El movimiento estudiantil revive en los campus con las protestas por Palestina
Tras el debilitamiento del tejido asociativo en las universidades vinculado a la pandemia, las acampadas por Gaza brotan en casi todas las autonom¨ªas
El punto de informaci¨®n se llena de manos voluntarias dispuestas a ayudar a los estudiantes, mientras las dos filas para recoger la comida del mediod¨ªa, divididas entre personas cel¨ªacas y tolerantes al gluten, engrosan. A la vez, un grupo de universitarios se agolpa en la zona de estudio al aire libre con un profesor que les presta refuerzo, ante la falta de asistencia a clase, para encarar los ex¨¢menes finales. No est¨¢n en la facultad y tampoco en una residencia, desde el 7 de mayo se encuentran acampados con alrededor de 200 tiendas, con una media de cuatro personas por cada una, en los jardines de Ciudad Universitaria de Madrid para mostrar su apoyo a Gaza. ¡°El movimiento estudiantil ha despertado por Palestina¡±, asegura el joven de 20 a?os Andreu Mas desde la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de Alicante, donde hasta este viernes ten¨ªan tambi¨¦n montado un campamento de protesta.
Las tiendas de campa?a en los recintos educativos brotaron en casi todas las comunidades, salvo Asturias y Extremadura hasta ahora. La mayor¨ªa de las asentadas a¨²n se mantienen. En el campus madrile?o de Ciudad Universitaria, F¨¢tima Chellaf, de 20 a?os, con los libros en la mano para repasar entre asambleas, insiste en que ¡°no importa la ideolog¨ªa o la religi¨®n porque es una causa puramente humana¡±, algo con lo que coincide Khaoula Qazdar, de 24 a?os: ¡°Estamos unidos por encima de cualquier frontera¡±.
Mas, militante del Frente de Estudiantes en Alicante, cuenta que las movilizaciones que pretendieron sacar adelante en 2023 contra la nueva Ley Org¨¢nica del Sistema Universitario (LOSU) no recibieron la acogida que est¨¢n teniendo ahora las reivindicaciones a favor de Gaza. ¡°Hemos descubierto nuestro m¨²sculo y potencial al no estar divididos territorialmente¡±, apunta. Beatriz Briones, de 23 a?os, que participa en la acampada de Pase¨ªllos Universitarios, en el campus de Fuentenueva de la Universidad de Granada, desde el 8 de mayo, insiste en que cuando gobiernan partidos socialdem¨®cratas las movilizaciones tambi¨¦n suelen reducirse ¡°porque aunque legislen medidas que pueden ser perjudiciales, no son tan agresivas y, por desconocimiento, pasan m¨¢s desapercibidas¡±.
Dentro de las diferentes razones que han mermado la vida universitaria, y en consecuencia la movilizaci¨®n, hay una que destacan los expertos: el absentismo en las facultades. El presidente de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades P¨²blicas (CREUP), Alfonso Campuzano, refiere que la falta de asistencia en las aulas ¡°se da a unos niveles que asustan¡±. El problema no es nuevo, pero se ha acentuado desde la pandemia, cuando se suspendieron las clases en los campus durante varios meses para evitar los contagios. Desde entonces, el descenso de la presencialidad ha sido ¡°notable¡±, seg¨²n un informe de la Fundaci¨®n Conocimiento y Desarrollo (CyD), publicado en diciembre.
¡°Es importante destacar el impacto que parece haber tenido la pandemia del coronavirus en el desempe?o acad¨¦mico del estudiantado¡±, que rinde peor que hace cinco a?os, seg¨²n el estudio. Campuzano reconoce que durante el confinamiento los estudiantes descubrieron que el sistema online les permit¨ªa obtener buenos resultados acad¨¦micos con un esfuerzo menor. El Plan Bolonia, que entr¨® en vigor en el curso 2009-2010, busca potenciar la realizaci¨®n de trabajos pr¨¢cticos y una asistencia regular a clase para fomentar la participaci¨®n. Sin embargo, seg¨²n el presidente de la CREUP, ¡°en 2024 a¨²n hay aulas pr¨¢cticamente vac¨ªas, que pierden turnos de desdobles por falta de alumnado¡±.
En Galicia hace un a?o que trabajan por reactivar la vida universitaria, cuenta Artai Gavilanes, presidente de la organizaci¨®n estudiantil Erguer. Dice que hasta entonces ¡°estaba todo muy parado¡±. Desde el martes acampa en la facultad de Geograf¨ªa e Historia de Santiago de Compostela junto a otras 200 personas aproximadamente.
La vicerrectora de Estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid, Rosa Mar¨ªa de la Fuente Fern¨¢ndez, apunta a una recuperaci¨®n paulatina de la normalidad en las aulas, aunque reconoce que los alumnos ya no se quedan tanto a comer en el campus. Adem¨¢s, advierte de que el n¨²mero de universitarios que solicitan anulaciones de matr¨ªcula por causas de fuerza mayor, vinculadas en muchas ocasiones a trastornos de ansiedad y salud emocional, est¨¢ aumentando. ¡°Estamos intentando sacar las estad¨ªsticas para conocer esta situaci¨®n pospandemia¡±, anticipa. El anterior Ministerio de Universidades public¨® el pasado julio un estudio basado en una encuesta, donde el 49% de los estudiantes declar¨® tener ansiedad y a un 17% el m¨¦dico le hab¨ªa prescrito antidepresivos en el ¨²ltimo cuatrimestre.
Este contexto tambi¨¦n afecta a la falta de tejido asociativo. Luc¨ªa, estudiante de 23 a?os del M¨¢ster en Formaci¨®n del Profesorado en la Complutense, que prefiere no facilitar su apellido, cuenta en el punto de informaci¨®n de las acampadas de Madrid que la pandemia naturaliz¨® la p¨¦rdida de espacios de socializaci¨®n. ¡°No se pod¨ªan usar los lugares comunes, se cerraron locales de asociaciones por protocolos sanitarios y cuando se levantaron las restricciones, ya hab¨ªa una brecha generacional entre los universitarios que empezaron el grado en 2020 y los que ya estaban antes en la facultad¡±, aclara. Enma, su compa?era de acampada y estudiante de Bellas Artes en el primer curso, asegura que hasta este a?o la cafeter¨ªa permanec¨ªa cerrada en su campus.
Pero el conflicto entre Israel y Palestina ha revitalizado el movimiento estudiantil. ¡°Hab¨ªa mermado el compromiso pol¨ªtico porque no hab¨ªa un elemento aglutinador y ahora se ha reactivado. Hac¨ªa tiempo que no ve¨ªamos una respuesta as¨ª¡±, comenta la vicerrectora de la Complutense. Ana Baena, estudiante de 22 a?os del m¨¢ster en Altos Estudios Internacionales y Europeos de la Universidad de Granada, explica emocionada: ¡°Esos mismos jardines que yo ve¨ªa vac¨ªos, ahora est¨¢n llenos de vida, conocimiento y esperanza¡±. Ella es una de los dos centenares de estudiantes que han acampado en Granada. ¡°Siempre hemos sido concienciados y emp¨¢ticos, pero hac¨ªa falta que el contexto nos ayudara a levantarnos¡±, matiza. ¡°Est¨¢bamos presentes, pero ahora hemos cogido carrerilla¡±, a?ade Luc¨ªa.
Los estudiantes siguen el ejemplo de Estados Unidos, pionero en la movilizaci¨®n, y de Valencia, que organiz¨® la primera acampada en Espa?a el 29 de abril. Adem¨¢s, contactan con otros campamentos fuera del pa¨ªs para ver lo que est¨¢n haciendo. Todos piden que su universidad rompa, sin tibieza, los acuerdos institucionales, comerciales y acad¨¦micos con entidades p¨²blicas y privadas ligadas a Israel. ¡°Esto no va ni de Espa?a ni de Barcelona, va del mundo¡±, reivindica Pablo Castilla, estudiante de 24 a?os del m¨¢ster en Pol¨ªticas P¨²blicas acampado en la Universidad de Barcelona y militante de Contracorriente, mientras piensa en desarrollar acciones de solidaridad con los ¡°manifestantes represaliados¡± en otros pa¨ªses como Francia.
A Luc¨ªa le sorprende la enorme colaboraci¨®n ciudadana de docentes, trabajadores, sindicatos, familias y entidades. Jald¨ªa Abubadkra, nacida en Gaza y perteneciente a Alkarama, un movimiento de mujeres palestinas, asiste a apoyar a los j¨®venes. ¡°Trasmiten mucho ¨¢nimo y respeto. Es un acto de solidaridad con los profesores asesinados y con los estudiantes que han visto destruidas sus universidades. A los que quedan, les hacen sentir que no est¨¢n solos¡±, expresa tras contar que sus familiares en Palestina est¨¢n muy mal.
¡°He perdido a muchas personas y las que resisten van de un lado para otro, sabiendo que se les puede caer la casa encima en cualquier momento¡±, lamenta. Le acompa?a Saad Yousef, de 29 a?os, miembro de la organizaci¨®n de j¨®venes palestinos Al-Yudur, que acude emocionado porque su familia es de Tulkarem (Cisjordania).
Ante la prolongaci¨®n indefinida de la protesta en muchos campus, todos est¨¢n organizados. Lillia Matas, de 19 a?os, acampada en la Biblioteca General de la Universidad de M¨¢laga, recalca la capacidad de resistencia: ¡°Hemos ocupado el espacio y vamos ganando territorio poco a poco, al principio nos prohibieron montar las tiendas y ahora podemos pernoctar hasta 20 personas, pero en las asambleas somos 100¡å. Ella se encarga de las comunicaciones con la prensa, pero, al igual que en varias de las autonom¨ªas, tambi¨¦n cuentan con comisiones de voluntarios que gestionan la seguridad del recinto, el reparto y las donaciones de alimentos, la log¨ªstica, las actividades diarias y los espacios de cuidados y salud mental.
En Alicante los estudiantes recib¨ªan charlas de refugiados palestinos y algunos profesores les impart¨ªan conferencias sobre geopol¨ªtica para conocer mejor el conflicto. ¡°Vamos a salir mucho m¨¢s formados de lo que hemos entrado. Eso es important¨ªsimo¡±, opina Enma desde Madrid. Baena tiene claro que el activismo a trav¨¦s de la informaci¨®n y la cultura incentiva la participaci¨®n y la reivindicaci¨®n: ¡°No queremos quedarnos aqu¨ª sentados perennemente, pretendemos visibilizar a Palestina, mientras otros la quieren borrar del mapa¡±.
Por ello, realizan actividades todos los d¨ªas. Divulgan informaci¨®n sobre c¨®mo identificar los productos alimenticios israel¨ªs para evitar llevarlos a la acampada y realizan talleres de escritura ¨¢rabe. Hace una semana organizaron un evento de talento como boicot al festival de Eurovisi¨®n, por la participaci¨®n de Israel, y crearon una biblioteca al aire libre con libros donados. ¡°Siempre hay personas leyendo o debatiendo sobre temas pol¨ªticos o ambientales¡±, explica.
Esto ha permitido que Mas descubriera en la acampada a personas que comparten sus mismas inquietudes. ¡°La universidad sigue teniendo muchos defectos. Aunque estamos aqu¨ª por Palestina, tambi¨¦n aprovechamos para hablar, organizarnos e intentar combatir otras cosas que no nos gustan¡±, expresa. Mata tiene claro que ¡°el movimiento estudiantil ha vuelto para quedarse¡± y Baena tras darse cuenta de que ¡°se pueden cambiar las cosas sin vivir en una capital¡±, concuerda: ¡°Los campus vuelven a brotar de vida y me hacen mantener la esperanza que nunca he perdido en esta generaci¨®n¡±.
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