Una por una, las personas saben m¨¢s o menos lo mismo que sus tatarabuelos
Generaci¨®n tras generaci¨®n unos saberes reemplazan a otros. Aunque la humanidad, en su conjunto, nunca ha sabido m¨¢s que hoy, escribe el historiador brit¨¢nico Peter Burke
Desde los a?os noventa del siglo pasado est¨¢ floreciendo un nuevo tipo de historia, la historia del conocimiento; o, mejor dicho, la historia de los distintos tipos de conocimiento, de los saberes en plural. Entre mis aportaciones a este campo se encuentran un estudio sobre los pol¨ªmatas y un libro sobre la peculiar contribuci¨®n al conocimiento ...
Desde los a?os noventa del siglo pasado est¨¢ floreciendo un nuevo tipo de historia, la historia del conocimiento; o, mejor dicho, la historia de los distintos tipos de conocimiento, de los saberes en plural. Entre mis aportaciones a este campo se encuentran un estudio sobre los pol¨ªmatas y un libro sobre la peculiar contribuci¨®n al conocimiento de los sabios exiliados. Dar por completo la vuelta a un tema suele ser una buena manera de mirarlo con otros ojos, as¨ª que, despu¨¦s del libro sobre los pol¨ªmatas, los ¡°monstruos de la erudici¨®n¡±, decid¨ª estudiar la ignorancia. Como sucede tantas veces, al principio cre¨ª que era el ¨²nico al que se le hab¨ªa ocurrido, pero enseguida descubr¨ª que un peque?o grupo de estudiosos hab¨ªan tenido la misma idea.
La definici¨®n de ignorancia suele ser la ausencia de conocimiento; y poner por escrito la historia de una ausencia plantea problemas evidentes. Como se?al¨® uno de mis colegas, ?qu¨¦ fuentes hay para la historia de lo que no existe? Una forma posible de responder a esta pregunta es emplear un enfoque retrospectivo: cada nuevo descubrimiento revela algo que no sab¨ªamos antes. Por ejemplo, en 1492 Col¨®n mostr¨® un nuevo mundo que los europeos desconoc¨ªan hasta entonces.
Un segundo m¨¦todo es fijarse en las consecuencias de la ignorancia, muchas veces desastrosas, como dejan muy claro la historia econ¨®mica, la pol¨ªtica y la militar o la de las epidemias como la de covid-19. La covid no es m¨¢s que el ejemplo m¨¢s reciente de una serie de epidemias entre las que estuvieron la peste bub¨®nica, el c¨®lera y la llamada ¡°gripe espa?ola¡±. En todos los casos, cuando estall¨® la epidemia, nadie sab¨ªa de d¨®nde ven¨ªa, c¨®mo se propagaba ni c¨®mo luchar contra ella y eso hizo que se perdieran muchas vidas.
En el caso de la econom¨ªa y la pol¨ªtica, ha habido muchos ejemplos de ignorancia, tanto entre los responsables de la toma de decisiones ¡ª?basta recordar a los presidentes Trump y Bolsonaro!¡ª como entre las personas corrientes cuando ejercen de votantes, consumidores o inversores. Los gobernantes, ya sean democr¨¢ticos o autocr¨¢ticos, no suelen tener la formaci¨®n necesaria para el puesto. La mayor¨ªa de ellos tienen escasos conocimientos de finanzas, como el rey Felipe II, por ejemplo, tuvo la sinceridad de reconocer. Pero la ignorancia no es solo individual. La ignorancia de las organizaciones ha sido siempre una fuerza hist¨®rica muy poderosa y, a medida que las organizaciones son m¨¢s grandes, ese poder aumenta. En una organizaci¨®n grande y jerarquizada, la informaci¨®n no circula con facilidad. Los dirigentes saben cosas que sus subordinados ignoran, pero los trabajadores tambi¨¦n saben cosas que los jefes desconocen. Y el sistema jer¨¢rquico es un gran obst¨¢culo para que haya comunicaci¨®n entre ellos. La historia est¨¢ llena de ejemplos de encargados o funcionarios reacios a decir a sus jefes lo que estos necesitan, pero no quieren saber. Imaginemos decir a Stalin que el Plan Quinquenal no funcionaba. Tambi¨¦n sufren esa ignorancia organizativa otras instituciones como el ej¨¦rcito y la Iglesia, pero, que yo sepa, ning¨²n historiador ni soci¨®logo ha estudiado todav¨ªa este fen¨®meno.
La historia militar proporciona ejemplos especialmente claros de las consecuencias de la ignorancia. En medio de la llamada ¡°niebla de guerra¡±, es muy probable que los l¨ªderes de ambos bandos no tengan en cuenta el tama?o, la posici¨®n ni los recursos del ej¨¦rcito enemigo. El que es menos ignorante es el que gana. La combinaci¨®n de ignorancia y arrogancia tiene consecuencias fatales. Es frecuente que los soldados profesionales minusvaloren al enemigo cuando este est¨¢ compuesto sobre todo por aficionados, por guerrilleros, y ese sentimiento de superioridad ha desembocado muchas veces en una derrota: as¨ª les ocurri¨® a los franceses en Indochina en los a?os cincuenta y los estadounidenses en Vietnam en los sesenta.
Estas derrotas concretas, desde luego, no fueron consecuencia solo de la falta de conocimientos, aunque ese fue un factor. Se podr¨ªa decir tambi¨¦n que los generales franceses y estadounidenses negaban la realidad, que no quer¨ªan saber que el enemigo estaba bien entrenado, ten¨ªa la moral alta y conoc¨ªa el terreno mucho mejor que los invasores, una situaci¨®n que se repite hoy en Ucrania. M¨¢s en general, el deseo de no saber algo ¡ªel calentamiento global, por ejemplo¡ª suele llevar a la falta de preparaci¨®n y, por tanto, al desastre.
Hay muchos tipos de ignorancia: el simple desconocimiento, la conciencia de no saber (como S¨®crates), la voluntad de no saber y el deseo de que los dem¨¢s no sepan. Muchos tipos de ignorancia tienen consecuencias negativas, pero no siempre. Es positivo que un examinador no sepa qui¨¦n ha escrito el trabajo que est¨¢ corrigiendo, que los miembros de un jurado se mantengan alejados de las noticias sobre el juicio en el que participan y que ninguno de nosotros sepa cu¨¢ndo morir¨¢. Montaigne se preguntaba si los campesinos analfabetos no ten¨ªan una vida m¨¢s feliz que los caballeros cultos como ¨¦l.
En mi trabajo como historiador del conocimiento, y ahora tambi¨¦n de la ignorancia, me han preguntado con frecuencia si sabemos m¨¢s o menos que nuestros antepasados. Mi respuesta tiene dos partes. Si hablamos de la humanidad en su conjunto, nunca se ha sabido m¨¢s que hoy. Ahora bien, las personas, una por una, saben m¨¢s o menos lo mismo que sus antepasados. En general conocen cosas nuevas, por ejemplo los ordenadores, pero a costa de no saber muchas cosas que sus antepasados daban por sentadas: sobre la Biblia, sobre Grecia y Roma en la Antig¨¹edad, y as¨ª sucesivamente. Si hay algo que extraer de esta disciplina, es una lecci¨®n de humildad. Como dijo un humorista estadounidense: ¡°Todos somos ignorantes, salvo que de distintas cosas diferentes¡±.
Ap¨²ntate aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.