Ang¨¦lica Liddell, la artista catalana que sube la crueldad a los escenarios y triunfa en Francia
La dramaturga catalana es la ¨²nica en la historia del Festival de Avi?¨®n invitada por tres directores distintos
Ang¨¦lica Liddell (Figueras, 58 a?os) es la ¨²nica artista en la historia del Festival de Avi?¨®n, el m¨¢s prestigioso de artes esc¨¦nicas del mundo, que ha sido invitada por tres directores diferentes: Vincent Baudriller, Olivier Py y, ahora, Tiago Rodrigues, quien la ha elegido para inaugurar la edici¨®n de 2024 con D?mon¡ªEl funeral de Bergman, el segundo funeral esc¨¦nico de una trilog¨ªa sobre la muerte. Liddell la representar¨¢ en la Cour d¡¯Honneur del Palacio de los Papas, patrimonio mundial de la Unesco. Ah¨ª culminar¨¢ 33 a?os como directora, dramaturga y actriz, creando un teatro que, en sus propias palabras, no busca lo contempor¨¢neo, sino lo eterno. ¡°Es una de las grandes inventoras del teatro de nuestro tiempo. Su historia duradera y pasional con el Festival de Avi?¨®n llega a su cl¨ªmax con esta creaci¨®n. Nos ilusiona compartir con el p¨²blico la poes¨ªa transgresora de Liddell alimentada por el genio de Bergman, y presentarla en el escenario hist¨®rico y fundador del festival es un gesto simb¨®lico de defensa de la libertad art¨ªstica¡±, remarc¨® Tiago Rodrigues por e-mail al preguntarle por ella.
Tambi¨¦n conversamos largamente con Gumersindo Puche, la cara invisible de Atra Bilis, la compa?¨ªa que fundaron conjuntamente en 1993. ?l y ?Liddell son un t¨¢ndem y tienen una relaci¨®n de equilibrio simbi¨®tico, cuyas existencias est¨¢n ¨ªntimamente ligadas. Puche produce las obras y los directores de festivales est¨¢n acostumbrados a lidiar con ¨¦l, no con ella. Era importante darle voz, por fin. Pero cuando Liddell comprendi¨® que la pieza no ser¨ªa exclusivamente sobre ¡°Sindo¡±, perdimos la colaboraci¨®n de ambos. A la creadora le incomoda que se llame a otros para hablar de ella, quiz¨¢ principalmente debido a su timidez, algo que puede resultar chocante dadas sus obras.
El suyo es un teatro pol¨ªticamente incorrecto, desagradable e inc¨®modo hasta el punto que muchos espectadores han acabado vomitando, desmay¨¢ndose o abandonando la sala antes de que el espect¨¢culo termine. Refleja odio, impotencia, una decepci¨®n profunda. Combina la belleza de las mejores composiciones de m¨²sica cl¨¢sica con la violencia textual. Hijosdeputa, in¨²tiles, mehab¨¦isjodidolavida. Y sus obras duran lo que tienen que durar. Por ejemplo, seis horas. Sobre el escenario, una vaca abierta en canal. Su propia sangre. Ang¨¦lica Liddell expone sin l¨ªmites la parte m¨¢s miserable de la condici¨®n humana sin tener por objetivo provocar (?qu¨¦ banalidad!), sino hacer que la realidad sea insoportable para el espectador. Seg¨²n ella, la crueldad educa m¨¢s que la moral, por eso le preocupa la censura soterrada de pa¨ªses supuestamente libres.
Liddell no es una persona accesible. Se identifica con los inadaptados, los enfermos, los rechazados. Conecta con Artaud, Pasolini, Bernhard, Genet, Rimbaud, Sade, Fassbinder, Bataille, Bergman, Nietzsche y utiliza el teatro para abordar problemas existenciales, como el sufrimiento o la muerte. Tambi¨¦n sociales, como el femicidio (La casa de la fuerza), el abuso sexual (Maldito el hombre que conf¨ªa en el hombre) o la opresi¨®n. ¡°El mundo ya no se divide en ideolog¨ªas. Se divide en ricos y pobres. ?Y a qui¨¦n le importan los pobres?¡±, se preguntaba en El a?o de Ricardo. Alude tanto a la crueldad del hombre como de la naturaleza. En Esta breve tragedia de la carne daba protagonismo tanto a enanos como a personas con s¨ªndrome de Down y discapacidades f¨ªsicas. En Te har¨¦ invencible con mi derrota aborda la enfermedad. Demuestra que la intensidad no se mide solo por el grito, sino por lo ¨ªntimo: su sacrificio es mostrar vulnerabilidad mediante la confesi¨®n. Y, ante el dolor, opta por el aislamiento. ¡°A m¨¢s encierro m¨¢s contacto con el infinito. Emily Dickinson no fue amada porque nadie acepta ser amado por un fusil¡±. Lo ¨²nico que dice salvarla del suicidio es refugiarse en el cine y hacer teatro.
Vincent Baudriller, el primer director que la invit¨® a Avi?¨®n, fue quien salv¨® su carrera al invitarla, en 2010, a representar sus dos ¨²ltimas obras, El a?o de Ricardo y La casa de la fuerza, que parad¨®jicamente hab¨ªan supuesto un estruendoso fracaso econ¨®mico porque apenas hab¨ªan sido programadas en Espa?a. Cuando el director franc¨¦s conoci¨® a Liddell el a?o previo, Gumersindo Puche y ella consideraban disolver la compa?¨ªa. Hab¨ªan pasado a?os trabajando en Port Aventura, a?os haciendo t¨ªteres en el Retiro, y siempre apostaron por Atra Bilis, incluso cuando dejaron de ser pareja. Lo que no pod¨ªan concebir es que, agotando las entradas de sus obras y estando en la c¨²spide de la vanguardia teatral espa?ola, siguieran sin contar con el apoyo institucional para poder vivir del teatro.
El ¨¦xito en Avi?¨®n fue rotundo; los aplausos, emocionantes. Aunque al principio hubo asientos vac¨ªos, gracias a que fue de boca en boca, las entradas se agotaron tras la primera funci¨®n. ¡°Pocos artistas tienen el coraje de adentrarse tan profundamente en la complejidad del ser humano. Ang¨¦lica es muy generosa porque deja mucho de su vida en esta investigaci¨®n art¨ªstica. Como p¨²blico nos enfrentamos a una obra de Liddell, pero no hay que olvidar que ella est¨¢ f¨ªsicamente en escena. Nos pide ir lejos, pero ella tambi¨¦n viene¡±, puntualiza Baudriller, que program¨® cinco de sus obras en Avi?¨®n y otras dos en el Th¨¦?tre Vidy-Lausanne de Suiza, que actualmente dirige.
La carrera de Liddell dio un vuelco internacional. Aun as¨ª, en Espa?a no recibi¨® un respaldo acorde debido a la falta de una estructura de coproducci¨®n que apoye a los creadores. ¡°El problema de nuestro pa¨ªs es que impide que artistas de la talla de Liddell puedan desarrollar todo su potencial. No solo tiene que cambiar la legislaci¨®n, sino tambi¨¦n el valor que nuestra cultura le da al arte contempor¨¢neo. El apoyo es una inversi¨®n en lo que va a convertirse en patrimonio p¨²blico¡±, comenta por tel¨¦fono Natalia ?lvarez, directora actual del Centro Cultural Conde Duque.
Se habla mucho de la fuga de cerebros en Espa?a y no tanto de la fuga de artistas. En 2014 Liddell dijo haber llegado ¡°al tope de desprecio que uno puede soportar¡± y durante los cuatro a?os siguientes no estren¨® nada en nuestro pa¨ªs. ¡°Gracias a todos los teatros franceses que le abrieron sus puertas a una sombra (¡) Ha sido aqu¨ª donde he podido gozar de los momentos m¨¢s hermosos de mi vida, no solo de mi profesi¨®n, sino de mi vida¡±, dijo la creadora teatral al recoger las insignias de caballero de las Artes y de las Letras de Francia en 2017.
En 2018, Liddell volvi¨® a los escenarios espa?oles motivada por el cambio de direcci¨®n de los Teatros del Canal, liderados por Natalia ?lvarez y ?lex Rigola. ¡°Recuerdo el d¨ªa del estreno. La Sala Roja estaba a reventar y se cre¨® un ambiente equiparable a un concierto de los Rolling Stone. ?Liddell es un fen¨®meno y el p¨²blico la adora¡±, comenta Natalia ?lvarez, destacando que las entradas para sus obras se agotan en menos de dos horas desde que salen a la venta.
Esta entrega del p¨²blico espa?ol se sigue reflejando en las ovaciones de m¨¢s de 15 minutos que ha recibido Vud¨² (3318) Blixen en el Centro Cultural Conde Duque y en el teatro Salt de Girona. Aplausos de una audiencia que parece estar d¨¢ndole las gracias, felicit¨¢ndola, pidi¨¦ndole que no los abandone. Confiando en que las instituciones espa?olas reaccionen, aunque sea por dignidad, aunque sea por verg¨¹enza.
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