Amargura y contradicciones de quien form¨® parte de ETA
Un libro de los profesores Jer¨®nimo R¨ªos y Egoitz Gago recoge nueve entrevistas in¨¦ditas a etarras que han cumplido d¨¦cadas de c¨¢rcel sin arrepentirse
Al anunciar la disoluci¨®n de ETA, el 3 de mayo de 2018, Josu Urrutikoetxea (Josu Ternera) resalt¨® como legado de la organizaci¨®n terrorista la supervivencia de Euskadi como ¡°pueblo vivo¡± y la introducci¨®n en el debate pol¨ªtico del derecho a la autodeterminaci¨®n, e inst¨® a sus exmilitantes a lograr su reconocimiento legal. Trataba, con ese ¨²ltimo discurso, de aminorar la derrota militar de una organizaci¨®n que, tras seis d¨¦cadas de terrorismo, se retiraba sin lograr sus objetivos pol¨ªticos: el derecho de autodeterminaci¨®n para Euskal Herria y la uni¨®n de Euskadi y Navarra. Curiosamente, los nueve exmilitantes de ETA que han entrevistado Jer¨®nimo R¨ªos y Egoitz Gago en su libro La lucha hablada. Conversaciones con ETA (Editorial Altamarea) mantienen la pauta marcada por el hist¨®rico dirigente etarra.
El libro de R¨ªos y Gago descubre la evoluci¨®n de ETA, de la sociedad vasca y sus contradicciones, desde la mirada de un grupo singular de nueve militantes etarras ¡ªdos mujeres entre ellos¡ª que han cumplido entre 20 y 30 a?os de c¨¢rcel. Para encontrar un precedente de algo as¨ª hay que remontarse al texto de Miren Alcedo Militar en ETA, publicado en 1996. R¨ªos y Gago aportan una mirada in¨¦dita, la del final del terrorismo.
La primera sorpresa es que ning¨²n entrevistado se arrepiente de haber pertenecido a ETA ni de haber practicado el terrorismo. Tambi¨¦n se percibe que su testimonio de firmeza es impostado porque refleja amargura, desconcierto y contradicciones. ¡°La lucha armada no ha logrado los objetivos que persegu¨ªa, pero sin ETA no ser¨ªamos lo que somos¡±, se?ala un entrevistado. A?ade otro: ¡°Despu¨¦s de que hayamos perdido, sigo pensando que intentar la lucha armada mereci¨® la pena¡±. ¡°No hemos logrado ni la autodeterminaci¨®n ni la territorialidad, pero tampoco fue un fracaso¡±, culmina un tercero. Los testimonios revelan que es duro para quien ha pasado 20 a?os o m¨¢s en la c¨¢rcel reconocer que su militancia no sirvi¨®, que asesin¨® por una causa artificial, ajena a los problemas reales de la sociedad. De ah¨ª que la proporci¨®n de etarras arrepentidos sea minoritaria en el colectivo de expresos y que incurran en contradicciones. Alcanzan su plenitud en la confesi¨®n de un exetarra: ¡°ETA fue derrotada, pero dio sentido a mi vida¡±.
R¨ªos, que en un trabajo previo sobre Colombia hab¨ªa entrevistado a miembros de la guerrilla colombiana de las FARC, admiti¨®, con Gago, que los exetarras entrevistados no dieran sus nombres para facilitar sus confesiones (algunos tienen causas pendientes) y para que se expresaran con mayor libertad. Cada entrevista se alarg¨® varias horas.
Los exetarras admiten la derrota militar al disolverse sin lograr sus objetivos. Pero mantienen la validez pasada del terrorismo con justificaciones forzadas como la supervivencia de Euskadi, el fortalecimiento del euskera o el freno al nacionalismo espa?ol. ¡°ETA ha permitido que este pa¨ªs no desaparezca; ha servido para mantener el conflicto pol¨ªtico que no empieza con el franquismo y ha conseguido que este pueblo siga vivo¡±, resume uno.
La justificaci¨®n del terrorismo por la supervivencia de Euskadi es una idea heredada del fundador del PNV, Sabino Arana, que tem¨ªa que esta desapareciera debido a la inmigraci¨®n. M¨¢s sofisticados parecen algunos testimonios que atribuyen a ETA haber introducido en el debate pol¨ªtico el derecho de autodeterminaci¨®n, algo que tambi¨¦n reivindica el PNV sin haber practicado el terrorismo. Otro, pat¨¦tico en mi opini¨®n, atribuye a ETA que la izquierda abertzale pasara de tercera a segunda fuerza pol¨ªtica en las elecciones auton¨®micas¡ªprecisamente era tercera fuerza cuando ETA estaba activa¡ª.
Los exetarras son un¨¢nimes en considerarse abertzales antes que socialistas y anteponen el derecho a decidir a su pretendido izquierdismo. ¡°Yo soy socialista, pero antes independentista¡±, resume un entrevistado en el libro. Tambi¨¦n reconocen que el terrorismo deb¨ªa haber cesado antes. ¡°La mayor¨ªa de la militancia te diremos que tuvo que haberse terminado cuando percibimos la p¨¦rdida de apoyo social¡±, se?ala otro. Bastantes sit¨²an esta p¨¦rdida de apoyo en las movilizaciones de Gesto por la Paz de mediados los a?os noventa, y son un¨¢nimes en considerar que la matanza yihadista del 11-M de 2004 en Madrid, con casi 200 v¨ªctimas, signific¨® la puntilla para el terrorismo etarra.
Arnaldo Otegi apuntaba en el documental El fin de ETA (2016) que el terrorismo debi¨® cesar antes sin precisar mucho, aunque apunt¨® a la entrada de Espa?a en la Comunidad Europea en 1985. Es decir, 25 a?os antes. Es en este punto donde los expresos etarras son m¨¢s cr¨ªticos. Alguno denuncia la ¡°perplejidad¡± que le provoc¨® el atentado etarra de Barajas, que rompi¨® la tregua de 2006, y critica a las ¨²ltimas direcciones de ETA por no consultar y perder contacto con la calle.
Los exetarras se?alan, con amargura, que la sociedad que se encontraron al salir de prisi¨®n ha empeorado: ¡°Hay menos conciencia de clase, m¨¢s individualismo y mucha menos capacidad movilizadora¡±, dice uno. Tambi¨¦n coinciden en que ingresaron en ETA en los a?os ochenta o noventa motivados por la represi¨®n en Euskadi, lo que revela la endogamia del mundo abertzale: entonces, la sociedad vasca viv¨ªa en democracia y con autogobierno. Elevaban a categor¨ªa de represi¨®n generalizada actos aislados de guerra sucia (termin¨® en 1987) y de abusos policiales.
Adem¨¢s de endogamia, los testimonios revelan disciplina: asumen un¨¢nimemente que el ciclo de ETA ha terminado. Una disciplina que se revel¨® cuando surgi¨® un grupo disidente tras el cese del terrorismo, que quem¨® autobuses en Leioa y Derio. Bast¨® el rechazo de Sortu y que los autores de los desmanes fueran avisados para que cesaran. Sortu, por cierto, consigui¨® que la mayor¨ªa de sus presos boicotearan la V¨ªa Nanclares (proyecto de reinserci¨®n que pasa por el rechazo y el repudio de la violencia de ETA), pese a que en ella participaban referentes como Jos¨¦ Luis ?lvarez Txelis y Joseba Urrusolo. El Gobierno de Rajoy, finalizado el terrorismo, tampoco hizo nada por estimular la v¨ªa de reinserci¨®n.
Los testimonios recogidos en el libro contrastan con la posici¨®n de los exetarras acogidos a la reinserci¨®n, cr¨ªticos con la direcci¨®n de ETA por la prolongaci¨®n de la violencia y por su radicalidad artificial. La reinserci¨®n les ha conducido a una reflexi¨®n ¨¦tica de rechazo al terrorismo, les ha reconciliado con la mayor¨ªa social que reclama una memoria cr¨ªtica del pasado. Una tarea pendiente para parte importante del colectivo exetarra, sometido a la amargura y desconcierto de sus contradicciones.
Luis R. Aizpeolea es periodista especializado en terrorismo. Ha escrito, entre otros, los libros ¡®Los entresijos del final de ETA¡¯ y ¡®ETA. Del cese del terrorismo a la disoluci¨®n¡¯. Tambi¨¦n es autor del pr¨®logo de ¡®La lucha hablada. Conversaciones con ETA¡¯, de Jer¨®nimo R¨ªos y Egoitz Gago, publicado por la Editorial Altamarea.
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