Las catastr¨®ficas desdichas que hicieron de Luis I el rey m¨¢s breve de la historia de Espa?a
Tanto el trono como la muerte se precipitaron para el desdichado Luis I. Sara Navas nos cuenta la historia, su favorita entre todas las que recoge su libro ¡®La monarqu¨ªa al desnudo¡¯, nacido tras una serie de art¨ªculos en ICON
Su apodo, ¡°el Breve¡±, puede que sea, de entre todos lo que han tenido los monarcas espa?oles, el m¨¢s justo con la realidad, pues su reinado, que solo dur¨® 229 d¨ªas, es el m¨¢s corto de la historia de Espa?a. Pero lo ef¨ªmero de su gobierno no es lo ¨²nico que distingue a este monarca. Luis I (1707-1724), hijo mayor de Felipe V y Mar¨ªa Luisa Gabriela de Saboya, tambi¨¦n ostenta el honor de ser el primer Borb¨®n que naci¨® en Espa?a y no en Francia. Lo hizo en Madrid, donde fue nombrado pr¨ªncipe de Asturias e instruido por Baltasar Hurtado de Am¨¦zaga Unzaga, primer marqu¨¦s de Riscal de Alegre, que ten¨ªa como objetivo hacer de ¨¦l un rey digno. Sin embargo todo en su vida, tanto el trono como la muerte, se precipit¨®.
Entre la locura de su padre y los delirios de su mujer
Los hechos fueron los siguientes. El joven pr¨ªncipe se vio en la tesitura de tener que empezar a reinar de una forma un tanto abrupta a una corta edad. La causa fue la inestabilidad mental que atormentaba a su padre y que le llev¨® a abdicar en su primog¨¦nito cuando este apenas ten¨ªa 16 a?os. El apresurado traspaso de poderes y nombramiento real tuvo lugar el 10 de enero de 1724 y el 31 de agosto de ese mismo a?o, ocho meses despu¨¦s de ser coronado, Luis fallec¨ªa v¨ªctima de la viruela sin haber tenido descendencia con su mujer, la princesa francesa Luisa Isabel de Orleans. La pareja se hab¨ªa casado un a?o antes de ser nombrado rey ¨C¨¦l ten¨ªa entonces 15 a?os y ella 12¨C y el poco tiempo que estuvieron juntos lo pasaron lidiando con el trastorno l¨ªmite de la personalidad que padec¨ªa Luisa Isabel, que no solo ten¨ªa at¨®nito y horrorizado a su esposo; el personal de la corte, Felipe V y su mujer Isabel de Farnesio tampoco daban cr¨¦dito. La joven apenas se aseaba, se negaba a comer y casi no dorm¨ªa, pero es que adem¨¢s se desnudaba en p¨²blico a la menor ocasi¨®n con la ¨²nica intenci¨®n de provocar.
La desidia, si no rechazo, que despertaba la francesa en el hijo de Felipe V tiene l¨®gica si se tiene en cuenta que Luis ya hab¨ªa pasado su infancia y adolescencia lidiando con la locura de su padre. Y su matrimonio con Luisa Isabel, lejos de salvarle de los delirios con los que hab¨ªa tenido que crecer, duplic¨® la demencia que parec¨ªa dominar la vida del joven pr¨ªncipe. A los 16 a?os, mientras trataba de comprender a su esposa con el objetivo de dar sentido a su matrimonio, Luis tuvo que hacer frente a la decisi¨®n de su padre, que decidi¨® poner m¨¢s piedras en su atropellado camino encasquet¨¢ndole la corona espa?ola sin previo aviso. Una responsabilidad para la que no estaba preparado y que, obviamente, no hizo m¨¢s que avivar la inestabilidad de la fr¨¢gil pareja.
Una madrastra que bord¨® su papel
La infancia del pr¨ªncipe no fue la que uno desear¨ªa para su propio hijo: qued¨® hu¨¦rfano de madre muy pronto ¨Cten¨ªa 7 a?os cuando la reina consorte falleci¨® a causa de una tuberculosis¨C y la llegada de la nueva mujer de su padre, Isabel de Farnesio, no sustituy¨® esa figura maternal. M¨¢s bien ocurri¨® todo lo contrario. La italiana jam¨¢s mostr¨® afecto por los dos hijos que Felipe tuvo con su primera mujer y tampoco acept¨® de buena gana la abdicaci¨®n del monarca en su primog¨¦nito. La reina ten¨ªa 32 a?os en el momento en que su marido renunci¨® al trono y, como se consideraba demasiado joven para jubilarse, no dej¨® de meterse en los asuntos de gobierno en los meses en los que la corona estuvo sobre los hombros de su hijastro.
Los espa?oles, por su parte, acogieron con entusiasmo el cambio de rey. Las cr¨®nicas de entonces describ¨ªan al monarca como un joven ¡°con cierta gracia y un donaire en sus modales y en su porte; siendo afectuoso y franco en su trato, sin amenguar por esto su continente grave y digno¡±. Tambi¨¦n se le reconoc¨ªa ¡°capacidad y aplicaci¨®n en el estudio de las ciencias y las artes¡±. De ah¨ª que adem¨¢s de como ¡°el Breve¡± se le haya terminado conociendo como ¡°el Bienamado¡±.
Para hacerse valer, Luis busc¨® el apoyo en consejeros que se alejaban de la influencia de su padre y su madrastra y trat¨® de dar un giro a la pol¨ªtica exterior de Espa?a, que dej¨® de centrarse en la recuperaci¨®n de los territorios italianos que tanto anhelaba Isabel de Farnesio. El gabinete estaba formado por el marqu¨¦s de Maribel, el arzobispo de Toledo, el marqu¨¦s de Lede, el obispo de Pamplona, el marqu¨¦s de Valero, el conde de Santisteban y don Miguel Francisco Guerra. Juntos se afanaron en construir un partido espa?olista con el fin de deshacerse del control que ejerc¨ªa la corte de Felipe V. Pero la demencia de su mujer, que le consum¨ªa tiempo y energ¨ªa, y sobre todo su repentina muerte dejaron los planes del nuevo gobierno a medio hacer.
Un rey juerguista que se gan¨® el favor del pueblo
El matrimonio entre Luis y Luisa Isabel dio indicios de debilidad desde el inicio. El reci¨¦n casado confes¨® por carta a su padre que a¨²n no hab¨ªan podido consumarlo: ¡°El especial temperamento de Luisa Isabel, y su estado de ¨¢nimo en el momento de colaborar en el acto sexual, son dificultades que hacen que nuestras relaciones se resistan¡±. Frustrado ante la actitud de su mujer, el hijo de Felipe V tuvo diferentes amantes y para evadirse de las excentricidades de Luisa Isabel sal¨ªa de caza tanto como pod¨ªa y frecuentaba lupanares madrile?os a altas horas de la noche que terminaron por retratarle como un rey juerguista.
El mariscal Tess¨¦ dej¨® para la posteridad cu¨¢les eran las costumbres del joven monarca y lo que opinaba de ellas: ¡°En cuanto ha almorzado se va a jugar a la pelota; el resto del d¨ªa, bajo un gran calor, se va de caza y camina como un montero; por la noche, sin trabajar eficazmente, creemos que se excede y, sin embargo, no le gusta su mujer ni a su mujer ¨¦l¡±. Tal era la desesperaci¨®n de Luis que decidi¨® encerrar a su esposa un par de semanas y as¨ª se lo comunic¨® a su padre despu¨¦s de que esta se quitara la ropa en medio de una recepci¨®n p¨²blica: ¡°No veo otro remedio que encerrarla lo m¨¢s pronto posible, pues su desarreglo va en aumento¡±.
Durante el breve tiempo que dur¨® el matrimonio, dos a?os, el pueblo espa?ol empatiz¨® con su monarca y culp¨® a la francesa, a quien llamaban ¡°la Gabacha¡±, del sufrimiento que le provocaba a su marido. Pero Luisa Isabel se dedic¨® a escribirle a Luis cartas de arrepentimiento desde su cautiverio y, una vez liberada, demostr¨® que el amor que le hab¨ªa profesado al rey por escrito era real. Cuando la pareja contrajo la viruela, la consorte logr¨® superarla y se dedic¨® en cuerpo y alma a cuidar a su marido, permaneciendo junto a ¨¦l hasta el 31 de agosto de 1724, d¨ªa en que muri¨® el monarca. Poco despu¨¦s la joven viuda, que ten¨ªa 15 a?os, fue enviada de vuelta a Francia.
Una muerte inesperada que devolvi¨® la corona a un Felipe V enajenado
La prematura muerte de Luis I ech¨® al traste los planes de Felipe, que en el momento de la muerte de su primog¨¦nito se encontraba absorbido por los demonios de su enfermedad mental, y en ese estado de inestabilidad se vio obligado a tomar de nuevo las riendas de la monarqu¨ªa. El motivo por el que Felipe volv¨ªa a ser considerado el rey de Espa?a es que Luis le hab¨ªa dejado en su testamento como heredero a pesar de que esta decisi¨®n contradec¨ªa las condiciones que ¨¦l mismo hab¨ªa estipulado en su abdicaci¨®n, donde asegur¨® que si Luis mor¨ªa sin descendencia el heredero natural ser¨ªa entonces su segundo hijo Fernando.
Pero antes de que nadie pudiera sacar a relucir la incongruencia entre lo dicho en el testamento de Luis y la abdicaci¨®n de Felipe, Isabel se apresur¨® en animar a su marido a que se hiciera con el control de la corona. Le convenci¨® asegur¨¢ndole que eso es lo que el papa Benedicto XIII esperaba de ¨¦l, ya que el pont¨ªfice, al contrario de lo que opinaba gran parte de la nobleza castellana, aseguraba que el juramento de la abdicaci¨®n no le obligaba a renunciar al trono en ese momento. As¨ª, Felipe V recuper¨® el trono y su segundo hijo, Fernando, fue nombrado nuevo pr¨ªncipe de Asturias.
Tras Luis I ha habido reinados cortos ¡ªpor ejemplo, Amadeo de Saboya, que sustituy¨® en el poder a Isabel II tras la Revoluci¨®n Gloriosa, gobern¨® ¨²nicamente durante dos a?os¡ª, pero ninguno de ellos fue tan breve como su ef¨ªmero periplo por el poder. En contraposici¨®n, Juana I fue la reina titular de Castilla y Arag¨®n durante cincuenta y un a?os, Felipe IV lo hizo durante m¨¢s de cuarenta y cuatro, y su propio padre rein¨® un total de cuarenta y cinco a?os, sin contar los meses que abdic¨® precisamente en ¨¦l.
*Sara Navas, actual editora web de ICON DESIGN, fue durante cinco a?os redactora de la web de ICON y aqu¨ª firm¨® una serie de retratos de monarcas espa?oles (como este, este, este, este o este) cuya popularidad le llev¨® a publicar el ensayo ¡®La monarqu¨ªa al desnudo: del rey que naci¨® en un retrete al soberano playboy¡¯ (Editorial Catarata).
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