¡°Aqu¨ª no pueden entrar ni?os¡±. ?Son discriminatorios los hoteles o restaurantes ¡®solo para adultos¡¯?
Frente a quienes se quejan de la presencia de menores en espacios de ocio, algunos expertos afirman que la inclusi¨®n de la infancia es, simplemente, una cuesti¨®n democr¨¢tica
Al protagonista de Telmo no quiere ser un ni?o, de Carlo Frabetti, no le gusta caminar bajo un bosque de piernas ni que le rega?en por hacer las cosas que hacen los ni?os. Para Telmo las personas mayores son ¡°como sombras borrosas¡± que no entienden sus necesidades vitales. So?ar, crear, jugar. Su historia puede servir como ejemplo del espacio social que ocupan ni?os y ni?as en nuestra cultura. ?Podemos hablar de ni?ofobia? ?Existe?
Hace una o dos generaciones, lo habitual en nuestra sociedad era que los ni?os pasaran mucho tiempo en el exterior, jugando y relacion¨¢ndose con chavales de distintas edades, sin intervenci¨®n de adultos, explica Mar¨ªa Jos¨¦ Garrido Mayo, doctora en Antropolog¨ªa y especialista en maternidad e infancia. Hoy los ni?os y adolescentes ¡°molestan en todas partes¡±, por eso creamos espacios espec¨ªficos para ellos y no forman parte de la vida social de los adultos. La periodista californiana Michaeleen Doucleff, autora de El arte perdido de educar, cree que la cultura occidental insiste en esta divisi¨®n porque se piensa que los ni?os no son capaces de aprender a participar en el mundo de los adultos hasta que son bastante mayores.
Restaurantes, hoteles, vagones de tren y celebraciones cuyo principal reclamo o atractivo es ser espacios libres de ni?os. No es un fen¨®meno nuevo. En el a?o 2000, un art¨ªculo publicado en The New York Times ya hablaba de un movimiento surgido en Estados Unidos que reivindicaba ¡°childfree zones¡±, zonas libres de ni?os. En ¨¦l se menciona a la organizaci¨®n No Kidding!, un ¡°club social sin ¨¢nimo de lucro¡± para personas sin hijos. ¡°Como individuos, los miembros del club estamos a favor de las zonas libres de ni?os, al igual que los no fumadores apoyan los lugares p¨²blicos y de trabajo libres de humo¡±, explica su fundador, Jerry Steinberg, por correo electr¨®nico. Los cines con pel¨ªculas para adultos, los restaurantes de lujo y las salas de conciertos son espacios en los que, opina, los lloros o los gritos de un ni?o pueden arruinar la diversi¨®n.
El fundador de No Kidding! no cree que su postura sea discriminatoria: t¨¦cnicamente, cualquier restricci¨®n lo es, pero en muchos casos est¨¢ justificado. ¡°Las restricciones de covid discriminan a las personas que no est¨¢n vacunadas, pero salvan vidas. Cuando vas a un hotel no quieres que los beb¨¦s que lloran, los ni?os peque?os incontrolados y los adolescentes detestables arruinen tu escapada¡±, afirma. Seg¨²n datos del portal especializado en escapadas tem¨¢ticas Weekendesk.es, las reservas de planes para adultos han aumentado un 34% con respecto al a?o pasado. Brigitte Hidalgo, directora de operaciones del portal, considera que en Espa?a se ha popularizado el concepto como respuesta a una diversificaci¨®n en la demanda tur¨ªstica. ¡°Hay momentos en los que adem¨¢s de conocer un destino queremos descansar y pasarlo bien. Estos establecimientos se han especializado en ofrecer servicios orientados a satisfacer ese deseo. El reclamo no es discriminatorio porque el 50% de las reservas las hacen personas con hijos¡±, se?ala.
Lourdes Gait¨¢n, socia fundadora del Grupo de Sociolog¨ªa de la Infancia y la Adolescencia (GSIA), asegura que ¡°los que abogan por zonas libres de ni?os perciben a estos como un asunto privado¡±. Para Gait¨¢n es importante reflexionar sobre la posici¨®n de los ni?os en la sociedad, su invisibilidad, y la separaci¨®n de los espacios p¨²blicos y privados, cada vez m¨¢s marcada en las sociedades posmodernas. Los ni?os, sostiene Gait¨¢n, est¨¢n contenidos dentro de espacios particulares y rara vez se les permite expresarse en espacios p¨²blicos, que parecen pertenecer a los mayores.
?Tenemos los adultos potestad para reservar espacios solo para nosotros? Si bien espacios como un hotel o un restaurante cuentan con derecho de admisi¨®n, normas claras y objetivas de obligado cumplimiento, estas afectan por igual a las personas que ocupan ese lugar, sean adultos o ni?os. Iv¨¢n Rodr¨ªguez y Marta Mart¨ªnez, soci¨®logos del grupo de trabajo por los derechos de la infancia Enclave y autores del estudio Infancia confinada, recuerdan que el art¨ªculo 14 de la Constituci¨®n Espa?ola se?ala que no se puede discriminar a nadie por razones de nacimiento, raza, sexo, religi¨®n o cualquier otra condici¨®n o circunstancia personal o social, que es donde puede encajar la edad. ¡°Los espacios libres de ni?os son una suerte de apartheid basado en la edad¡±, asegura Marta Mart¨ªnez.
Cabe preguntarse si el rechazo a los ni?os por ser ni?os es equiparable al racismo o la homofobia. Para el soci¨®logo Iv¨¢n Rodr¨ªguez, en todos los casos se produce el rechazo hacia un colectivo bas¨¢ndose en rasgos innatos o adscritos o bien de los que el individuo dif¨ªcilmente puede desprenderse: es el caso del color de la piel, el sexo o la orientaci¨®n sexual y, trat¨¢ndose de la infancia, de los a?os. La cuesti¨®n, seg¨²n Rodr¨ªguez, es que el racismo, el sexismo o la homofobia acontecen en un contexto social en el que ya se es consciente del problema y hay un discurso expl¨ªcito que los combate. En el caso de la infancia es diferente: ¡°No tenemos desarrollada esa sensibilidad ni esa conciencia y hemos naturalizado representaciones de lo infantil en las que los ni?os son ingobernables, molestos o inferiores a nosotros, por lo que no nos pueden comprender ni respetar¡±, apunta. La experta Lourdes Gait¨¢n, que recuerda que la sociolog¨ªa de la infancia ha estudiado ampliamente la ¡°discriminaci¨®n por motivo de edad¡±, invita a cuestionar estereotipos que establecen que los ni?os y las ni?as son incapaces o carecen de habilidades.
Los adultos, como en el cuento de Telmo, desconocemos en realidad lo que es la infancia, ese ¡°pa¨ªs extra?o donde todo pasa de una manera diferente¡±, que dec¨ªa Carmen Mart¨ªn Gaite. Este ¡°adultocentrismo¡±, para la antrop¨®loga Mar¨ªa Jos¨¦ Garrido, es una consecuencia de una sociedad obsesionada por la productividad. ¡°El sistema econ¨®mico que determina nuestra organizaci¨®n social, basado en el capitalismo y el liberalismo econ¨®mico, genera una sociedad muy estructurada y jerarquizada, marcadamente adultoc¨¦ntrica¡±, reflexiona. Seg¨²n ella, los grupos que no son consumidores no interesan: ¡°Ni los espacios para ni?os se piensan desde la infancia. Tampoco se consulta a los ni?os en relaci¨®n con cualquier medida que les pueda afectar. Un claro ejemplo de las prioridades sociales lo vimos el pasado a?o durante la pandemia, cuando las terrazas de los bares estaban abiertas mientras los parques infantiles segu¨ªan clausurados¡±.
?Qu¨¦ necesitamos para cambiar? Dice el reconocido psicopedagogo italiano Francesco Tonucci que los adultos somos muy ego¨ªstas pensando que podemos construirlo todo alrededor del mundo adulto. Nos equivocamos. ¡°Escuchar a la infancia significa abrir la pol¨ªtica a las necesidades de todos. Es una cuesti¨®n democr¨¢tica¡±, declara. Una sociedad que incluya a la infancia y que no la discrimine va de la mano del fomento de su participaci¨®n y de dotar de valor sus capacidades. No se trata de que los ni?os se comporten como adultos, sino de que contemos con ellos. Dejar de ser el ¡°bosque de piernas¡± y la ¡°sombra borrosa¡± que ve Telmo.
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