Noches de fiesta
La corresponsal de EL PA?S relata en la tercera entrega de su diario c¨®mo la campa?a sirve de pretexto para la fiesta
La fiesta se ha prolongado hasta cerca de las tres de la ma?ana. Ante la inexistencia de pistas de baile (peligrosa perversi¨®n occidental que la Rep¨²blica Isl¨¢mica prohibi¨® hace 30 a?os), la avenida Jordan hace de improvisada discoteca y la m¨²sica atruena desde los coches. Adornados con las cintas verdes que identifican a los partidarios del candidato reformista Mir-Husein Musavi, cientos de j¨®venes corean su nombre, exhiben su retrato y, sobre todo, se divierten.
Las v¨ªsperas electorales han vuelto a convertirse en un pretexto para la juerga. Grupos de chicos y chicas, en Jordan, en Tehran Pars o Saadat Abad, aprovechan la relajaci¨®n de los controles de la polic¨ªa moral para forzar los l¨ªmites que constri?en su libertad. La pasada madrugada en Jordan no hab¨ªa ninguna de las furgonetas que habitualmente detienen a las muchachas que visten ropa ajustada o a los chavales que engominan su pelo al estilo punki. S¨®lo un par de polic¨ªas de tr¨¢fico se desga?itaban intentando impedir que giraran al acabar la mediana y volvieran a subir la empinada avenida en un circuito sin fin.
Discotecas improvisadas en la calle
En eso consiste la diversi¨®n. Sacando el cuerpo por las ventanillas, los j¨®venes cantan, se contonean y tratan de ligar con el sexo opuesto. No hab¨ªa ni bebidas alcoh¨®licas ni drogas a la vista. La breve sensaci¨®n de libertad bastaba para sumirles en la euforia colectiva. Como en las procesiones de Muharram (un momento luctuoso del calendario religioso chi¨ª), la campa?a electoral les da una oportunidad de encontrarse. Tambi¨¦n de demostrar que quieren un cambio ya.
"Ahmadineyad, dictador", se desga?itaba desde el techo abierto de un coche una chica a la que jaleaban sus acompa?antes masculinos. "A los j¨®venes no nos gusta Mahmud Ahmadineyad, por supuesto que preferimos a Musavi", explicaba en medio de la algarab¨ªa. La muchacha no parec¨ªa intimidada porque en un cercano edificio en obras se hubieran instalado varios partidarios del actual presidente que exhib¨ªan desafiantes su retrato. Incluso un par de coches con sus p¨®steres se hab¨ªan colado en la caravana sin causar la menor alarma. Los de Musavi eran mayor¨ªa. Ni rastro de los otros dos candidatos, Mehdi Karrubi y Mohsen Rezai.
"Es una ocasi¨®n para divertirnos", conf¨ªa una joven estudiante de econ¨®micas junto a la reci¨¦n inaugurada franquicia de Adolfo Dom¨ªnguez. Ella ni siquiera va a poder votar porque la semana que viene regresa a India donde est¨¢ estudiando. "Mis amigos tambi¨¦n quieren irse del pa¨ªs", explica erigi¨¦ndose en portavoz. "?l, que estudia inform¨¢tica, ha pedido una beca para Australia; mi hermano, que est¨¢ acabando ingenier¨ªa de caminos, espera ir a Suecia, y a mis amigas les gustar¨ªa venir a India conmigo", afirma mientras se?ala a las otras dos chicas del grupo. ?Qu¨¦ ser¨¢ de Ir¨¢n si todos los j¨®venes os vais? Se hace un silencio, se miran y se encogen de hombros. La fiesta s¨®lo esconde su tristeza.
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