No, de ninguna forma
El riesgo del llamado ¡®cord¨®n sanitario¡¯ a?la extrema derecha es mucho menor que el que supone incorporarla a gobiernos
La primera condici¨®n que ha puesto Vox para dar sus votos al Partido Popular y formar gobierno de coalici¨®n en Castilla y Le¨®n ha sido la derogaci¨®n de dos leyes: la de Memoria Hist¨®rica y la de lucha contra la Violencia de G¨¦nero. El pre¨¢mbulo de la primera dice textualmente: ¡°La Junta, en el marco de su Estatuto de Autonom¨ªa, reconoce la deuda que la Naci¨®n Espa?ola tiene con las v¨ªctimas de la guerra civil y de la dictadura franquista¡±. La segunda ley empieza as¨ª: ¡°La violencia de g¨¦nero constituye la manifestaci¨®n m¨¢s grave de la desigualdad, del dominio y abuso de poder de los hombres sobre las mujeres¡±.
Estos son los dos primeros objetivos de Vox cuando logre integrarse en alg¨²n gobierno: normalizar el franquismo y sus cr¨ªmenes y reivindicar el derecho de los hombres a cometer abusos sobre las mujeres. Por eso es fundamental que Vox no entre a formar parte de ning¨²n gobierno y que los partidos de derecha y de centro izquierda aporten todo aquello que sea necesario para impedirlo. Eso es ahora m¨¢s importante que cualquier batalla interna.
Numerosos estudios acad¨¦micos se?alan que lo m¨¢s peligroso respecto a la extrema derecha es permitir que accedan a los gobiernos, donde es mucho m¨¢s r¨¢pido normalizar sus mensajes machistas, autoritarios y antinmigraci¨®n. El riesgo que conlleva la estigmatizaci¨®n de esos grupos, el llamado cord¨®n sanitario, es infinitamente menor que el que supone facilitarles los altavoces, la repercusi¨®n medi¨¢tica y el escudo de reputaci¨®n que implica su incorporaci¨®n a la gesti¨®n de los gobiernos. ¡°Esos partidos¡±, argumentan los soci¨®logos James Dennison y Mariana Mendes, ¡°tienen ¨¦xito cuando son capaces de evitar el estigma del extremismo, (¡) equipados con un escudo de reputaci¨®n del que los partidos de su tipo no disfrutan, pueden volver a centrarse en los temas m¨¢s controvertidos, por lo general la inmigraci¨®n, que conlleva una movilizaci¨®n mucho mayor¡±.
Es cierto que el PP y otros partidos europeos han llegado ya a acuerdos de investidura con la extrema derecha. Pero una cosa son esos acuerdos y otra, mucho m¨¢s peligrosa, darles acceso a los ¨®rganos de gobierno. Por eso, la oferta del PSOE de abstenerse para permitir la investidura en solitario del candidato del PP, con la condici¨®n de que su partido rompa los acuerdos ya alcanzados con Vox en otros lugares de Espa?a tiene poco recorrido. Primero, porque es un objetivo inalcanzable, y segundo, porque implica un beneficio para el PSOE. Y no se trata de buscar beneficios pol¨ªticos o electorales, sino de algo mucho m¨¢s importante: cerrar el paso a un grupo pol¨ªtico en cuyos programas y declaraciones se escuchan ecos de lo que el polit¨®logo Robert Paxton llama temas fascistas cl¨¢sicos: ¡°miedos al declive; afirmaci¨®n de la identidad nacional y cultural; una amenaza de extranjeros inasimilables a la identidad nacional y al buen orden social, y la necesidad de una autoridad para hacer frente a estos problemas¡±.
Todo ello unido al nuevo empuje que llega desde la llamada manosphere, las p¨¢ginas web que re¨²nen a los hombres que se consideran v¨ªctimas de los cambios provocados por el feminismo y exigen que ¡°las mujeres se contenten con ser defendidas, como propiedad, por hombres que se reservan el derecho de perpetrar abusos¡± (Alice Warwick, Rebecca Lewis. Data & Society Research Institute).
El p¨¦simo error de c¨¢lculo de Pablo Casado al precipitar la convocatoria de elecciones en Castilla y Le¨®n no puede encontrar respuestas tambi¨¦n equivocadas: creer que Isabel D¨ªaz Ayuso hubiera sido capaz de frenar el voto de Vox en Castilla y Le¨®n o que lo ser¨¢ en toda Espa?a, cuando lo m¨¢s probable es que est¨¦ sucediendo lo contrario, que el mensaje extremista de D¨ªaz Ayuso est¨¦ avivando el voto de Abascal. El PP tiene mucho trabajo por delante para intentar corregir su enorme desatino, negociando primero con todos los grupos peque?os para conseguir al menos que su minor¨ªa pase de 31 a 39. Y despu¨¦s pedir a Vox que dos de sus procuradores se abstengan. Pero si Vox insiste en formar parte del gobierno, el PSOE debe ceder esos dos esca?os, sin condiciones.
Mientras que aparece una causa progresista capaz de unir a una clara mayor¨ªa, importa mucho no dejar que el extremismo llegue al gobierno. Como dijo Stephen King: ¡°Si quiere saber a qu¨¦ puede conducir el extremismo pol¨ªtico, preste especial atenci¨®n al fotograma 313 del v¨ªdeo de Dallas, donde explota la cabeza de Kennedy¡±.
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