Steven Levitsky, polit¨®logo: ¡°El eje ya no es izquierda-derecha, sino cosmopolitas-etnonacionalistas¡±
El investigador estadounidense, conocido por el celebrado ¡®C¨®mo mueren las democracias¡¯, cree que un cierto ¡°humor antioficialista¡± se est¨¢ extendiendo por el mundo
Cuando el polit¨®logo Steven Levitsky (Ithaca, Nueva York, 1968) empez¨® a analizar c¨®mo se destru¨ªan las democracias, nunca pens¨® que el objeto de su estudio acabar¨ªa siendo EE UU. Se especializ¨® en los reg¨ªmenes autoritarios competitivos, especialmente en Latinoam¨¦rica. Pa¨ªses donde hay elecciones, pero no una aut¨¦ntica democracia, como la Venezuela de Hugo Ch¨¢vez o el Per¨² de Alberto Fujimori, donde la democracia no muri¨® por un golpe de Estado, con tanques en las calles, sino que fue arrasada desde dentro, por pol¨ªticos que hab¨ªan ganado las elecciones. De repente, con Trump y amplios sectores del Partido Republicano se encontr¨® en casa con los patrones del populismo autoritario que tanto hab¨ªa estudiado.
Su influyente libro C¨®mo mueren las democracias, de 2018, escrito con Daniel Zi?blatt, como ¨¦l profesor de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Harvard, alertaba del riesgo para la democracia que supon¨ªa la presidencia de Trump. Su tesis se confirm¨® con el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, punto de partida de su nuevo libro, La dictadura de la minor¨ªa. En su nueva obra, m¨¢s centrada en el caso estadounidense, Levitsky y Zi?blatt describen los males que aquejan al sistema, denuncian que el Partido Republicano ha abandonado la democracia y proponen reformas para mejorar su funcionamiento.
Levitsky concede la entrevista en su despacho del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard en plena ¨¦poca de graduaciones. El campus ha recuperado cierta normalidad, aunque con seguridad reforzada, tras las protestas contra Israel. Levitsky, jud¨ªo, defiende el derecho de los estudiantes a movilizarse y censura la represi¨®n policial. En la entrevista, se?ala que EE UU es una democracia enferma, cuyo futuro se juega en las elecciones presidenciales de noviembre. Trump, advierte, tiene un mensaje m¨¢s autoritario que el que exhibieron Ch¨¢vez, Orb¨¢n o Erdogan.
Pregunta. ?Est¨¢ en juego la democracia de EE UU en las elecciones de noviembre?
Respuesta. Sin ninguna duda. No creo que el pa¨ªs vaya camino de un autoritarismo estilo ruso. Las fuerzas opositoras, los anticuerpos democr¨¢ticos en EE UU son demasiado fuertes, por lo menos a medio plazo. Ser¨ªa m¨¢s bien un periodo de crisis hacia un r¨¦gimen h¨ªbrido, un autoritarismo competitivo, en el cual hay abusos de poder, puede haber cierto nivel de represi¨®n o ataques contra los medios y contra opositores y cierta violencia. Trump ha dejado claro que est¨¢ dispuesto a violar las reglas b¨¢sicas de la democracia y el Partido Republicano ha mostrado que est¨¢ completamente dispuesto a apoyarlo en su autoritarismo.
P. Trump est¨¢ haciendo una campa?a con mensajes como que va a ser dictador, ha hablado de revancha pol¨ªtica, se refiere a los inmigrantes como alima?as que contaminan la sangre de los estadounidenses.
R. Siempre ha mostrado tendencias autoritarias. Yo comparo su visi¨®n del Estado con la de algunos dictadores de Centroam¨¦rica y el Caribe de mediados del siglo XX como Somoza o Trujillo. Cree que cada instituci¨®n est¨¢ para sus fines personales, que el Estado es ¨¦l. Jam¨¢s se debe elegir a alguien con un discurso as¨ª. Lo que m¨¢s me preocupa es lo que podr¨ªa llegar a hacer con los inmigrantes. Ha hablado de utilizar el Ej¨¦rcito y de crear campos de concentraci¨®n.
P. Usted sostiene que ni siquiera algunos dictadores se atrever¨ªan a decir alguna de las cosas que dice Trump.
R. Estoy intentando encontrar un candidato de la ¨¦poca de posguerra con mensajes tan abiertamente autoritarios como los suyos. Dice que va a utilizar el Estado para perseguir a sus rivales, algo que no dijeron Ch¨¢vez, Erdogan u Orb¨¢n. Que va a intentar cerrar medios opositores, que va a utilizar el Ej¨¦rcito para reprimir manifestaciones¡ En los ¨²ltimos 50 a?os, es muy raro que un candidato sea tan abiertamente autoritario. Pero no lo estamos tomando muy en serio.
P. ?Por qu¨¦?
R. Cuando fue elegido, algunos dec¨ªamos que era un peligro, pero Trump a¨²n no hab¨ªa hecho nada y era entendible que no se tomase muy en serio. Pero desde 2020 es imposible ignorar su autoritarismo. Muchos concluyen que el sistema funcion¨® y Trump sali¨® del poder, piensan que realmente no puede matar la democracia. Por otro lado, creo que el compromiso democr¨¢tico de los norteamericanos no es tan profundo como creemos. La prueba son los empresarios. El 7 de enero de 2021 dec¨ªan que jam¨¢s iban a financiar o apoyar a alguien como Trump, hoy le est¨¢n dando dinero, por si acaso gana.
¡°El compromiso democr¨¢tico de los estadounidenses no es tan profundo. Hay quien dijo que no volver¨ªa a financiar a Trump y que ahora lo hace por si gana¡±
P. En los a?os sesenta hubo m¨¢s violencia pol¨ªtica, pero la democracia no peligr¨®.
R. Era diferente. Entonces pasamos por un momento de m¨¢s violencia, de m¨¢s terrorismo pol¨ªtico que ahora, pero la violencia y las fuerzas extremistas estaban fuera del sistema de partidos. Los dos partidos estaban m¨¢s o menos en el centro pol¨ªtico. Hoy en d¨ªa, la violencia, en vez de estar al margen del sistema de partidos, est¨¢ dentro. Y los dos partidos est¨¢n muy polarizados, lo que es m¨¢s peligroso. No quiero exagerar, pero es parecido a la violencia que exist¨ªa en Espa?a en los a?os treinta. Ten¨ªa muchas veces fines partidarios, pol¨ªticos e ideol¨®gicos, y los extremistas ten¨ªan aliados dentro del sistema, en el Gobierno y los partidos.
P. Biden ha hecho de la defensa de la democracia uno de los ejes de su campa?a.
R. Si nuestros l¨ªderes no dicen a los ciudadanos que la democracia est¨¢ en peligro, nadie va a creer que lo est¨¢. Pero las identidades partidarias son tan fuertes que los votantes independientes y cambiantes son pocos y no sabemos qu¨¦ tipo de mensaje funciona mejor. Hay un humor antioficialista, un descontento en el electorado, sobre todo la parte menos dispuesta a participar en pol¨ªtica. Parece que no hay nada que se pueda hacer para cambiar eso. No es algo solo de EE UU. Las ¨²ltimas 20 elecciones presidenciales democr¨¢ticas en Am¨¦rica Latina, las ha ganado la oposici¨®n. Eso va a cambiar en M¨¦xico, pero hay un nivel de descontento muy alto, tambi¨¦n en Europa y Canad¨¢. Los gobiernos que han estado en el poder por m¨¢s de tres a?os en Alemania, Francia, el Reino Unido¡ son impopulares. Hay algo. No s¨¦ si es la pandemia, la incertidumbre econ¨®mica, las redes sociales¡ Quiz¨¢ una combinaci¨®n de las tres, pero la gente tiene un humor antioficialista que va a ayudar a Trump y no s¨¦ qu¨¦ se puede hacer para evitarlo.
P. ?Qu¨¦ supondr¨ªa para la democracia en el mundo una segunda victoria de Trump?
R. EE UU est¨¢ dejando de ser modelo democr¨¢tico. Un triunfo de Trump solo acelerar¨¢ ese proceso. Tambi¨¦n bajo Trump dejar¨ªamos de promover la democracia. EE UU ya no la promueve tanto como antes, pero con Biden s¨ª lo hace, por ejemplo, en Brasil cuando Bolsonaro intent¨® organizar un golpe. No quiero exagerar su efecto, pero importa que EE UU defienda la democracia. Ya vimos con Trump, en casos como Honduras o El Salvador, que no le importa nada, est¨¢ dispuesto a tolerar y apoyar a gobiernos autoritarios. El coste de robar una elecci¨®n, de dar un golpe o de mantenerse en el poder de forma autoritaria para gente como Orb¨¢n, Daniel Ortega, Bukele va a bajar. Eso es muy negativo para la democracia mundial.
¡°Trump ha hablado de utilizar el Ej¨¦rcito contra los inmigrantes y de crear campos de concentraci¨®n¡±
P. En su nuevo libro explican que la Constituci¨®n de EE UU, tan admirada, en realidad es ahora parte tambi¨¦n del problema.
R. Tenemos una Constituci¨®n muy vieja, que ha tenido much¨ªsimo ¨¦xito, con dos siglos de estabilidad y crecimiento econ¨®mico. Pero es del siglo XVIII, de una ¨¦poca predemocr¨¢tica, cuando nadie, ninguna ¨¦lite, en ning¨²n pa¨ªs, cre¨ªa en la democracia. En 1787 la Constituci¨®n norteamericana fue muy progresista, avanzada y democr¨¢tica comparada con Europa. Pero durante los siglos XIX y XX, otros pa¨ªses han ido reformando sus sistemas pol¨ªticos y democratiz¨¢ndolos. En EE UU es muy dif¨ªcil reformar la Constituci¨®n por varias razones: tenemos casi un matrimonio con esta, un apego que la ha convertido en algo casi b¨ªblico, que no se puede tocar porque fue escrita por los padres fundadores del pa¨ªs. Y dada la dificultad de reformarla, estamos cada vez m¨¢s atrasados comparado con otros pa¨ªses. Seguimos teniendo instituciones contramayoritarias que permiten que minor¨ªas pol¨ªticas veten pol¨ªticas apoyadas por mayor¨ªas o que gobiernen sobre las mayor¨ªas. ?ramos la democracia m¨¢s democr¨¢tica y hoy tenemos una de las m¨¢s contramayoritarias del planeta.
P. Es lo que llaman la dictadura de la minor¨ªa. ?Por qu¨¦ se produce?
R. Es un conjunto de factores. En EE UU es dif¨ªcil votar. En casi todas las democracias, el Estado quiere que la gente vote. En muchas es obligatorio. En otras se vota un domingo o un festivo y el Gobierno toma medidas para que sea f¨¢cil hacerlo. En muchas democracias llegas a los 18 a?os y autom¨¢ticamente est¨¢s registrado para poder votar. En EE UU es dif¨ªcil registrarse, es dif¨ªcil obtener informaci¨®n sobre c¨®mo votar, se vota en un d¨ªa laborable¡ El derecho a votar no est¨¢ en la Constituci¨®n y durante toda la historia tenemos episodios de gobiernos que dificultan el voto. Pero tambi¨¦n hay instituciones como el Colegio Electoral o el Senado que permiten que una minor¨ªa partidaria gane elecciones y gobierne, algo antidemocr¨¢tico. Nuestro sistema favorece a las zonas rurales, de poca poblaci¨®n. Lo m¨¢s obvio es el Senado, donde cada Estado tiene dos senadores, sin importar su poblaci¨®n. Eso siempre fue injusto para las zonas urbanas, pero no tuvo efectos partidarios pues los dos partidos ten¨ªan alas urbanas y rurales. En el siglo XXI eso cambi¨®: el Partido Republicano es el partido de los sectores rurales y el Partido Dem¨®crata el urbano. Entonces, el sistema electoral favorece sistem¨¢ticamente al Partido Republicano, no por su culpa, pero le favorece y permite que un partido controle el Senado con el 46%-47% del voto y que gane la presidencia, ha pasado dos veces en el siglo XXI, perdiendo el voto popular. Eso, por s¨ª mismo, es antidemocr¨¢tico, pero tenemos el problema de que el partido minoritario es tambi¨¦n un partido autoritario. No hay en EE UU m¨¢s voto de ultraderecha que en otros pa¨ªses, entre el 20% y el 30%, pero ese 30% puede gobernar si logra controlar el Partido Republicano, y gracias al Senado y al Colegio Electoral, gobernar el pa¨ªs.
¡°Hay un ¡®lobby¡¯ pro-Israel fuerte en EE UU que ante la creciente oposici¨®n a Israel llama a todo antisemitismo, lo cual es falso¡±
P. Ustedes proponen reformas para mejorar la calidad de la democracia.
R. Proponemos 15 reformas, algunas son posibles a corto plazo, y otras, imposibles. Lo menos posible es una democratizaci¨®n del Senado. Proponemos que el n¨²mero de senadores sea proporcional a la poblaci¨®n en cada Estado, pero eso requiere el consenso entre los 50 Estados, es imposible. Otras, como medidas para hacer m¨¢s f¨¢cil registrarse y votar, son muy factibles, pues no necesitan reforma constitucional. El filibusterismo, la regla de una mayor¨ªa reforzada para aprobar las leyes en el Senado, tambi¨¦n podr¨ªa cambiar. Otra reforma que es factible es el fin de los mandatos vitalicios de los jueces del Supremo. Creo que las reformas que claramente beneficien a un partido no van a ser posibles, pero las que no lo hagan y sean democratizadoras, s¨ª.
P. Como experto en Am¨¦rica Latina, ?cu¨¢les de sus democracias le preocupan?
R. Mi preocupaci¨®n en Am¨¦rica Latina es el alt¨ªsimo nivel de descontento. Lo hay en todas las democracias del mundo, pero all¨ª est¨¢ por las nubes por razones entendibles: el nivel de violencia, la mala marcha de la econom¨ªa, la desigualdad social y la corrupci¨®n. Eso genera siempre la posibilidad de que llegue un outsider. Bukele es el ¨²ltimo ejemplo, pero hay muchos: Ch¨¢vez, Fujimori, Correa, alguien que promete tumbar la odiada clase pol¨ªtica y que lo hace. Por un tiempo, la gente aplaude. Eso puede pasar en varios pa¨ªses, pero soy optimista con los m¨¢s grandes de la regi¨®n. Brasil, M¨¦xico y Argentina tienen un mont¨®n de problemas, pero tienen instituciones democr¨¢ticas s¨®lidas y sociedades pluralistas y diversas, con capacidad de resistir al autoritarismo.
P. Usted es jud¨ªo, pero ha defendido el derecho de los estudiantes a protestar contra Israel. ?C¨®mo ha vivido la situaci¨®n?
R. Ha sido muy dif¨ªcil. Los jud¨ªos somos muy diversos y tenemos todo tipo de posiciones sobre Israel, la guerra y las protestas en el campus. Hay jud¨ªos protestando y jud¨ªos pidiendo a la polic¨ªa reprimir ese campamento. Creo que se ha exagerado mucho el nivel de antisemitismo en el campus, en Harvard y en EE UU en general. Hay evidencia de que el antisemitismo ha subido algo en los ¨²ltimos 10 a?os, pero sobre todo entre gente joven de derechas. El antisemitismo siempre debe preocuparnos, pero no es tan alto. Lo que s¨ª hay es una creciente oposici¨®n a Israel y sus pol¨ªticas, sobre todo entre la gente joven. Es un cambio que ven¨ªa de antes, pero que se est¨¢ acelerando con la guerra en Gaza. Muchos j¨®venes, incluyendo j¨®venes jud¨ªos, creen que lo que est¨¢ ocurriendo en Gaza es un genocidio, que el Gobierno no est¨¢ haciendo nada y sienten rabia. Yo no creo que lo que est¨¢ pasando en Gaza sea un genocidio, pero s¨ª algo terrible. Que haya protesta universitaria no debe sorprendernos. El problema es que hay un lobby pro-Israel muy fuerte, con mucha influencia en los medios, con mucho dinero, que incluye a donantes a Harvard y otras universidades, que tiene miedo a las protestas, ve una creciente oposici¨®n a Israel y ha reaccionado mal, llamando a todo antisemitismo, lo cual es falso. Y llamando a esos manifestantes proterroristas, violentos, antisemitas y justificando as¨ª la represi¨®n policial. Me preocupa ver una ola de represi¨®n policial de protestas pac¨ªficas. Fui activista universitario en los a?os ochenta contra el apartheid en Sud¨¢frica. Hicimos campamentos id¨¦nticos. Las protestas son fundamentalmente pacifistas. Eso me ha motivado a participar un poco en la defensa no necesariamente de los manifestantes ni de su causa, sino de su derecho a protestar. Me parece que hay lo que aqu¨ª llamamos una excepci¨®n palestina, en la que los movimientos propalestinos tienen menos espacio y derechos que otros. En una sociedad democr¨¢tica eso no es aceptable.
¡°En Am¨¦rica Latina, en las ¨²ltimas 20 elecciones presidenciales ha ganado la oposici¨®n¡±
P. Muchos de estos j¨®venes son muy cr¨ªticos con el apoyo de Biden a Israel. Se da la paradoja de que si el voto joven castiga a Biden, va a dar la victoria a Trump, que apoya de forma mucho m¨¢s cerrada a Netanyahu.
P. Ya ocurri¨® en 1968 con la elecci¨®n de Nixon. En las democracias occidentales, el eje principal ya no es realmente izquierda-derecha, sino lo que yo llamar¨ªa etnonacionalista por un lado, y cosmopolita por el otro. En Canad¨¢, Francia, Alemania, EE UU, el Reino Unido, la coalici¨®n cosmopolita es mayoritaria. Gente urbana, secular, que viaja m¨¢s, m¨¢s tolerante con la diversidad¡ Ese grupo es mayoritario, pero muy heterog¨¦neo y f¨¢cil de fragmentar. Cuando se une, gana, como con Biden en 2020. Cuando hay una fractura, pierde, porque la coalici¨®n nacionalista es m¨¢s homog¨¦nea y disciplinada: todos votan. La coalici¨®n cosmopolita incluye a sindicatos y empresarios; en EE UU incluye a jud¨ªos y ¨¢rabes. El 7 de octubre del a?o pasado [fecha del ataque de Ham¨¢s a Israel] mi coautor, Daniel Ziblatt, me dijo: ¡°Esto va a poner en peligro la coalici¨®n¡±. Y ten¨ªa raz¨®n. Cualquier asunto que fragmenta la coalici¨®n cosmopolita genera la posibilidad de un triunfo etnonacionalista que podr¨ªa ser una amenaza para la democracia. Entonces, Netanyahu ya no se est¨¢ cargando Israel, se est¨¢ cargando EE UU y quiz¨¢s el mundo.
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