De Marlon Brando a Will Smith: un repaso a los discursos m¨¢s salvajes, raros e inc¨®modos de la historia de los Oscar
La gala que este a?o cumple 95 a?os ha sido testigo de palabras divertidas, emotivas u olvidables, pero tambi¨¦n de muchas que se recuerdan por la tensi¨®n que generaron
Cada noche de los Oscar se recuerda la misma an¨¦cdota, que en 2023 cumple 80 a?os: el discurso de agradecimiento m¨¢s largo de la historia de los premios. Lo pronunci¨® en 1943 Greer Garson tras ganar el Oscar a actriz principal por su papel de madre valiente y abnegada en el encantador drama b¨¦lico La se?ora Miniver, y su duraci¨®n depende de lo exagerado que sea el cronista, ya que no se conserva entero, solo los fragmentos que se emitieron en los informativos. Seg¨²n la Academia fue de exactamente siete minutos. Que los 45 segundos a los que se ha reducido en la actualidad se nos hagan largos nos da una idea de lo que sufrieron aquella noche los que se sentaban en las mesas del Coconut Grove de Los ?ngeles. El discurso de Garson no tiene ninguna otra raz¨®n para permanecer en el imaginario colectivo m¨¢s que su exagerada duraci¨®n. La brit¨¢nica se limit¨® a explicar las bondades de su pa¨ªs de adopci¨®n y agradeci¨® el premio a todos los que la rodeaban, casi literalmente. A pesar de estar nominada cinco veces m¨¢s, jam¨¢s volvi¨® a recibir el Oscar, pero cuando su premio fue destruido tras un incendio en su casa de Los ?ngeles, la Academia le proporcion¨® un trofeo de reemplazo. Cero rencor. Ese fue el primero de una lista de discursos que pusieron al p¨²blico tan tenso que resultan inolvidables. Repasemos algunos de los m¨¢s llamativos.
Will Smith, ¨¦chale la culpa al demonio
Hace un a?o cre¨ªamos que ya lo hab¨ªamos visto todo en los Oscar: errores con los ganadores, ca¨ªdas, nudistas que se cuelan en el escenario¡ pero nada nos hab¨ªa preparado para una megaestrella como Will Smith cruz¨¢ndole la cara al conductor de la gala. Tras una broma de Chris Rock sobre Jada Pinkett, mujer de Smith, la estrella abandon¨® su butaca, camin¨® con actitud de pistolero del viejo Oeste y abofete¨® a un estupefacto Rock. ¡°Mant¨¦n el nombre de mi esposa fuera de tu puta boca¡±, grit¨® dos veces. Fue un momento tan confuso e inesperado que la audiencia tard¨® varios minutos en ser consciente de que no formaba parte del espect¨¢culo. Tal vez lo m¨¢s digno para Smith habr¨ªa sido abandonar la ceremonia, pero se sab¨ªa favorito al premio a mejor actor y no quer¨ªa perderse su momento. Tras cumplirse las predicciones pronunci¨® un discurso lacrim¨®geno que inclu¨ªa frases terribles como ¡°el amor te hace hacer locuras¡± y se compar¨® con Richard Williams, su personaje en El m¨¦todo Williams, seg¨²n como se mire m¨¢s un soci¨®pata m¨¢s que un modelo a seguir. ¡°En este momento de mi vida estoy abrumado por lo que Dios me est¨¢ pidiendo que haga en este mundo¡±, balbuce¨®. Y para eludir responsabilidades, le ech¨® la culpa al maligno: ¡°Denzel (Washington) me dijo hace unos minutos: en tu momento m¨¢s alto, ten cuidado, ah¨ª es cuando el diablo viene a por ti¡±. Consciente de que hab¨ªa arruinado el momento m¨¢s importante de su carrera, trat¨® de limar asperezas. ¡±Espero que me inviten a volver¡±. La respuesta de la Academia fue tajante: ¡°Por un periodo de 10 a?os, el se?or Smith no podr¨¢ participar en ning¨²n evento o programa, en persona o de forma virtual¡±.
Angelina Jolie, exceso de amor fraternal
Borremos de nuestra mente a la Jolie madre devota, dama del imperio brit¨¢nico, icono de elegancia y embajadora de cuanta causa noble necesite una famosa que la patrocine. La Angelina de 2000 representaba esa chica mala que Hollywood necesita cada cierto tiempo para recordarse que un d¨ªa fue Babilonia y no una gran tienda de merchandising de franquicias de superh¨¦roes. Aquella Jolie luc¨ªa tatuajes, coleccionaba cuchillos, coqueteaba con la bisexualidad ¡ªes lo m¨¢ximo que se pod¨ªa hacer en la ¨¦poca¡ª y se paseaba por las alfombras rojas con un frasquito de sangre de su pareja, Billy Bob Thornton, al cuello. Pero tambi¨¦n era una actriz excelente que lleg¨® a la ceremonia como favorita por su interpretaci¨®n de una magn¨¦tica soci¨®pata en Inocencia interrumpida, un veh¨ªculo para el lucimiento de Winona Ryder del que Jolie se adue?¨® por completo, como tras la gala se adue?¨® de todos los chascarrillos.
Jolie lleg¨® a la ceremonia de la mano de su hermano, James Haven, un alt¨ªsimo rubio platino de aire androide y labios tan carnosos como los de su hermana. Cuando la actriz se hizo con la estatuilla, como era de esperar, lanz¨® un ¡°?Estoy tan enamorada de mi hermano!¡± que hizo que los espectadores se tensaran en sus asientos. ¡°Jamie, sin ti no tengo nada¡±, prosigui¨®, ¡°eres el hombre m¨¢s fuerte y asombroso que jam¨¢s conoc¨ª y te amo. Muchas gracias¡±. La imaginaci¨®n de los m¨¢s maliciosos vol¨®. No ayud¨® a deshacer la confusi¨®n que tras la ceremonia se fundieran en un beso muy poco fraternal, la foto dio pie a todo tipo de rumores y a que su agente apagase el m¨®vil. Al d¨ªa siguiente, el New York Post (y medio planeta) se preguntaba ¡°?Qu¨¦ tipo de relaci¨®n tienen exactamente Angelina Jolie y su hermano?¡±. El programa de comedia Saturday Night Live fue m¨¢s lejos y parodi¨® el momento con Molly Shannon y Chris Kattan interpretando a Jolie y Haven, y Rachel Dratch como el beb¨¦ deforme y babeante que habr¨ªa nacido del incestuoso amor de ambos. Traten de imaginar eso hoy.
Marlon Brando y la Academia, minor¨ªas no, gracias
En 2018 algunas actrices acudieron a los Globos de Oro apadrinando a una activista, una de esas causas que pretenden ser grandes gestos, pero hacen frontera con la verg¨¹enza ajena. Fue la versi¨®n postureo del gesto mucho m¨¢s extremo de Marlon Brando en 1973. Con la seguridad de saber que iba a ganar el Oscar a mejor secundario por su papel de Vito Corleone en El Padrino, vio la oportunidad de visibilizar una injusticia y envi¨® a rechazar la estatuilla a la joven actriz y activista ind¨ªgena Sacheen Littlefeather (pluma peque?a). Su misi¨®n no era llevarse el galard¨®n, sino pronunciar un discurso en el que se criticaba el trato vejatorio al que se somet¨ªa a los indios. La Academia, que entonces no ten¨ªa nada que ver con la que por criterios comerciales y de imagen ahora abraza la diversidad con entusiasmo, dej¨® claro a Littlefeather que si hablaba m¨¢s de 60 segundos la polic¨ªa se la llevar¨ªa del escenario. Ella rechaz¨® la estatuilla que le ofrec¨ªan Roger Moore y Liv Ullman. ¡°Lamentablemente, Brando no puede aceptar este premio tan generoso, y las razones de esto son el trato que la industria cinematogr¨¢fica da hoy a los ind¨ªgenas americanos¡±, explic¨® entre aplausos m¨¢s cordiales que entusiastas y abucheos. Seg¨²n declar¨® despu¨¦s, entre bastidores seis guardias tuvieron que sujetar a John Wayne para que no se le echara encima.
Jack Palance y las planchas contra el edadismo
Uno de los secundarios m¨¢s carism¨¢ticos del Hollywood dorado dej¨® en la historia de los Oscar no uno sino dos de los momentos m¨¢s recordados de la ceremonia: fue el protagonista de la recepci¨®n m¨¢s atl¨¦tica del premio y de un rumor maledicente que todav¨ªa persiste. Si hoy actores que sobrepasan los 70 a?os, como Sylvester Stallone, protagonizan pel¨ªculas de acci¨®n sin que a nadie le rechine, hace apenas dos d¨¦cadas esa edad te relegaba a abuelo que se balancea en una mecedora mientras espera la llegada de la parca. Eso trat¨® de denunciar Jack Palance en 1992 cuando tras ganar el Oscar por Cowboys de ciudad, en la que interpretaba de manera ir¨®nica el papel de vaquero malencarado que le hab¨ªa hecho popular, se lanz¨® al suelo a hacer planchas. Con una carrera en la que hab¨ªa trabajado con Godard, Tim Burton y Elia Kazan y protagonizado cl¨¢sicos como Ra¨ªces profundas, no necesitaba reivindicar su talento, pero s¨ª consideraba que necesitaba reivindicar su vigor f¨ªsico. ¡°Hay momentos en los que tras alcanzar cierta edad los productores hablan de ti y dicen ¡®?qu¨¦ opinas? ?Nos arriesgamos? ?Podemos hacerlo? ?Podemos usarlo?¡¯. Y entonces otro tipo dice ¡®no lo s¨¦. Elijamos a uno m¨¢s joven, siempre podemos maquillarlo para que parezca mayor¡±. El edadismo siempre ha estado ah¨ª. Un a?o despu¨¦s la broma continu¨®, Palance entr¨® en el escenario arrastrando un Oscar gigante sobre el que iba montado Billy Crystal, presentador de la gala y su coprotagonista en Cowboys de ciudad. Unos minutos despu¨¦s volvi¨® al escenario para entregar el galard¨®n a la mejor actriz de reparto, que fue a parar a Marisa Tomei, la ¨²nica estadounidense entre las nominadas, lo que seg¨²n algunos conspiranoicos habr¨ªa provocado que en un ataque de patriotismo Palance se hubiese decantado por ella, aunque su nombre no era el de la ganadora. Lo m¨¢s probable es que, al igual que la mayor¨ªa de los espectadores, Palance no tuviese ni idea de qui¨¦n era Marisa Tomei. A pesar de los esfuerzos de la Academia por desmentir el bulo, y que el falso Oscar de La La Land nos demostr¨® lo imposible de una artima?a as¨ª, es un rumor que siempre perseguir¨¢ a Tomei.
Vanessa Redgrave y los francotiradores sobre el tejado
Que antes de la gala un grupo de manifestantes quemasen una imagen de Vanessa Redgrave a las puertas del Dorothy Chandler Pavillion y un grupo de francotiradores estuviese instalado en el tejado en previsi¨®n de incidentes, ya avisaba de la temperatura que iba a alcanzar la ceremonia de 1978. La Academia, consciente del marr¨®n que ten¨ªa encima, tom¨® precauciones. La primera, atar en corto a la gran protagonista de la noche advirti¨¦ndole de que en caso de ganar se limitase a un simple ¡°muchas gracias¡±. Si hab¨ªan conseguido que la otra gran activista de Hollywood, Jane Fonda, recogiese el Oscar por Klute en medio de la controversia por la guerra de Vietnam con un escueto ¡°hay mucho que decir, pero no lo dir¨¦ esta noche¡±, por qu¨¦ la brit¨¢nica no iba a tirar de flema y no de vitriolo para recoger el suyo en caso de ganarlo.
La preocupaci¨®n por las palabras de Redgrave no estaba vinculada con el papel por el que estaba nominada en Julia, la historia de dos activistas contra el nazismo, sino con el documental que hab¨ªa rodado despu¨¦s, The palestine, por el que fue acusada de apolog¨ªa de la causa de Yasir Arafat, el enemigo n¨²mero uno de Israel. Despu¨¦s de que se proyectase por primera vez, la Liga de Defensa Jud¨ªa amenaz¨® con boicotear a 20th Century Fox, el estudio que hab¨ªa producido Julia, a menos que denunciara a Redgrave y prometiera no volver a contratarla nunca m¨¢s. Cuando leyeron su nombre como ganadora, Redgrave, que seg¨²n confes¨® en sus memorias ya hab¨ªa advertido a la Academia de que deb¨ªa reservarse ¡°el derecho de decir lo que pensara que era correcto y necesario¡±, se despach¨® a gusto, no contra los jud¨ªos, algo que ha puntualizado siempre, sino contra La Liga de Defensa Jud¨ªa, ¡°un grupito de delincuentes sionistas cuyo comportamiento es un insulto a la estatura de jud¨ªos alrededor del mundo y su gran y heroica historia de lucha contra el fascismo y la opresi¨®n¡±. A medida que hablaba, los aplausos se fueron transformando en silencio. ¡°En la fiesta posterior, estaba sentada sola ¨²nicamente con sus dos guardaespaldas. Nadie m¨¢s se sent¨® con ella durante su gran noche¡±, revel¨® a?os despu¨¦s el presidente de la Academia, Howard Koch, pero como Hollywood separa divinamente al artista de su obra, sobre todo si es joven, blanco, atractivo y genera muchos royalties, la carrera de Redgrave no sufri¨® ning¨²n da?o y fue nominada en dos ocasiones m¨¢s.
Sam Smith, los peligros del adanismo
La mayor sorpresa que depar¨® el cantante Sam Smith durante la ceremonia de 2016 no fue que ganase frente al Till It Happens to You de Lady Gaga y Diane Warren, sino sus palabras al recoger el Oscar. Dej¨¢ndose llevar por la emoci¨®n del momento, y por los peligros de informarse a trav¨¦s de titulares, al recibir el premio a la mejor canci¨®n del a?o por su tema para Spectre, declar¨® que era el primer hombre abiertamente gay que ganaba un Oscar. ¡°Le¨ª un art¨ªculo en el que sir Ian McKellen dec¨ªa que ning¨²n hombre abiertamente gay hab¨ªa ganado un Oscar¡±, dijo, obviando que el int¨¦rprete de Magneto y Gandalf se refer¨ªa ¨²nicamente a la categor¨ªa de mejor actor. Al margen del n¨²mero de galardonados gais en diversas categor¨ªas con menos visibilidad, hay al menos dos hombres ¡°abiertamente gais¡± que hab¨ªan recogido antes la misma estatuilla que ¨¦l: Elton John y Stephen Sondheim. Como tambi¨¦n hab¨ªa sido galardonado el guionista de Milk, Dustin Lance Black. Black dej¨® en Twitter una estupenda respuesta para Smith: ¡°Si no tienes idea de qui¨¦n soy, puede que sea hora de dejar de enviar mensajes de texto a mi prometido¡± (el famoso saltador ol¨ªmpico Tom Daley). Smith, que habr¨ªa necesitado su propio guionista para salir del desastre, intent¨® capearlo: ¡°Segundo hombre abiertamente gay en ganar un Oscar o un tercero o cuarto o 100, da igual. Mi objetivo era arrojar algo de luz sobre la comunidad LGBT a la que amo tanto¡±, y despu¨¦s se tom¨® un socorrido descanso de las redes sociales.
Michael Moore, si sab¨¦is c¨®mo me pongo para qu¨¦ me invit¨¢is
Al igual que sucedi¨® en los Goya con su No a la Guerra, los Oscar de 2003 se convirtieron en un clamor contra la guerra de Irak. Algunas estrellas como Will Smith y Cate Blanchett decidieron no acudir, otras lo hicieron en coches el¨¦ctricos para evidenciar el problema que ten¨ªa (tiene) Estados Unidos con la dependencia del petr¨®leo extranjero, varios portaron diversos s¨ªmbolos pacifistas como Andy Serkis, que luci¨® un cartel que rezaba ¡°no m¨¢s sangre a cambio de petr¨®leo¡±, y la mayor¨ªa de los que finalmente se subieron al escenario mandaron mensajes m¨¢s o menos tibios sobre la guerra. Pedro Almod¨®var, que recibi¨® el Oscar al mejor guion por Hable con ella, se lo dedic¨® a ¡°a aquellos que alzan sus voces por la paz, los derechos humanos, la democracia y la legalidad internacional¡±.
Como la Academia (y todos) esperaban, nadie fue tan lejos como el director Michael Moore. Cuando recogi¨® el Oscar por su furioso documental contra la industria del armamento Bowling for Columbine se lanz¨®. ¡°Vivimos en tiempos ficticios en los que tenemos resultados electorales ficticios que eligen a un presidente ficticio¡±, bram¨® refiri¨¦ndose a los turbios sucesos que hab¨ªan contribuido a dar la victoria a George Bush frente a Al Gore, principalmente el desconcierto de las papeletas mariposa y la cadena Fox. ¡°Vivimos en una ¨¦poca en la que tenemos a un hombre que nos env¨ªa a la guerra por razones ficticias¡±, continu¨®. No dijo nada que el tiempo no demostrase que fuera verdad, pero sus palabras fueron recibidas con m¨¢s abucheos que aplausos. La m¨²sica con la que se indica a los galardonados que su tiempo se acaba se torn¨® en estruendo mientras Moore gritaba: ¡°Estamos en contra de esta guerra, se?or Bush. Qu¨¦ verg¨¹enza, se?or Bush. Qu¨¦ verg¨¹enza¡±.
En 2018, pudo leer por fin su discurso completo durante un homenaje de Critics¡¯ Choice Documentary Lifetime Achievement Award tras ser presentado por Robert de Niro como ¡°un verdadero h¨¦roe estadounidense¡±.
Elia Kazan, cuando Hollywood separ¨® al artista del delator
Conceder un Oscar honor¨ªfico a Elia Kazan en 1999 fue una de las decisiones m¨¢s controvertidas de la Academia, ya que el director hab¨ªa sido el triste protagonista de uno de los momentos m¨¢s infames de la historia de Hollywood. Durante la caza de brujas iniciada por el senador McCarthy, fue uno de los delatores que compareci¨® ante el Comit¨¦ de Actividades Antiamericanas de la C¨¢mara de Representantes para denunciar a ocho colegas.
Kazan, que en su juventud hab¨ªa pertenecido como tantos miembros de la comunidad art¨ªstica al Partido Comunista, fue convocado para delatar a otros miembros del partido. Se neg¨® en primera instancia, pero finalmente accedi¨® a dar nombres. Hollywood permanec¨ªa dividido ante el comit¨¦, algunos, como John Wayne y Gary Cooper, acudieron por voluntad propia, mientras que estrellas como Humphrey Bogart y Katharine Hepburn se posicionaron claramente en contra de un juicio que era m¨¢s bien una pantomima pol¨ªtica del senador. Ninguno de los nombres que se incluyeron en lo que se conoci¨® como La lista negra supon¨ªa ning¨²n tipo de amenaza contra la democracia estadounidense, pero ser incluido en ella significaba el fin para siempre de su carrera.
El guionista Jules Dassin se gast¨® 2.160 d¨®lares en publicar un anuncio en el Hollywood Reporter que rezaba: ¡°Elia Kazan fue un traidor. Algunos de los que delat¨® eran sus mejores amigos. Sus vidas y futuros quedaron destrozados. Se hizo aliado y c¨®mplice de un comit¨¦ infame que avergonz¨® a su pa¨ªs¡±.
El d¨ªa de la ceremonia, varios manifestantes recibieron ruidosamente al director en el Dorothy Chandler Pavillion. Cuando lleg¨® el momento de entregarle el premio, apareci¨® en el escenario acompa?ado por Robert de Niro y Martin Scorsese. Marlon Brando, a quien Kazan hab¨ªa dirigido en La ley del silencio, hab¨ªa rechazado estar all¨ª. ¡°No puedo entregarle un Oscar, ese tipo fue un sopl¨®n¡±, les espet¨® a los organizadores. La respuesta a la aparici¨®n de Kazan fue tibia, al contrario de lo que suele suceder con los premios honor¨ªficos. La mitad de los asistentes no se levantaron a aplaudir. S¨ª lo hicieron Warren Beatty y Meryl Streep, mientras que quienes m¨¢s claramente mostraron su hostilidad hacia el director fueron Nick Nolte, Ed Harris y su mujer, Amy Madigan.
Si alguien esperaba que Kazan aprovechase aquella oportunidad para disculparse no lo hizo. El ¨²nico alivio c¨®mico de un momento tan tenso lo proporcion¨® la conductora de la gala, Whoopi Goldberg, al volver al escenario: ¡°Pensaba que la lista negra ¨¦ramos Hattie McDaniel y yo¡±.
Jorge Drexler, la protesta m¨¢s elegante
En 2005 la Academia consider¨® que el uruguayo Jorge Drexler no era lo suficientemente famoso y le impidi¨® defender durante la ceremonia su canci¨®n Al lado del r¨ªo, por la que estaba nominado y de la que era compositor e int¨¦rprete. Un suceso que result¨® tan controvertido que Robert Redford, productor de la cinta, escribi¨® una carta para protestar. Durante la gala fueron dos estrellas latinas de m¨¢s renombre, Antonio Banderas y Carlos Santana, quienes interpretaron el tema de la pel¨ªcula Diarios de motocicleta, de Walter Salles. Como a veces la justicia po¨¦tica existe, el de Jorge Drexler fue el nombre que ley¨® Prince cuando abri¨® el sobre del ganador. Con el Oscar en la mano, mostr¨® la misma elegancia de la que hab¨ªa hecho gala tras el ninguneo de la Academia, y en lugar de aprovechar para lanzar alguna puya, se limit¨® a cantar unas estrofas de su canci¨®n. ¡°Nunca pens¨¦ que lo fuera a ganar, para ser sincero. Pero cuando estaba all¨ª, yendo para la ceremonia, pens¨¦: ¡®?Y si me lo dan, qu¨¦ hago?¡¯. Y me dije: ¡®Cantar¨¦¡¯¡ y simplemente cant¨¦ y dije gracias y me fui¡±, declar¨® a People.
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