivas) se mide por la distancia que separa un aplastamiento accidental de un dedo roto.
Por su parte, Williams lo tiene claro, de momento, no debemos preocuparnos por que las m¨¢quinas tengan mal perder. ¡°Podemos programarlas para que imiten nuestras emociones, pero no para que las experimenten de verdad¡±. Y el mar perder (como los orgasmos o el fastidio que produce que te toquen las narices) es una emoci¨®n humana que solo compartimos con robots de ficci¨®n como Roy Batty, no con esos ¨¦mulos reales que muy pronto formar¨¢n parte de nuestras vidas.
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