Cruzar el l¨ªmite ante millones de espectadores: ?ha normalizado las drogas la cultura popular?
El consumo de estupefacientes tiene una presencia nunca vista hasta ahora en las series y la m¨²sica de ¨¦xito pero, en algunos casos, no est¨¢ claro en qu¨¦ medida reflejan la realidad
La ¨²ltima serie de David Simon, creador de The Wire (2002-2008), es La ciudad es nuestra (estrenada este a?o en HBO Max). En ella, Simon avanza y retrocede en el tiempo para contar lo dif¨ªcil que resulta poner puertas al campo de la droga. A lo largo de seis cap¨ªtulos el espectador es consciente de lo enrevesado y enfangado que es un ecosi...
La ¨²ltima serie de David Simon, creador de The Wire (2002-2008), es La ciudad es nuestra (estrenada este a?o en HBO Max). En ella, Simon avanza y retrocede en el tiempo para contar lo dif¨ªcil que resulta poner puertas al campo de la droga. A lo largo de seis cap¨ªtulos el espectador es consciente de lo enrevesado y enfangado que es un ecosistema como el de la venta de sustancias prohibidas en las calles de Baltimore. ¡°Antes, en una serie como la de Simon, esto ser¨ªa impensable¡±, apunta Fidel Moreno, director de la revista C¨¢?amo. ¡°Pero esta permite que cuestionemos el fracaso de la guerra contra las drogas y de c¨®mo esa lucha genera m¨¢s dolor y sufrimiento para las comunidades de los barrios. Al final es una guerra contra los pobres¡±.
La ciudad es nuestra es solo un ejemplo m¨¢s de c¨®mo la droga ha adquirido nueva relevancia en la cultura contempor¨¢nea: ¡°Ver c¨®mo se mencionan determinadas drogas por seg¨²n qu¨¦ personas nos habla de tolerancia y normalizaci¨®n en temas como los de Rigoberta Bandini, Too Many Drugs, o el ¨²ltimo disco de la banda Taburete, Madame Ayahuasca¡±, afirma Moreno. Sus miembros aparecen li¨¢ndose canutos en entrevistas, sin que por ello se est¨¦ pensando en alg¨²n movimiento que contravenga las reglas. ¡°Se ha pasado de la contracultura al mainstream¡±, afirma Moreno.
El uso (y quiz¨¢ abuso) de sustancias ilegales entre las nuevas generaciones parece tan normalizado que hasta cuesta encontrar menciones a ello en algunos de los ¨²ltimos tratados sobre m¨²sica urbana que han llegado a Espa?a. En Making flu$. La m¨²sica urbana: Un cambio generacional, un nuevo paradigma cultural (Plaza y Jan¨¦s), firmado por El Bloque, apenas aparece el tema en sus casi 400 p¨¢ginas, aunque s¨ª hay menciones a canciones clave de la ¨²ltima d¨¦cada, como Ex-Drugdealer, interpretada por PXXR GVNG, donde se oye: ¡°?Cu¨¢nto quieres? Tengo coca, tengo M¡±. O uno de los grandes ¨¦xitos de esta ¨¦poca, Million Dollar Baby, firmado a cuatro manos por Cecilio G y Marvin Cruz: ¡°A los 15 a?os me colaba en Razzmatazz / A los 16 me col¨¦ en el S¨®nar / Ahora S¨®nar me paga por cantar / A los 17 no me paraba de drogar / Pintaba metros y robaba Brugal / Yo soy de la calle loco, yo no soy Bad Gyal¡±. (La catalana tampoco es una advenediza en estas lides, en uno de sus ¨²ltimos himnos se autoproclama como Miss Marihuana: ¡°Fumo all the time / Me preguntan que con esas u?as c¨®mo s¨¦ liar / En el club fumamos hach¨ªs y marihuana / Y las ni?as pijas me miran con mala gana / Siempre envuelta de humo? pero siempre huelo a Prada¡±).
Dentro del pop, artistas como Alizzz mencionan el tema en sus letras; en el v¨ªdeo de El encuentro, su dueto con Amaia, se recrea con aire nost¨¢lgico los tiempos del bakalao valenciano. Un momento que por cierto aparece estos d¨ªas representado en La Ruta, la serie de Atresplayer Premium que narra los d¨ªas de desfase en los que miles de j¨®venes se mov¨ªan entre Madrid y Valencia por la carretera de El Saler.
¡°Nos consideramos una editorial psicoactiva¡±, sentencia Ezequiel Fanego, editor de Caja Negra. Dos de sus ¨²ltimos t¨ªtulos entran de lleno en la cuesti¨®n del consumo y de su relaci¨®n con lo social y lo musical. Uno es Historia universal del after, por Leo Felipe, y otro, Gritos de ne¨®n: C¨®mo el drill, el trap y el bashment hicieron que la m¨²sica sea novedosa otra vez, de Kit Mackintosh. El primero despliega situaciones en las que drogarse, interactuar y desplazarse por diferentes arquitecturas es relevante y diferenciador. De la coca¨ªna dice que es una llave para el subconsciente y la relaciona con el psicoan¨¢lisis; de la ketamina que los comentarios son mitolog¨ªas, cuerpo sin ¨®rganos o rizomas. Y reflexiona: ¡°Las pol¨ªticas prohibicionistas de EE UU y Europa se aplicaron en otras regiones del mundo, fortaleciendo una cadena de muertes, corrupci¨®n y lucro aunque la gente nunca haya dejado de consumir drogas¡±.
El ensayo de Mackintosh subraya la inmensa influencia de la droga en las listas de ventas. ¡°Son centrales en el estilo adormilado del mumble rap, tanto que se siente como si la m¨²sica se estuviera alimentando como un par¨¢sito de la energ¨ªa (o tal vez con m¨¢s precisi¨®n, la letan¨ªa) de la era de epidemia de opioides en EE UU¡±, escribe. M¨¢s tarde, afirma que ¡°el rap de los noventa era la m¨²sica del dealer, mientras que el hip hop actual es la m¨²sica de los adictos¡±. Por sus p¨¢ginas desfilan estrellas de esta m¨²sica como Young Thug, Lil Gotit, Future, Lil Baby, Travis Scott o Migos, entre multitud de estajanovistas del humo, los polvos y las pastillas.
Es dif¨ªcil saber cu¨¢l es el efecto directo de la normalizaci¨®n de las drogas, legales o ilegales, en la cultura popular. Pero s¨ª existen datos de consumo. Seg¨²n el ¨²ltimo informe del Observatorio Espa?ol de las Drogas y las Adicciones, ¡°las drogas con mayor prevalencia de consumo en la poblaci¨®n espa?ola de 15-64 a?os son el alcohol, el tabaco y los hipnosedantes con o sin receta, seguidos del cannabis y la coca¨ªna¡±. Contin¨²a: ¡°El alcohol sigue siendo la sustancia psicoactiva m¨¢s consumida. El 77,2% ha consumido alcohol en los ¨²ltimos 12 meses, el 63% en los ¨²ltimos 30 d¨ªas y el 8,8% diariamente en los ¨²ltimos 30 d¨ªas¡±. E ilustra c¨®mo ha aumentado el consumo de coca¨ªna: ¡°El 10,9% de la poblaci¨®n de 15 a 64 a?os ha consumido coca¨ªna en polvo alguna vez, el 2,5% en el ¨²ltimo a?o y el 1,1% en los ¨²ltimos 30 d¨ªas. La prevalencia de consumo de coca¨ªna en polvo muestra un aumento respecto a 2017, confirm¨¢ndose la tendencia ascendente iniciada en el a?o 2001¡å.
Plataformas masivas, costumbres nocivas
Un polvo rosa y una bolsa de pl¨¢stico transparente. Esta es una de las formas en las que el tusi aparece reflejado en ?lite, una de las series que m¨¢s ha mostrado el consumo de drogas entre j¨®venes. Tambi¨¦n conocida como coca¨ªna rosa, es parte de las denominadas por el Ministerio de Sanidad ¡°sustancias psicoactivas nuevas o emergentes, con efectos similares a las drogas cl¨¢sicas, generalmente en situaci¨®n de alegalidad¡±. Aparecen unas 400 nuevas al a?o. Y la novedad, ya se sabe, siempre es sexy.
La televisi¨®n lo sabe y lo refleja. En Euphoria (HBO Max), una de sus protagonistas, Rue (interpretada por Zendaya), consume fentanilo, un opioide sint¨¦tico de riesgo muy elevado. Uno de sus derivados, el carfentanilo, puede ser 10.000 veces m¨¢s potente que la morfina. (Es llamativo que Ben Westhoff, especialista en rap y las diferentes comunidades que se crearon en el sur de EE UU, tambi¨¦n se haya interesado por los opioides en Fentanyl, Inc.. How Rogue Chemists Are Creating the Deadliest Wave of the Opioid Epidemic, un libro que explora la epidemia de estas sustancias en EE UU). En Espa?a, m¨¢s all¨¢ de La Ruta, las protagonistas de Cardo, serie creada por Ana Rujas y Claudia Costafreda, se encuentran en un presente tan vac¨ªo, precario y falto de posibilidades que c¨®mo no van a entregarse a todo aquello que permita olvidar. La nueva serie original de Filmin, Autodefensa, juega con un planteamiento similar.
Sin embargo, el auge de las sustancias ilegales y el alcohol entre la juventud en la ficci¨®n contrasta con los ¨²ltimos datos. La generaci¨®n Z es la m¨¢s sobria de la historia reciente y, seg¨²n datos del Informe 2022 del Observatorio Espa?ol de las Drogas y las Adicciones (OEDA), recogidos entre j¨®venes de 14 a 18 a?os, casi todas las drogas (anfetaminas, coca¨ªna y cannabis, por ejemplo) tienen un h¨¢bito de consumo en descenso desde 2004. Excepto el ¨¦xtasis, cuya popularidad desde 2014 no deja de aumentar.
Por otro lado, aunque se intente evitar su conexi¨®n, resulta insoslayable la relaci¨®n de afinidad entre el reguet¨®n y el mundo de las drogas. ¡°La mayor¨ªa de los artistas vienen del matoneo. No tienen otra, no saben c¨®mo llevar la comida a la mesa¡±, describe Pablito Wilson, detr¨¢s de Regueton, una revoluci¨®n latina (Liburuak 01), que dentro del cap¨ªtulo dedicado a Anuel AA y J ?lvarez ¡ªpreso tres a?os por tr¨¢fico de hero¨ªna¡ª analiza el fen¨®meno: ¡°El reguet¨®n es la principal m¨²sica mainstream latina, nacida en las calles y muy conectada con la realidad delincuencial que sucede en ellas. Es un poco como una jugada del destino, lo puedes esconder debajo de la alfombra pero siempre va a aparecer¡±.
David Sucunza, responsable de Drogas, f¨¢rmacos y venenos (Guadalmaz¨¢n) recuerda que las drogas no siempre han tenido efecto glamurizante. Ni siquiera han sido siempre ilegales. Su libro es un anecdotario sobre la importancia, relevancia y valor que muchos de estos antiguos anestesiantes tienen en la actualidad. ¡°Si uno se pone a leer literatura del siglo XIX, donde aparecen menciones al l¨¢udano o la coca¨ªna, ve que eran legales, no hab¨ªa un tab¨² cultural contra ellas. Era un momento en el que apenas hab¨ªa f¨¢rmacos para mitigar enfermedades¡±, confirma este qu¨ªmico, profesor de la Universidad de Alcal¨¢. Hoy, todav¨ªa falta tiempo para que averig¨¹emos si esta nueva sinceridad sobre el consumo de sustancias lo fomenta, lo refleja o incluso lo caricaturiza. Posiblemente todo a la vez.
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