Esta abogada es la pesadilla de torturadores y genocidas
Almudena Bernab¨¦u afronta este lunes el juicio de un excoronel salvadore?o acusado del asesinato de un grupo de jesuitas en 1989
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Con 17 a?os, Almudena Bernab¨¦u ¡°iba de sofisticada por la vida¡±. As¨ª se ve ella cuando piensa en 1989, su ¨²ltimo a?o del instituto. Al a?o siguiente empezaba Derecho en la Universidad de Valencia, lo que la convertir¨ªa en la primera licenciada de su familia, y ve¨ªa La 2. La edad y la confianza en s¨ª misma hac¨ªan el resto. Pero el 16 de noviembre de aquel a?o asesinaron a cinco jesuitas espa?oles y uno salvadore?o en la Universidad Centroamericana de El Salvador, junto a la cocinera y la hija de esta. Y a pesar del impacto de la noticia, ella no se enter¨®. Ma?ana lunes, m¨¢s de 30 a?os despu¨¦s, juzgan a un excoronel y exviceministro salvadore?o en Madrid gracias, sobre todo, al empe?o de quien, como abogada de prestigio internacional, no olvida a la joven sofisticada que fue.
El caso de los jesuitas es tambi¨¦n para Almudena Bernab¨¦u (Alicante, 1972) un ejercicio de memoria. Indagando en ¨¦l ha podido reconstruir y entender parte del mundo en el que creci¨®. ¡°Es una forma de reconstruir mi propia vida, mis primeros 25 a?os, y entenderlos a trav¨¦s de mi trabajo¡±, cuenta a EL PA?S. Hija de una familia obrera de Alicante ¡ªsus abuelos eran de la huerta murciana y de las monta?as de Jijona¡ª, su empuje ha movido pilares que parec¨ªan eternos. Descubri¨® una Espa?a para ella remota: la burgues¨ªa del norte, la ¨¦lite intelectual y econ¨®mica de la que salieron aquellos curas que luchaban por los derechos humanos en El Salvador. La Fiscal¨ªa, por una vez, no solo no se opuso a admitir una querella justa y universal, sino que los corrillos judiciales la animaban a que la presentara cuanto antes (lo hizo a finales de 2008, y en la primavera de 2009 una reforma del Gobierno de Zapatero achic¨® las competencias de los magistrados espa?oles en materia de justicia universal).
Por primera vez tambi¨¦n se va a juzgar a un alto mando del Ej¨¦rcito salvadore?o. Al excoronel y exviceministro Inocente Montano, acusado de participar en la decisi¨®n del crimen, Bernab¨¦u primero consigui¨® que lo condenaran por fraude migratorio en Estados Unidos. Y luego que lo extraditaran a Espa?a, donde est¨¢ preso desde 2017, a cuenta de la querella de 2008 por el asesinato de los espa?oles Ignacio Ellacur¨ªa, Ignacio Mart¨ªn-Bar¨®, Segundo Montes, Juan Ram¨®n Moreno y Amando L¨®pez. El sexto, Joaqu¨ªn L¨®pez y L¨®pez, era salvadore?o, como las dos mujeres, Elba Ramos y su hija Celina Ramos, de 16 a?os.
Parad¨®jicamente, o no, fue en Estados Unidos, donde vive desde 1999, donde para ella empez¨® todo. Casada con un ¡°gringo¡± que hab¨ªa conocido en Valencia, primero trabaj¨® como paralegal (ayudante de abogado) en una asociaci¨®n que ayudaba a inmigrantes centroamericanos a legalizar su situaci¨®n. El Gobierno les ofreci¨® una regularizaci¨®n excepcional a cambio de que renunciaran a su derecho al asilo. Escuchando sus historias entendi¨® por qu¨¦. Eran v¨ªctimas y testigos de las torturas y los asesinatos cometidos, a veces, por militares formados y financiados por Washing?ton, as¨ª que mejor que parecieran inmigrantes que refugiados de pa¨ªses aliados. Luego, ya como abogada del Center for Justice and Accountability (Centro para la Justicia y la Responsabilidad), empez¨® a investigar los cr¨ªmenes de las dictaduras y las guerras centroamericanas. En esa ONG trabaj¨® 15 a?os, consiguiendo que condenaran a un exdictador guatemalteco por genocidio contra los ind¨ªgenas (Efra¨ªn R¨ªos Montt), a un c¨®mplice del asesinato en El Salvador de monse?or ?scar Romero (?lvaro Saravia) y a uno de los torturadores del asesinado cantautor chileno V¨ªctor Jara (Pedro Pablo Barrientos).
Con su trabajo ha logrado condenar al exdictador guatemalteco Efra¨ªn R¨ªos Montt, entre otros
Por el camino conoci¨® a su segundo marido. Un camino que ha sido en parte una alfombra roja entre cierta izquierda norteamericana. La causa de los jesuitas es tambi¨¦n la de los estudiantes y la sociedad civil estadounidense que tomaron las calles a principios de los noventa. Protestaban contra el apoyo de su Gobierno a los sat¨¦lites centroamericanos. Uno de los manifestantes detenidos entonces es su marido actual, con el que tiene un ni?o de ocho a?os. Viajar desde San Francisco, donde vive, a Espa?a es tambi¨¦n viajar a una memoria m¨¢s fr¨¢gil. El juicio en la Audiencia Nacional es m¨¦rito, adem¨¢s de su empuje, del primer juez instructor que admiti¨® la querella (Eloy Velasco, licenciado en Deusto) y de mucha gente que la ha ayudado, casi siempre desde la discreci¨®n. ¡°M¨¢s triunfos le consigui¨® a H¨¦rcules su discreci¨®n que su valor¡±, como escribe Baltasar Graci¨¢n.
Desde 2016, Bernab¨¦u dirige Guernica 37, una firma de abogados con despacho en San Francisco, Londres y Madrid, sin dejar el caso que reabri¨® hace 12 a?os. La pandemia la obligar¨¢ a seguirlo en parte por videoconferencia. La justicia pierde as¨ª parte de su esencia, que es tambi¨¦n la representaci¨®n de la justicia: ¡°El poder simb¨®lico, retributivo y de resarcimiento que implica la llegada del perpetrador a la sala, que las v¨ªctimas puedan verlo convirti¨¦ndose en un igual y siendo tratado como un igual por los jueces y los fiscales¡±, se?ala. Pero no se puede gastar m¨¢s tiempo. Como en el caso de sus abuelos, que estuvieron a?os en un campo de concentraci¨®n durante la Guerra Civil, peor ser¨ªa el olvido.
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