Los Napoleones de las grandes tecnol¨®gicas: el peligro del empresario convertido en dictador eg¨®latra
La acumulaci¨®n de poder en una sola persona implica riesgos, como demuestran los casos de Sam Bankman-Fried, en FTX, Elon Musk, en Twitter y Mark Zuckerberg, en Meta
Hace mucho tiempo que las empresas tienen que gestionar el ¡°riesgo de la persona clave¡±, llegando inclusive a contratar seguros contra la posibilidad de perder a sus altos ejecutivos por muerte, enfermedad o lesiones. Pero el colapso de la Bolsa de criptomonedas FTX, el derrumbe del precio de las acciones de Meta y el caos de Twitter luego de ser comprada por Elon Musk sugieren que la ¡°persona clave¡± puede plantear un tipo muy diferente de peligro. Llam¨¦moslo riesgo del ¡°fundador napole¨®nico¡±. Quiz¨¢ los inversores y los prestadores deber¨ªan exigir una prima para cubrir el riesgo de que un empresario estrella alg¨²n d¨ªa se convierta en un dictador eg¨®latra, quemando dinero en el camino.
El riesgo no es nuevo, por supuesto. La historia empresarial est¨¢ plagada de ejecutivos que se vuelven deshonestos con fondos corporativos o de empresarios exitosos que no toman conciencia de que las empresas maduras y cotizadas no son sus juguetes personales. Pero con cada ciclo comercial pareciera que hay que volver a aprender las viejas lecciones.
Luego de la crisis de las puntocom a comienzos de este siglo, el hist¨®rico inversor norteamericano Warren Buffett ironiz¨® diciendo que ¡°s¨®lo se puede averiguar qui¨¦n est¨¢ nadando desnudo cuando baja la marea¡±. ?se es el ciclo comercial moderno: fluye eternamente del optimismo al pesimismo y del apogeo al colapso. Sin embargo, Buffett podr¨ªa haber agregado que las mareas altas optimistas son los momentos en los que se deben poner en pr¨¢ctica precauciones. Una vez que uno se enfrenta a la verdad desnuda, tal vez ya haya perdido su dinero.
Esto en efecto es lo que pas¨® en el caso de Sam Bankman-Fried y FTX, que fue valuada en 32.000 millones de d¨®lares a comienzos de este a?o. Algunos se solidarizar¨¢n con quienes han perdido dinero con el colapso de la compa?¨ªa. M¨¢s all¨¢ de la pretensi¨®n de Bankman-Fried de ofrecer una versi¨®n madura de criptomonedas, todos los involucrados deber¨ªan haber sabido que era un casino. Y cualquiera que le prestara atenci¨®n al estilo de vida extravagante de Bankman-Fried se deber¨ªa haber dado cuenta de que no era ning¨²n Buffett.
Sin duda, a los inversores les resulta dif¨ªcil tomar precauciones contra este tipo de bucaneros. Quienes respaldan a una compa?¨ªa como FTX buscan apuestas de alto riesgo con el potencial de recompensas gigantescas. Aun as¨ª, el inversor inteligente tendr¨ªa que poder detectar se?ales de que un bucanero se est¨¢ convirtiendo en algo parecido a un pirata. Con Bankman-Fried hab¨ªa indicios por todas partes: administraba la compa?¨ªa con unos pocos amigos cercanos desde un penthouse en las Bahamas.
De la misma manera, el ex primer ministro brit¨¢nico David Cameron deber¨ªa haber sospechado que algo no estaba bien con su papel de asesor altamente remunerado en Greensill Capital mucho antes de que la firma quebrara en 2021. Despu¨¦s de todo, ?qu¨¦ hac¨ªa el fundador-bucanero de la firma, el australiano Lex Greensill, con cuatro aviones privados, todos mantenidos con fondos de la compa?¨ªa?
Ya que la inversi¨®n tiene que ver con hacer apuestas sobre un futuro desconocido, la confianza, la fiabilidad y el arte de vender son una parte importante del juego. Si bien los inversores est¨¢n respaldando nominalmente planes comerciales, su confianza en ese plan muchas veces depende de su confianza en una persona. La fundadora de Theranos, Elizabeth Holmes, que acaba de ser sentenciada a prisi¨®n por fraude, puede haber cre¨ªdo o no que su firma pod¨ªa desarrollar una tecnolog¨ªa que revolucionar¨ªa la industria de las pruebas de diagn¨®stico. Pero lo que importaba era su capacidad de convencer a los inversores de que, con suficiente dinero, su visi¨®n milagrosa se har¨ªa realidad.
Una cartera diversificada es la principal defensa contra las p¨¦rdidas por fraude o pensamiento ilusorio. Toda la industria de capital de riesgo descansa en la idea de que, si uno apuesta a empresas nuevas lo suficientemente ambiciosas, los r¨¦ditos de las escasas historias de ¨¦xito compensar¨¢n con creces las p¨¦rdidas generadas por todos los fracasos y los bribones. Durante el largo periodo de capital ultrabarato ¡ªcombinado con los mercados potencialmente globales disponibles para las empresas tecnol¨®gicas¡ª, los argumentos de venta se volvieron m¨¢s atractivos, y las apuestas, mucho mayores. Pero los principios b¨¢sicos siempre han sido los mismos.
Con empresarios superestrellas curtidos por batallas como Mark Zuckerberg, de Meta, o Elon Musk, de Twitter, la cuesti¨®n es m¨¢s compleja. Tras haber demostrado su val¨ªa en los ¨²ltimos 20 a?os, ahora son m¨¢s CEO veteranos que fundadores de start-ups. Sin embargo, vale la pena recordar que Napole¨®n Bonaparte tambi¨¦n era un veterano pol¨ªtico y militar cuando lanz¨® su desastrosa invasi¨®n de Rusia en 1812.
A medida que el ¨¦xito se va construyendo sobre el ¨¦xito, y mientras los miles de millones se acumulan y los imperios crecen, suceden dos cosas. Primero, la empresa ¡ªo, en el caso de Musk, el imperio comercial¡ª se vuelve tan grande y compleja que necesita gerentes profesionales, estructuras formales y muchos controles y contrapesos. Pero, en segundo lugar, quienes crean compa?¨ªas multimillonarias de la nada muchas veces tienden a manifestar una sensaci¨®n de derecho e impunidad y se comportan como si todo este andamiaje no hiciera m¨¢s que obstruir su visi¨®n.
Los muchos a?os de capital barato ¡ª?una marea alta aparentemente permanente¡ª eclipsaron esta tendencia. Los buenos tiempos continuaron durante tanto tiempo que muchos inversores olvidaron lo esencial, mientras que los pol¨ªticos, felices de ver creaci¨®n de empleo y crecimiento en nuevas industrias, se volvieron demasiado indulgentes con los multimillonarios tecnol¨®gicos, que muchas veces se convirtieron en fuentes importantes de donaciones de campa?a.
Meta es un ejemplo. Cualquier titular de acciones de la compa?¨ªa deber¨ªa haber reconocido los riesgos asociados con la estructura accionaria de clase dual. Si bien Zuckerberg tiene s¨®lo el 13% de todas las acciones, es due?o de alrededor del 55% de los derechos de voto, y as¨ª cuenta con una carta blanca en la toma de decisiones de la compa?¨ªa. En los buenos tiempos, esta estructura ¡ªcompartida por otras firmas tecnol¨®gicas, como Alphabet (Google)¡ª puede haber parecido sensata. Pero despu¨¦s de que el precio de las acciones de Meta cayera tres cuartas partes el a?o pasado, y frente a la apuesta de Zuckerberg de invertir miles de millones de d¨®lares en la creaci¨®n de una experiencia de realidad virtual (metaverso), los inversores han puesto el grito en el cielo, aunque s¨®lo pueden culparse a s¨ª mismos.
?Acaso Musk ¡ªo sus prestadores e inversores¡ª aprender¨¢n esta lecci¨®n? El comportamiento de Musk en Twitter hasta el momento sugiere que todos los involucrados pagar¨¢n un precio alto por esta lecci¨®n. Ya ha despedido a la mitad del personal de la empresa, posiblemente incumpliendo leyes de empleo en el proceso. Ahora debe encontrar la manera de hacer que Twitter sea lo suficientemente rentable como para justificar el precio de compra de 44.000 millones de d¨®lares. Eso es mucho pedir. Si bien la atenci¨®n general que se le viene prestando a Twitter puede haber aumentado, muchos anunciantes reconocidos ¡ªla principal fuente de ingresos de la plataforma¡ª ya han suspendido sus campa?as.
Napole¨®n libr¨® m¨¢s batallas despu¨¦s de su retirada de Mosc¨², algunas con gran destreza, pero nunca recuper¨® su repu?taci¨®n de invencibilidad. Nadie puede no ver a un emperador desnudo.
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