C¨®mo viven los ateos la muerte de sus seres queridos
Los rituales laicos en torno al final de la vida suponen ya el 20% del total en Espa?a
La muerte vive en un edificio de hormig¨®n de pocas ventanas, sof¨¢s de escay y wifi gratis. Un cuerpo inerte parece tan inhumano que evitamos mirarlo de frente y el duelo s¨®lo acaba brotando una vez ha pasado el tiempo y llega la tristeza. La vida precaria y fren¨¦tica en las ciudades no concede ni cinco minutos para los gestos no productivos ¡ªcomo llorar, meditar o velar¡ª a no ser que se den en la consulta de un psic¨®logo. ...
La muerte vive en un edificio de hormig¨®n de pocas ventanas, sof¨¢s de escay y wifi gratis. Un cuerpo inerte parece tan inhumano que evitamos mirarlo de frente y el duelo s¨®lo acaba brotando una vez ha pasado el tiempo y llega la tristeza. La vida precaria y fren¨¦tica en las ciudades no concede ni cinco minutos para los gestos no productivos ¡ªcomo llorar, meditar o velar¡ª a no ser que se den en la consulta de un psic¨®logo. Aunque no exista una ¨²nica forma de entrar en contacto con el duelo, los ritos favorecen el alivio del shock, del no saber, del pensar que uno ya no es sin esa persona lo que una vez fue. Sin duelo, el vac¨ªo y el golpe tienden a regresar en forma de segunda muerte durante el aniversario del difunto, en el momento de vaciar la casa com¨²n, en la venta y donaci¨®n de los objetos personales y en la silla vac¨ªa en reuniones sociales, cumplea?os y en el D¨ªa de todos los Santos el pr¨®ximo mi¨¦rcoles 1 de noviembre.
Los ritos f¨²nebres son una ceremonia inc¨®moda donde nadie nos ha dicho qu¨¦ hacer. ¡°Los rituales se realizan para subrayar o dotar de significado una experiencia. Una experiencia que, muy a menudo, no es obvia, no es expl¨ªcita, no hay palabras para ello porque la vivencia del ritual es experimentada en el l¨ªmite de la consciencia¡±, se?ala Alba Pay¨¤s, directora del IPIR (Instituto de Psicoterapia Integrativa Relacional), dedicado al duelo y a las p¨¦rdidas.
Sabemos que cuando el dolor es m¨¢s grande que la vida, uno junta las manos, se arrodilla y reza. Pero ?a qui¨¦n? ¡°Justamente vivimos en un momento en el cual hay un desapego, un descr¨¦dito del ritual tradicional cat¨®lico¡±, cuentan Sarai Cumplido y Clara Piazuelo, del colectivo art¨ªstico Du-Da y creadoras de Morir guay, un proyecto de investigaci¨®n y experimentaci¨®n art¨ªstica sobre ritos y protocolos para gestionar la muerte . ¡°Parece que no hay otra alternativa si eres ateo o agn¨®stico que la que te ofrecen empresas funerarias en el tanatorio¡±, a?aden.
Las funerarias y tanatorios suelen resolver con ligereza y dinero ¡ªmucho dinero¡ª la gesti¨®n burocr¨¢tica de la muerte, pero no lo que vendr¨¢ despu¨¦s. La intemperie por ausencia de fe crece en Espa?a con la misma rapidez que los funerales no religiosos. Los responsables de las empresas funerarias mayoritarias calculan que, en las grandes ciudades, el 20% de los ritos alrededor de la muerte son laicos, un porcentaje que en otros pa¨ªses europeos gira en torno al 40%.
Con o sin ritos hay algo que siempre deber¨ªamos hacer: verbalizarlo, hablar. ¡°Se?alar la importancia de romper la barrera de silencio con los que rodeamos los temas de la muerte y el proceso del duelo es una de las lecciones m¨¢s importantes que nos dio la doctora Elisabeth K¨¹bler-Ross¡±, se?ala Alba Pay¨¤s en El mensaje de las l¨¢grimas (Paid¨®s). La escritora y psiquiatra Elisabeth K¨¹bler-Ross fue, adem¨¢s de maestra de Pay¨¤s, una de las mayores expertas mundiales en la?muerte. Sus obras asentaron las bases de los cuidados paliativos y es la autora del famoso modelo de K¨¹bler-Ross, m¨¢s conocido como ¡°las cinco fases del duelo: negaci¨®n, ira, negociaci¨®n, depresi¨®n y aceptaci¨®n¡±.
¡®Doulas¡¯ de la muerte
¡°Para el habitante de Nueva York, Par¨ªs o Londres, la muerte es una palabra que jam¨¢s se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor m¨¢s permanente¡±, dec¨ªa el ensayista y poeta Octavio Paz. El d¨ªa de los muertos mexicano ha pasado a convertirse en un s¨ªmbolo de la cultura popular, un reclamo tur¨ªstico, el protagonista de una pel¨ªcula de Pixar. Pero ?y en Espa?a? En Espa?a pasamos del luto lorquiano de Bernarda Alba al ¡°DEP¡± en un tuit. No existen ceremonias colectivas, p¨²blicas, preestablecidas para velar a un muerto m¨¢s all¨¢ de las tradiciones religiosas.
¡°Realmente necesitamos una mayor tranquilidad a la hora de acompa?ar a las personas que se est¨¢n muriendo, velar el cad¨¢ver y que sea, adem¨¢s, expuesto en la medida de lo posible¡±, explica Mar L¨®pez, presidenta y directora de la Fundaci¨®n Vivir un Buen Morir. En el mundo anglosaj¨®n, las ¡°doulas de la muerte¡± llevan trabajando en esto desde hace a?os, pero en Espa?a, la labor de los trabajadores y voluntarios que acompa?an para la muerte es a¨²n poco conocida. ¡°Es importante ver que en ese cuerpo ya no est¨¢ nuestro familiar¡±, explica Mar L¨®pez, ¡°porque tendemos a estar m¨¢s acostumbrados a la imagen de la muerte que representan en el arte o en las pel¨ªculas que a la que existe en la realidad¡±.
De ah¨ª que haya surgido cierto consenso entre los expertos sobre los rituales no religiosos. Como, por ejemplo, embellecer la habitaci¨®n del cuerpo que se vela con flores, decoraci¨®n y luz agradable, adem¨¢s de buenos olores. Crear una atm¨®sfera silenciosa, contenida, tranquila y pac¨ªfica donde no haya gente con prisa y poco tiempo. Y recuperar ritos antiguos como el de lavar el cuerpo y velarlo, en la medida de lo posible, en casa. Una pr¨¢ctica que no siempre es realizable y menos en las grandes urbes, donde el tama?o de las casas resulta a veces tan min¨²sculo e inhabitable para los muertos como para los vivos.
Arquitectura para el duelo
Las ciudades son revoltijos en las que conviven iglesias de hace 500 a?os con neones de publicidad, pero donde no hay lugares para cubrir las necesidades espirituales de la ciudadan¨ªa que perdi¨® la fe o nunca la tuvo. El final de la fe, dice el fil¨®sofo Alain de Botton en Religi¨®n para ateos (RBA), significa no solo el final de los ritos, tambi¨¦n el de los templos. ¡°Llevamos la muerte lejos. En Espa?a mantenemos los cementerios y los tanatorios fuera de los n¨²cleos urbanos no s¨®lo por un miedo terrible a la muerte, sino por problemas de salubridad, como, por ejemplo, el de la peste¡±, explica Andr¨¦s C¨¢novas, profesor de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura de Madrid. Al final, dice C¨¢novas, las nuevas catedrales civiles de la periferia y el lugar al que ir en familia los domingos son los grandes centros comerciales.
Las propuestas de arquitectura para el duelo ateo son escasas: ¡°Los tanatorios tienden a ser unas moles antis¨¦pticas parecidas a una oficina de Silicon Valley¡±, reconoce la escritora y tanatopractora Caitlin Doughty en su libro De aqu¨ª a la eternidad (Capit¨¢n Swing). ¡°Los familiares prefieren tener al muerto detr¨¢s del cristal, ¡®como en un zoo¡±. Entre los referentes est¨¢n la Capilla Rothko, dise?ada por Philip Johnson, Howard Barnstone y Eugene Aubry, o el espacio para la meditaci¨®n que Tadao And¨ concibi¨® para la Unesco. Alain de Botton, en su citado libro, plante¨® junto a los arquitectos Thomas Greenall y Jordon Hodgson tres edificaciones para los no creyentes: un templo a la perspectiva, un templo a la reflexi¨®n y un templo para los genius loci, ¡°los esp¨ªritus protectores del lugar¡±.
A falta de edificios f¨ªsicos dise?ados espec¨ªficamente para el duelo ateo, un templo tambi¨¦n puede ser un grupo de vecinos, de amigos, de familia. Un templo grande con un rito en el que quepamos por fin todos.
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