El d¨ªa de la verdad
La corresponsal de EL PA?S, testigo de la ¨²ltima noche de fiesta en las calles de Teher¨¢n antes de la elecciones
?Qu¨¦ va a pasar hoy? Ahmadineyad o Musav¨ª, he ah¨ª la cuesti¨®n. Desconozco cu¨¢ntos iran¨ªes deshojan a¨²n la margarita, en cualquier caso no me atrevo a hacer pron¨®sticos. Los reformistas dicen que empezaron el partido 0-3, pero al final del segundo tiempo han logrado un muy respetable 3-3. ?Qu¨¦ pasara en el ¨²ltimo minuto? Depende a qui¨¦n se pregunte. Lo ¨²nico en lo que todos coinciden es en que habr¨¢ una gran participaci¨®n. En total 46,2 millones de iran¨ªes est¨¢n convocados a las urnas para las d¨¦cimas elecciones presidenciales desde la fundaci¨®n de la Rep¨²blica Isl¨¢mica en 1979.
Aunque tres candidatos, un conservador y dos reformistas, tratan de impedir que el fundamentalista Mahmud Ahmadineyad repita mandato, la polarizaci¨®n de la campa?a ha convertido los comicios en un refer¨¦ndum sobre su gesti¨®n econ¨®mica y su agenda social islamista. Si ninguno consigue el 50% m¨¢s uno de los votos v¨¢lidos, los dos mejor situados tendr¨¢n que enfrentarse el pr¨®ximo viernes. Ah¨ª s¨ª que me atrevo: Ahmadineyad y Musav¨ª. Vale, era f¨¢cil, pero ?cu¨¢l ser¨¢ la diferencia?
En los asuntos como el programa nuclear que tanto preocupa en Occidente, muy poca. La ¨²ltima palabra en materia de pol¨ªtica exterior y seguridad nacional la tiene el l¨ªder supremo, un cargo no electo que en la actualidad ostenta el ayatol¨¢ Ali Jamenei. No obstane, pueden variar las formas. Frente a la intransigencia del "no nos mover¨¢n" que predica Ahmadineyad, Musav¨ª se ha mostrado m¨¢s dispuesto al di¨¢logo y la negociaci¨®n. De hecho, me dice una amiga enterada de lo que se cuece en Bruselas que all¨ª se espera el resultado con expectaci¨®n y nadie esconde que les gustar¨ªa que el reformista "diera la campanada".
Sin embargo, el embajador en Teher¨¢n de un pa¨ªs vecino de Ir¨¢n me asegura que con Ahmadineyad ser¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil reanudar las relaciones con Estados Unidos. "Poco a poco, por supuesto", precisa. Su teor¨ªa es que el bando fundamentalista que lidera el actual presidente est¨¢ dispuesto a dar ese paso, pero bloquear¨ªa cualquier intento de sus rivales pol¨ªticos. "Si Musav¨ª lo intentara, le acusar¨ªa de traidor", asegura este hombre que pasa por ser uno de los diplom¨¢ticos mejor informados de Teher¨¢n.
?Y para los iran¨ªes? Cuando le he preguntado a una joven colega qu¨¦ pod¨ªa a cambiar, me ha respondido: "Todo y nada. Ayer mirando las fotos de los a?os de Jatam¨ª, not¨¦ que entonces sonre¨ªamos; ¨¦ramos m¨¢s felices". Por supuesto que no va a cambiar el r¨¦gimen isl¨¢mico. No es eso lo que est¨¢ en juego. Pero entre el "m¨¢s de lo mismo" que ofrece Ahmadineyad y la esperanza de una, aunque fuera ligera, relajaci¨®n de los controles sociales, j¨®venes, mujeres e intelectuales apuestan por darle una oportunidad al candidato que sin ser genuinamente reformista, lo parece por contraste con la alternativa.
Lo explic¨® muy bien hace unos d¨ªas en un debate p¨²blico Mohamed Atrianfar, como Musav¨ª un revolucionario de primera hora reconvertido a la causa de la reforma, cuando alguien le record¨® su pasado. "Entonces todos ¨¦ramos como Ahmadineyad, pero algunos hemos evolucionado", dijo. El resto de los iran¨ªes tambi¨¦n, incluso m¨¢s que sus pol¨ªticos.
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