Fe de errores
Nadie se salva de cometer fallos. No nos diferenciamos por tenerlos o no, sino por c¨®mo los gestionamos
Los seres humanos no nos diferenciamos por la infalibilidad de unos y las equivocaciones de otros: todos cometemos errores, nadie se salva. Lo que s¨ª nos distingue es la forma de gestionarlos. Unos reconocen el fallo y le ponen remedio; y otros disimulan, lo ocultan o, todav¨ªa peor, se lo endilgan a los dem¨¢s. Las personas de este segundo grupo suelen reunir una caracter¨ªstica adicional: no reconocen sus errores, pero disfrutan con los ajenos.
El idioma espa?ol ha acu?ado la frase proverbial ¡°el mejor escribano echa un borr¨®n¡±, que cuenta con variedades como ¡°al mejor galgo se le escapa una liebre¡±, ¡°el m¨¢s diestro la yerra¡± o ¡°no hay caballo que no tropiece¡±. Estas expresiones tan comprensivas se dan tambi¨¦n en otros idiomas (v¨¦ase el refranero multiling¨¹e del Centro Virtual Cervantes). El franc¨¦s y el ingl¨¦s coinciden en la met¨¢fora: ¡°Il n¡¯y a si bon charretier qui ne verse¡± (¡°no hay tan buen carretero que no vuelque¡±) y ¡°the best cart may overthrow¡± (¡°el mejor carro puede volcar¡±). El euskera se fija tambi¨¦n en los equinos: ¡°Zaldi hoberena da noizpait lerratzen¡± (el mejor caballo resbala alguna vez); el catal¨¢n acude al sector textil, como era de esperar: ¡°el millor sastre esguerra un vestit¡± (el mejor sastre estropea un vestido); y el gallego se apunta asimismo a la figura del tintero, pero con m¨¢s gracia: ¡°Ao mellor escrib¨¢n c¨¢elle un borrancho¡±.
Y como los buenos escribanos sufren borrones, Mar¨ªa Moliner redact¨® en su diccionario esta definici¨®n de ¡°d¨ªa¡±: ¡°Espacio de tiempo que tarda el Sol en dar una vuelta completa alrededor de la Tierra¡±. Sin embargo, el Sol no da vueltas a la Tierra, sino que ocurre al rev¨¦s; y el d¨ªa dura lo que tarda nuestro planeta en dar una vuelta sobre su eje.
As¨ª que a una sensacional escribana se le cay¨® un borr¨®n, le volc¨® el carro, le tropez¨® el caballo o se le estrope¨® el vestido.
Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez tach¨® aquella definici¨®n de la gran Mar¨ªa Moliner como error ¡°imperdonable¡± y ¡°escandaloso¡±, en un art¨ªculo sobre diccionarios publicado en EL PA?S el mi¨¦rcoles 19 de mayo de 1982. Tal vez por eso la definici¨®n se corregir¨ªa en una edici¨®n p¨®stuma, en 1998.
Sin embargo, la cr¨ªtica del a?orado Gabo no quit¨® vigencia a lo que ¨¦l mismo hab¨ªa publicado en este diario el 10 de febrero de 1981, cuando en un art¨ªculo dedicado a la lexic¨®grafa aragonesa la elogiaba como autora del diccionario ¡°m¨¢s completo, m¨¢s ¨²til, m¨¢s acucioso y m¨¢s divertido de la lengua castellana¡±.
A su vez, el propio Nobel colombiano fue reconvenido en alguna oportunidad por Roberto Cadavid, Argos, que publicaba columnas sobre lenguaje en El Espectador, de Bogot¨¢. En una ocasi¨®n Argos reproch¨® a Garc¨ªa M¨¢rquez haber escrito en un art¨ªculo ¡°tocaban de o¨ªdas el acorde¨®n¡± (publicado el 21 de junio de 1983 en EL PA?S). Claro, los instrumentos no se tocan de o¨ªdas, sino de o¨ªdo.
?Son erratas o errores? El Diccionario acoge la locuci¨®n ¡°fe de erratas¡± (en la entrada ¡°fe¡±). Pero no aparece ¡°fe de errores¡±, que es la empleada en EL PA?S para dar cuenta de los suyos. La errata nace de un simple descuido al teclear. El error implica una equivocaci¨®n de concepto, a menudo cometida por despiste, falta de concentraci¨®n, nervios o agobio. Todos incurrimos en ellos. Y en esto tambi¨¦n los seres humanos se diferencian entre s¨ª: hay quien aprecia la humildad del que reconoce un fallo; mientras que otros descalifican a su autor incluso cuando se enteran por ¨¦l mismo de que existi¨® tal error. Cada uno ha de elegir con cu¨¢l de los dos grupos se junta.
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