Por qu¨¦ estamos polarizados
Las ¨²ltimas elecciones han enfrentado a los dem¨®cratas de todos los partidos y los que no lo son
En las ¨²ltimas semanas se han celebrado elecciones de distinta naturaleza en tres grandes pa¨ªses: Brasil, Israel y EE UU. En ellas, como antes en otras muchas, se han manifestado enormes grados de polarizaci¨®n pol¨ªtica y social entre los ciudadanos. Pero esa polarizaci¨®n no ha emergido porque la izquierda se haya inclinado m¨¢s hacia la extrema izquierda y la derecha hacia la extrema derecha, sino que el giro solo se ha producido dentro de esta segunda opci¨®n ideol¨®gica. En muchos casos, la derecha ha dejado de lado sus tradicionales posiciones liberales y conservadoras y ha contorsionado a posiciones cercanas al fascismo (Trump, Bolsonaro¡).
?Es ello solo una estrategia electoral o es el esp¨ªritu de nuestro tiempo? Hay elementos de ambos. La estrategia consiste en movilizar ad limitem a los electores propios, para asegurarse su lealtad radicalizando las posiciones, y en atribuir la radicalizaci¨®n al contrario, para desmovilizarlo en lo que se pueda. Ello conlleva una deslegitimaci¨®n permanente del otro.
Se utilizan unas formas ¨¢speras, rayanas en muchas ocasiones en el insulto; la desmesura en la cr¨ªtica al adversario, sin respeto a las reglas que exige la cortes¨ªa parlamentaria; la magnificaci¨®n de los errores de los dem¨¢s, as¨ª como de las m¨¢s m¨ªnimas discrepancias con ellos; la distorsi¨®n de los hechos, negando haber realizado lo que consta en todas las hemerotecas y en Google; la desautorizaci¨®n de las iniciativas del adversario no en funci¨®n de sus resultados, sino de las perversas intenciones que se le atribuyen, y la deslocalizaci¨®n de las cr¨ªticas, traslad¨¢ndolas del Congreso y del Senado a un ecosistema de medios de comunicaci¨®n muy afines, de modo que el relato parlamentario busca menos el intercambio de propuestas y opiniones que su eco medi¨¢tico.
Uno de los grandes ide¨®logos de esta estrategia (de la crispaci¨®n, se vino a denominar) fue el norteamericano Karl Rove, asesor principal de George W. Bush (que sin embargo hoy parece un moderado al lado de Donald Trump, al que ha criticado p¨²blicamente, rompiendo una tradici¨®n estadounidense en la que los antiguos presidentes no terciaban en la labor del que ejerce). Los conservadores espa?oles, con Aznar, Rajoy y Pablo Casado, impulsados por sus gabinetes de estrategia, pronto importaron a su discurso parte de esas ideas, rompiendo el esquema de que para obtener el poder no vale todo y, sobre todo, no vale la deslegitimaci¨®n continua del ?adversario.
En lo poco que lleva liderando el PP, Alberto N¨²?ez Feij¨®o alterna cuatro verbos que pertenecen a la ¡°estrategia de la crispaci¨®n¡±, que ahora se denomina polarizaci¨®n (aunque no sean exactamente lo mismo): 1) negarse a aceptar cualquier oferta de acuerdo en asuntos centrales por parte del Gobierno inclin¨¢ndose a invertir los papeles, y exigi¨¦ndole pactos y compromisos basados en sus contrapropuestas, como si le correspondiese a ¨¦l la direcci¨®n de la pol¨ªtica nacional (Consejo General del Poder Judicial); 2) introducir en la agenda pol¨ªtica asuntos de Estado vetados por la tradici¨®n para la discusi¨®n interpartidista (pol¨ªtica exterior, terrorismo¡); 3) renunciar a la discusi¨®n de las pol¨ªticas del Gobierno, tratando de deslegitimarlas por todos los medios (reforma laboral); y 4) rechazar de modo sistem¨¢tico las iniciativas del Ejecutivo evitando competir con ¨¦l mediante la contraposici¨®n de las suyas propias (escudo social).
En el libro Por qu¨¦ estamos polarizados (Capit¨¢n Swing), su autor, Ezra Klein, desarrolla con abundancia la tesis de que la estrategia de la crispaci¨®n ha sido utilizada por Trump tanto desde la Casa Blanca como desde la oposici¨®n. Desde que apareci¨® en la primera l¨ªnea del panorama pol¨ªtico, Trump ha practicado una total ausencia de colaboraci¨®n con el Partido Dem¨®crata y un tono dur¨ªsimo en sus intervenciones p¨²blicas, que ha dado lugar en muchas ocasiones al agravio (incluso al desprecio a algunos compa?eros del Partido Republicano, m¨¢s templados o competidores suyos). Ello ha conducido a esa sensaci¨®n tan actual de estar permanentemente al borde del abismo y a que se hubieran considerado estas elecciones de medio mandato en EE UU como una confrontaci¨®n entre dem¨®cratas de todos los partidos y los que no lo son.
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