El Pa¨ªs Vasco necesita de una memoria compartida. Para que la historia no se repita
Desde que ETA anunci¨® en 2011 el cese definitivo del terrorismo, escribe Luis R. Aizpeolea, la regi¨®n ha cambiado mucho. Pero es vital construir una visi¨®n com¨²n
El principal problema pendiente hoy en Euskadi es el ajuste de cuentas con el pasado, la ausencia de una memoria compartida. Casi una mitad de la sociedad vasca quiere olvidar sin haber extra¨ªdo consecuencias del pasado terrorista. Es el resultado de una mala conciencia por haber mirado a otra parte cuando ETA quiso imponer su proyecto independentista por la violencia y la izquierda abertzale se ampara en ella para eludir su autocr¨ªtica por su pasada complicidad con la organizaci¨®n terrorista. Un silencio y un vac¨ªo que obstruyen la convivencia. Incluso siguen produci¨¦ndose homenajes p¨²blicos a presos etarras excarcelados tras cumplir condena. Algunos ayuntamientos como Hernani, Oiartzun y Renter¨ªa, gobernados por Bildu, introducen en los espacios p¨²blicos municipales informaciones referentes a los reclusos etarras locales, como ha denunciado recientemente un grupo de v¨ªctimas de ETA.
El pasado enero, en v¨ªsperas de cumplirse el 25? aniversario de los asesinatos de ETA del socialista Fernando M¨²gica y del expresidente del Tribunal Constitucional Francisco Tom¨¢s y Valiente, la portavoz de Bildu en el Parlamento vasco, Maddalen Iriarte, desvinculada del historial de la antigua Batasuna, dio por cumplido el recorrido ¨¦tico de la izquierda abertzale al se?alar que ¡°el da?o causado por ETA est¨¢ reconocido¡± y sobre su injusticia a?adi¨® que ¡°cada uno tendr¨¢ su relato que hacer¡±. Iriarte ratificaba la declaraci¨®n de febrero de 2012 de Sortu sobre el reconocimiento del da?o causado. Admit¨ªa la obviedad de que ETA hab¨ªa da?ado a quienes hab¨ªa atacado y a sus familias. Pero la injusticia del terrorismo etarra, que asesin¨® en democracia ¡ªel 92% de sus cr¨ªmenes¡ª a quienes discrepaban de su proyecto pol¨ªtico, la consideraba opinable.
Quienes pod¨ªan renovar la izquierda abertzale con una seria revisi¨®n del pasado se limitan a remozar la fachada. La izquierda abertzale sigue en el inmovilismo. Urrusolo, exdirigente de ETA y disidente, suele recordar que las bases de Batasuna ¡ªhoy Sortu¡ª votaron la estrategia de socializaci¨®n de sufrimiento que respald¨® los asesinatos de ETA contra quienes no pensaban como ellos. Tambi¨¦n recuerda que sus dirigentes civiles, hoy en Sortu, marcaron la estrategia pol¨ªtica que los militares tradujeron en actividad terrorista. Desaparecida ETA, Sortu tendr¨ªa que reconocer ante las v¨ªctimas y la sociedad el da?o injusto causado, concluye acertadamente Urrusolo. Es necesario para que la historia no se repita.
Hoy, la ausencia de autocr¨ªtica de Sortu sobre su pasada complicidad con el terrorismo es el principal obst¨¢culo para una completa convivencia en Euskadi. Impide que toda la representaci¨®n pol¨ªtica, y con ella toda la sociedad vasca, comparta una visi¨®n com¨²n de la etapa terrorista en Euskadi. Y al no compartirla no es posible concluir que todos exigen que esa historia no deba repetirse.
La construcci¨®n de una paz con memoria pasa necesariamente por la educaci¨®n. Desde hace ya 10 a?os las v¨ªctimas del terrorismo est¨¢n pasando por las aulas para que las generaciones j¨®venes conozcan el pasado terrorista y evitar que se repita. Sus intervenciones son limitadas, no todos los centros las reclaman. No tardar¨¢ en implantarse la historia del terrorismo en la educaci¨®n reglada. Ser¨¢ clave para combatir la desmemoria. El reconocimiento pendiente de Sortu de la injusticia causada por el terrorismo etarra deber¨ªa completarse con el de una autoridad del Estado por una guerra sucia insuficientemente investigada y una aplicaci¨®n de la tortura escasamente controlada, sobre todo, en los a?os de plomo. Varias sentencias del Tribunal de Estrasburgo han acusado a Espa?a de no haber investigado casos de tortura. Las recientes peticiones por unanimidad del Parlamento de Navarra y de los ayuntamientos de Pamplona y San Sebasti¨¢n para que se reabra el caso de Mikel Zabalza, un joven oficialmente ahogado tras su detenci¨®n en el cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo (San Sebasti¨¢n) en 1985 y sobre el que se sospecha que muri¨® por torturas, muestran que a¨²n no existe una reconciliaci¨®n con la historia pasada. No obstante, ser¨ªa injusto no admitir que se han producido avances importantes, como el reconocimiento, por v¨ªa legal, de las v¨ªctimas de la guerra sucia; de la existencia de una ley auton¨®mica de v¨ªctimas de los abusos policiales y de sentencias judiciales condenatorias a pol¨ªticos y funcionarios del Estado que las practicaron.
Aunque con retraso, el Estado ¡ªy con ¨¦l las instituciones vascas¡ª ha sabido colocar en el centro de la escena a las v¨ªctimas del terrorismo. El terrorismo gener¨® v¨ªctimas, pero tambi¨¦n resistentes, y algunos tuvieron la doble condici¨®n. Le queda pendiente al Estado el reconocimiento p¨²blico a quienes resistieron al terrorismo, como los concejales y las organizaciones que movilizaron a la sociedad contra la violencia como Gesto por la Paz, Foro de Ermua y Basta Ya. E incluso la condecoraci¨®n a los polic¨ªas que combatieron lo que fue una herencia perversa de la dictadura, el terrorismo. Hace ya seis a?os, al cumplirse el cuarto aniversario del cese definitivo del terrorismo, lo reivindic¨® Jes¨²s Eguiguren, expresidente del PSE e interlocutor del Gobierno con ETA en el proceso dialogado de 2006: ¡°No ha habido una resoluci¨®n del Parlamento reconociendo el final del terrorismo. Es una mezquindad del Estado hacia los miles de h¨¦roes an¨®nimos que contribuyeron al final del terrorismo. Parece que el Gobierno del PP quiere mantener la ficci¨®n de que el terrorismo sigue cuando el Pa¨ªs Vasco es el territorio m¨¢s pac¨ªfico de Espa?a. No solo ha desaparecido la violencia. Tambi¨¦n la crispaci¨®n y los insultos¡±.
Junto al problema de fondo de la ausencia de autocr¨ªtica de la izquierda abertzale se une la crisis de identidad por la que atraviesa el PP, el principal partido de la derecha. El PP de Casado, presionado por Vox, no ha erigido un proyecto claro de centro derecha, lo que afecta a su visi¨®n del Pa¨ªs Vasco. En sus l¨ªderes y en su ¨¢mbito medi¨¢tico sigue identific¨¢ndose a Bildu con ETA. Algunos de sus comentaristas escriben el disparate de que ETA nunca ha tenido tanta influencia como hoy en el Gobierno de Espa?a. Esa radicalidad pol¨ªtica impide un consenso nacional para cerrar el cap¨ªtulo etarra con una paz con memoria. Se puso de manifiesto el pasado 4 de marzo cuando el Gobierno de Espa?a intent¨® escenificar la derrota de ETA en un acto simb¨®lico en el cuartel de la Guardia Civil de Valdemoro (Madrid). El Gobierno se precipit¨® en su convocatoria. Cometi¨® claros errores organizativos ante un acto tan sensible que necesitaba de un amplio consenso. Pero la disposici¨®n del PP a colaborar con ¨¦l fue nula. Casado mantiene la tradici¨®n de seguir utilizando el terrorismo etarra ¡ªhoy su memoria¡ª como elemento de confrontaci¨®n con el Gobierno aprovechando el apoyo parlamentario y puntual que recibe de Bildu, y as¨ª no es posible construir una paz con memoria.
Tampoco Podemos, aunque ha dejado claro su rechazo al terrorismo, parece sensible a construir una memoria compartida cuando no exige a la izquierda abertzale una autocr¨ªtica por su pasada complicidad con el terrorismo. Podemos, que reivindica un patriotismo democr¨¢tico, deber¨ªa incluir junto al justo reconocimiento a la memoria de las v¨ªctimas del franquismo el de las de ETA porque la organizaci¨®n terrorista fue un enemigo declarado de la democracia y la libertad en Euskadi y en Espa?a.
No se trata de ajustar cuentas con el pasado, sino de construir el futuro, se trata de leer la p¨¢gina antes de pasarla.
Luis R. Aizpeolea es periodista especializado en ETA. Ha escrito, entre otros, los libros ¡®Los entresijos del final de ETA¡¯. Este extracto pertenece al libro ¡®ETA. Del cese del terrorismo a la disoluci¨®n¡¯ (Catarata), que se publica este 10 de mayo.
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