Sabrina Fernandes, soci¨®loga: ¡°Hay que retomar la utop¨ªa, que ser radical sea un elogio¡±
La economista pol¨ªtica brasile?a empezar¨ªa la revoluci¨®n implantando transporte p¨²blico el¨¦ctrico y gratuito, y reduciendo la jornada laboral. ?C¨®mo hacerlo, si no, con la gente agotada?, se pregunta
La conciencia ambiental de la brasile?a Sabrina Fernandes (Goi?nia, 36 a?os) germin¨® en la ni?ez. Hija y nieta de campesinos, creci¨® en una regi¨®n del coraz¨®n de Brasil que ha mutado con la producci¨®n de ma¨ªz y soja a gran escala. Esta soci¨®loga, economista pol¨ªtica y activista ecosocialista regresa cada tanto a su tierra, feudo bolsonarista y cuna de la ...
La conciencia ambiental de la brasile?a Sabrina Fernandes (Goi?nia, 36 a?os) germin¨® en la ni?ez. Hija y nieta de campesinos, creci¨® en una regi¨®n del coraz¨®n de Brasil que ha mutado con la producci¨®n de ma¨ªz y soja a gran escala. Esta soci¨®loga, economista pol¨ªtica y activista ecosocialista regresa cada tanto a su tierra, feudo bolsonarista y cuna de la m¨²sica sertaneja (el country brasile?o), para visitar a la familia. El primer s¨¢bado de 2025, Fernandes conversa en el patio de un restaurante vegano de S?o Paulo sobre la transici¨®n ecol¨®gica eficaz y justa que defiende, muy distinta a la actual, que ella considera dominada por la impostura de las grandes multinacionales con unas pol¨ªticas supuestamente verdes que, sostiene, solo maquillan un patr¨®n de producci¨®n insostenible. Cree que la emergencia clim¨¢tica es tan grave que requiere cambios radicales, incluida la abolici¨®n del capitalismo. Formada en Canad¨¢ gracias a una beca, all¨ª se politiz¨®. Durante seis a?os, en pleno auge del bolsonarismo, cre¨® conciencia pol¨ªtica entre sus compatriotas con v¨ªdeos sobre el tab¨² del momento ¡ªsocialismo, marxismo¡ª en YouTube o TikTok. Sum¨® hasta medio mill¨®n de seguidores. Ahora se concentra en investigar, dar clase y escribir.
Pregunta. ?El ecosocialismo del siglo XXI tiene un modelo?
Respuesta. Est¨¢ por construir. Creo que, en el pasado, fue un error creer que hay una [¨²nica] manera de implementar una alternativa socioecon¨®mica. Tenemos un sistema econ¨®mico dise?ado para que la mayor¨ªa sobreviva y que solo una minor¨ªa pueda vivir como quiere. La urgencia es tal que no existe eso de ¡°ahora vamos a organizar a los trabajadores y luego mirar a la naturaleza¡±. Todo est¨¢ interconectado. Cuanto m¨¢s empeora la cat¨¢strofe clim¨¢tica, peor se vuelve la situaci¨®n para la clase trabajadora.
P. ?Milita en alg¨²n partido?
R. Formo parte de un colectivo regional en Am¨¦rica Latina llamado Pacto Ecosocial e Intercultural del Sur.
P. Sostiene que las medidas para adaptarse y mitigar la emergencia clim¨¢tica no bastan, que el problema es tan grave y urgente que requiere soluciones radicales, incluido abolir el capitalismo. ?Cu¨¢l es su receta?
R. No tenemos tiempo para abolir el capitalismo y luego abordar el cambio clim¨¢tico. As¨ª ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil, tendr¨ªamos mayor control sobre los recursos. No existir¨ªa la explotaci¨®n depredadora de la naturaleza en favor de las multinacionales multimillonarias. Pero no tenemos las condiciones para hacer una revoluci¨®n ya. Para hacer una transici¨®n necesitamos empoderar a la clase trabajadora. Que el mercado no sea el foco, volver a tener bienes comunes, una toma de decisiones m¨¢s colectiva y democr¨¢tica, que podamos sacar cosas del sector privado.
P. ?Se refiere a nacionalizar?
R. En algunos sentidos s¨ª, en otros no. No tiene sentido ponerlo en manos de un Estado que quiere extraer hasta la ¨²ltima gota de petr¨®leo. Por eso pedimos la demarcaci¨®n de territorios ind¨ªgenas, reforma agraria¡
P. Brasil vuelve a tener un presidente progresista, pero no se oye una palabra sobre reforma agraria.
R. La transici¨®n clim¨¢tica requiere una reforma agraria, no solo deforestaci¨®n cero, exige una producci¨®n de alimentos que no sean materias primas. La militancia est¨¢ muy frustrada. ?Estamos haciendo todo lo posible o hay una cierta cobard¨ªa? Quiz¨¢s la izquierda llegue al poder y tenga miedo de perderlo. En Brasil estamos en un momento en que el miedo al bolsonarismo, a la extrema derecha, impide tomar medidas m¨¢s audaces. Renunciamos a explorar nuevos caminos. El aborto es un buen ejemplo. La izquierda se resiste a hablar de ello porque dice que quita votos. Pero si no hablamos de ello, no educamos. ?Por qu¨¦ en las periferias de Brasil tanta gente conf¨ªa m¨¢s en el pastor que en un pol¨ªtico de izquierda? Porque ese pastor fundamentalista est¨¢ presente en la vida cotidiana. No se trata solo de aparecer y ya. Se requiere paciencia, aunque es muy urgente. Esa es nuestra gran contradicci¨®n.
P. Usted cree que las multinacionales impostoras son peores que los negacionistas.
R. Est¨¢n m¨¢s presentes y tienen mucho m¨¢s poder. El negacionista siembra la desconfianza. Pero las multinacionales poseen muchos recursos, son cercanas a los Gobiernos, influyen en las pol¨ªticas p¨²blicas de manera que se garantizan todos los mercados. La COP29 fue un desastre. Pasamos de debatir sobre billones a discutir solo unos pocos miles de millones. Dejar de explotar los combustibles f¨®siles nunca est¨¢ realmente sobre la mesa. Necesitamos un gran movimiento de quimioterapia contra el capitalismo para fortalecer otras partes de nuestro organismo y estar sanos. Esa es la transici¨®n. Matar ciertas industrias mientras construimos una alternativa. Petrobras [la compa?¨ªa petrolera brasile?a] dice que sigue extrayendo petr¨®leo para financiar la transici¨®n energ¨¦tica. Yo no veo eso en sus balances.
P. ?Qu¨¦ plantea?
R. Gobiernos progresistas, implicaci¨®n sindical, planificaci¨®n eficaz, transversal y valent¨ªa para desactivar algunas cosas, que tendr¨¢ costes hoy, pero traer¨¢ beneficios hoy y en el futuro. La extrema derecha quiere que los ambientalistas paguen el precio por el cierre de la industria. Demostr¨¦mosles que no. Queremos una sociedad con menos mercanc¨ªas y m¨¢s bienes comunes.
P. ?Y c¨®mo se pagar¨ªa?
R. Eso es f¨¢cil. Existe una enorme riqueza concentrada en manos de unas pocas personas y unos pocos Estados. Cuando los pa¨ªses del sur global exigen financiaci¨®n clim¨¢tica, parece que pedimos un favor. No, estamos cobrando una deuda. Requiere valent¨ªa.
Nos hemos desarrollado a costa de la naturaleza. En el sur global, a trav¨¦s del extractivismo del imperialismo ecol¨®gico
P. ?Por d¨®nde empezar¨ªa la revoluci¨®n?
R. Transporte p¨²blico gratuito y el¨¦ctrico para todos. La tarifa cero era considerada ut¨®pica, pero en Brasil avanza. La reducci¨®n de la jornada de trabajo es una de las pol¨ªticas m¨¢s ecosocialistas. Permite, entre otras cosas, que la gente se organice pol¨ªticamente. ?C¨®mo queremos hacer una revoluci¨®n con la gente agotada?
P. ?Qu¨¦ responde a quien dice que es una utop¨ªa, un delirio?
R. Con la calamidad clim¨¢tica nos hemos acostumbrado a la distop¨ªa. Hay que retomar la utop¨ªa, que ser radical sea un elogio. No trabajo con cualquier utop¨ªa, ser¨ªa un delirio. Trabajo con un plan.
P. Sorprendi¨® que en la dana de Valencia, en Europa, murieran m¨¢s personas (224) que con la anegaci¨®n del Estado de Rio Grande do Sul (210). ?A usted le choc¨®?
R. No. Viv¨ª en Alemania y Austria con el posdoctorado. Es consecuencia de esta era moderna que fue construida sobre r¨ªos, canalizando todo. Empez¨® en Europa. Intervenciones insostenibles en el contexto del desastre clim¨¢tico, de una mayor imprevisibilidad. Entiendo que en el caso de Espa?a influy¨® la falta de alertas adecuadas por parte del Gobierno local. Tenemos que debatir m¨¢s sobre adaptaci¨®n, pero lo que ocurri¨® aqu¨ª ocurre en otros pa¨ªses. Huracanes en Bahamas, inundaciones en Pakist¨¢n¡ La adaptaci¨®n es insuficiente; nos hemos desarrollado a costa de la naturaleza, en el sur global a trav¨¦s del extractivismo en un proceso que persiste y que es un imperialismo ecol¨®gico. Inglaterra destruy¨® sus bosques para desarrollarse y hoy paga las consecuencias.