Echamos de menos los conciertos porque nos permiten conectar con los dem¨¢s
Los humanos no podemos funcionar en total aislamiento, recuerda la rapera y premiada poeta Kae Tempest. Su ¨²ltimo libro es una gu¨ªa para recuperar la conexi¨®n con nosotros mismos y con los dem¨¢s usando el arte como herramienta
He escrito esto durante el encierro por la pandemia de 2020. Las industrias de la m¨²sica y el teatro han estado impulsando nuevos formatos que transmitan la sensaci¨®n del directo a trav¨¦s de la tecnolog¨ªa. Casi todos los d¨ªas he mantenido al menos una conversaci¨®n con une amigue o compa?ere sobre cu¨¢ndo podr¨¢n volver a ir de gira las bandas y c¨®mo ser¨¢n los conciertos cuando finalmente los permitan.
Pero hay una intensidad, una honestidad en las interacciones del directo que una pantalla frustra de inmediato. Las pantallas ¡ªla que tienes en la mano mientras lo ves y la que hay en la sala donde se captura la actuaci¨®n¡ª son puertas cerradas entre le escritore, la obra y le lectore. Lo ¨²nico que se mantiene es que hay algo que ver, pero no algo de lo que formar parte. Las pantallas funcionan para grabaciones, para el cine, para la televisi¨®n. Pero no pueden transmitir la inmediatez del directo. (¡)
La conexi¨®n es el primer paso hacia cualquier acto de reconocimiento, rendici¨®n de cuentas o responsabilidad. Ofrece, ya sea fugaz o duradero, un acercamiento al resto. Te sientes exultante. Sin miedo. Estoy en un espacio rodeade de gente a la que veo y siento, y mi experiencia es tal que cuando deje ese auditorio, ese club sudoroso, esa parte trasera de un bar, ese gran estadio o ese banco del parque donde le¨ª ese libro prestado y tome el metro para cruzar la ciudad y volver adonde sea que vaya a dormir, voy a ser consciente de cada ingeniere que atiende las v¨ªas del tren, de cada asistente de estaci¨®n que limpia la basura del and¨¦n y hace sonar el silbato para que se cierren las puertas. Voy a ser consciente de mi propia humanidad. Voy a ser consciente de mi propia complicidad. Voy a mostrar ternura y deferencia a las personas con las que me encuentre. La vida como la conocemos es totalmente irreal, totalmente inhumana. Nos hemos perdido les unes a les otres bajo este sistema del selfie y la hipercompetici¨®n. La m¨²sica es el gran estimulante. Les artistas no hacen su trabajo para que conspires, para que te sometas o para venderte sus ideales. Sirven a un prop¨®sito mayor. M¨¢s grande. M¨¢s profundo. Y por eso t¨² te sientes m¨¢s elevade, m¨¢s grande, m¨¢s profunde, porque conectas con lo que producen. (¡)
Una persona no puede funcionar en este mundo si pertenece por completo a otro. Pero tampoco funcionar¨¢ mejor si est¨¢ totalmente encerrada en ¨¦l. Si es as¨ª, se asfixia. Un sofocamiento de los sentidos. Una carencia desconcertante. La vida pasa, pero nada logra una resonancia profunda. A excepci¨®n del impacto instintivo de volver a sentir el nacimiento o la muerte, ninguna acci¨®n parece tener un alcance lo bastante profundo como para llevar a la persona a creer que la vida tiene sentido. Sin un prop¨®sito, los d¨ªas se vuelven im¨¢genes megabrillantes y vac¨ªas. O una procesi¨®n interminable de tareas que llevar a cabo. Cosas que hacemos porque se supone que es lo que hay que hacer. Cosas de las que disfrutamos porque se supone que hay que disfrutar de ellas. Me gusta esto porque soy as¨ª. Har¨¦ esto porque es lo que mi familia siempre ha hecho y es lo que se espera de m¨ª. Siempre as¨ª, sin consultar al esp¨ªritu de las profundidades, sin prestarle ninguna atenci¨®n. Ni siquiera le saludamos. As¨ª, perversamente, podemos estar online, proyectando un yo m¨¢s profundo al mundo exterior y, sin embargo, descuidando las partes que construyen ese yo profundo. Lo mismo se puede decir sobre hacerse con los adornos de una vida bien vivida. Un coche lujoso. S¨ªmbolos de estatus. Una pareja atractiva. Varias parejas atractivas. Mucha gente que sabe tu nombre. Ropa a la ¨²ltima. Una casa impecablemente limpia. Asegurarte de que tus hijes se saben la tabla de multiplicar de memoria. Cuidar de tu madre cada d¨ªa. Que te vean como un pilar para la comunidad. Nunca faltar a misa. Lo que sea que motive tu satisfacci¨®n.
No tienes que estar atente al ¡°arte¡± para sentir empat¨ªa o acceder a la profundidad. Se puede acceder a las profundidades universales a trav¨¦s del arte y, personalmente, as¨ª es como las he llegado a conocer yo, pero no siempre ocurre que el dibujo o la escritura te transporten a una conexi¨®n profunda. La creaci¨®n art¨ªstica, como cualquier otra cosa, puede ser percibida como algo desconectado, rutinario e insensible. Entonces, ?c¨®mo cambiar la perspectiva? (¡)
Hay muchas maneras de acceder a un lugar con potencial para resonar. Empieza por el reconocimiento de que todo tiene una resonancia. Cuando une cantante de ¨®pera llega a una nota en particular y rompe el cristal, est¨¢ ampliando la frecuencia resonante de ese objeto. Todos los objetos resuenan en una frecuencia. Eso tambi¨¦n te incluye a ti.
No es cierto que la insensibilidad deba ser derrotada para activar la creatividad. La insensibilidad y la conexi¨®n son sombras del mismo espectro. Durante toda mi vida me han ense?ado a dar un gran valor a las posesiones, al estatus social, a la aprobaci¨®n p¨²blica. Tengo que volver a entrenarme, si quiero aprender a valorar las cosas peque?as y que requieren tiempo. Peque?os intercambios. Intimidades genuinas. Pero ?c¨®mo me entreno? Podr¨ªa comenzar prestando especial atenci¨®n a aquello que normalmente no noto. El lugar en el que dos ¨¢rboles se unen por las ra¨ªces. Los ladrillos en la pared que atravieso. Las formas florales en las barandillas de hierro fundido. El color de las cosas. Las sensaciones de mi propio cuerpo. Y tambi¨¦n podr¨ªa intentar prestar especial atenci¨®n en momentos de gran estr¨¦s o crisis. O cuando siento que voy a la deriva, adentr¨¢ndome en la fantas¨ªa en vez de permanecer absorte en el momento. Enfrentarme al aburrimiento, en lugar de sucumbir al impulso de distraerme de ¨¦l. Es el rechazo, el rechazo a ¡°nuestras¡± normas sociales lo que crea contracultura, lo que ofrece una oportunidad para el cambio. No seas tan dure contigo misme. No puedes estar presente todo el tiempo. Pero cuanto m¨¢s nos centremos en nuestra propia experiencia, m¨¢s conscientes de la experiencia seremos; cuanto mayor sea la inmersi¨®n, mayor ser¨¢ la posibilidad de conexi¨®n. (¡)
Cada saludo a gritos, cada coche parado, cada sirena, cada ni?e que grita, cada perro, zorro, radio. Todos los sonidos de ah¨ª fuera son vida y gente viviendo. No es un ruido de fondo. Est¨¢ m¨¢s bien en un primer plano. ?Ves las ventanas de esos edificios? Mira hacia arriba. Hay vida ah¨ª dentro. Ap¨¢rtate. Sal de ti misme. Sintoniza con otra gente. Con el movimiento de las ramas, con la llegada repentina de la lluvia o con el patr¨®n de las olas. Con el modo en que esa pareja yace sobre la hierba. Con la manera que tiene ¨¦se de sentarse en el banco, con las manos entrelazadas, mirando hacia arriba. Con c¨®mo eses tres est¨¢n en el cruce, jugando con el pelo de le otre. Con la forma en que ese joven alterna el peso de las bolsas de la compra e intenta mantener el ritmo de las piernas fuertes de su madre. Ya est¨¢. Es esto. La belleza es esto.
Kae Tempest es rapera y escritora, autora, entre otros, del poemario ¡®Mantente firme¡¯ y la novela ¡®Cuando la vida te da un martillo¡¯. Este es un extracto de su libro ¡®Conexi¨®n¡¯, que publica Sexto Piso este 8 de marzo.
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