Demasiados muertos para un solo cementerio
Nadie tiene tiempo de sobra estos d¨ªas en Hait¨ª para limpiar las tumbas o cambiar las flores de pl¨¢stico
Cuando todo Puerto Pr¨ªncipe era una morgue al aire libre, su cementerio m¨¢s c¨¦lebre, el inaugurado en 1800 y considerado patrimonio hist¨®rico y cultural, luchaba por evitar que se le escaparan los muertos. Algunas tumbas se abrieron y escupieron f¨¦retros llenos de cenizas; otras, de vac¨ªos. A diferencia de lo sucedido en el mundo de los vivos, en el que la corrupci¨®n, la avidez de lucro f¨¢cil y los materiales defectuosos derribaron edificios como castillos de naipes, en el mundo de los difuntos las estructuras funerarias que compiten en altura y adornos entre ellas aguantaron bastante mejor el terremoto.
Este cementerio de callejuelas y estrecheces que lo convierten en un laberinto es un lugar silencioso, vac¨ªo, sin apenas visitantes. Nadie tiene tiempo de sobra estos d¨ªas en Hait¨ª para limpiar las tumbas, dejar botellas de cerveza, la bebida favorita de los esp¨ªritus, o cambiar las flores de pl¨¢stico de sitio. Se escucha el canto triste de algunos gallos que despu¨¦s del se¨ªsmo perdieron la hora y la br¨²jula. El que est¨¢ m¨¢s cerca m¨¢s que cacarear, murmura.
Un hombre arrastra una pala. Se trata de uno de los enterradores. Es muy flaco. Tiene la cara huesuda. Unos cortes cicatrizados de cuchillo atraviesan su pecho. Se llama Joseph Witzgler, cumpli¨® los 43 a?os y acumula ya siete hijos de la misma mujer. Asegura que todos est¨¢n bien. Aunque su casa no se ha derrumbado, no es segura. "Tiene muchas grietas y no nos atrevemos a dormir dentro. Han sido d¨ªas de mucho trabajo, de enterrar a m¨¢s de cien personas cada d¨ªa. El 13 de enero abrimos una gran fosa com¨²n y por la noche la tuvimos que cerrar porque estaba llena. La gente tra¨ªa sus muertos en f¨¦retros y los dejaba en el cementerio, cerca de las tumbas de sus familiares. Si no est¨¢bamos cansados y ten¨ªamos tiempo los enterr¨¢bamos".
Cerca de la puerta, una mujer vestida con un traje blanco grita y se lanza al suelo. Est¨¢ muy sudorosa. No se sabe si ha entrado en trance o es que no puede con el dolor de las ausencias que soporta. A la entrada del cementerio hay una cita de V¨ªctor Hugo relacionada con la eternidad y para que el sello del origen franc¨¦s del pa¨ªs se mantenga en la retina del visitante, la primera tumba de la izquierda contiene los restos de una familia llamada M. A. Voltaire. A la salida, otra cita, ¨¦sta de despedida reza: "Kounye a panse ak pwop t¨¦t pan" (ahora pasando de ti mismo). As¨ª se le recuerda al visitante que un d¨ªa, quiera o no, tarde o temprano, tambi¨¦n ¨¦l ser¨¢ difunto como todos los que deja atr¨¢s.
El cementerio de Puerto Pr¨ªncipe se podr¨¢ hermanar con otros c¨¦lebres, como el de Poticari en Srebrenica. En ¨¦l, miles de las tumbas tienen la misma fecha: julio de 1995. Aqu¨ª, en Puerto Pr¨ªncipe, empiezan a hacerse su hueco los muertos recientes del terremoto. Hay tumbas y nichos a los que no dio tiempo ponerles un nombre. Quiz¨¢ porque nadie lo sabe. S¨®lo aparece grabada la fecha con un punz¨®n: 12-01-10 y un cierre provisional de cemento fresco. Nada de l¨¢pidas. Es un duelo que se aplaza. Nada es definitivo en Hait¨ª, todo parece fr¨¢gil y provisional.
Joseph Witzgler afirma que el Gobierno contabiliza los muertos y aunque se quemaron cad¨¢veres en la calle y otros se enterraron en fosas comunes improvisadas afuera de los camposantos, hay quien lleva la cuenta y que ¨¦sta supera en mucho los 200.000.
No son todos a¨²n, pues a¨²n quedan restos descompuestos y aplastados debajo de escombros en Puerto Pr¨ªncipe. La gente del lugar sabe de qu¨¦ ruinas salen esas pestes a muerte abandonada. Al pasar por ellas se cubre la nariz con un pa?uelo o una mascarilla y camina gacha, mitad respeto, mitad miedo.
S¨®lo cuando se recorre en coche o a pie el centro de Puerto Pr¨ªncipe se comprende la magnitud humana de la tragedia. El terremoto destruy¨® una ciudad que nunca estuvo construida del todo. Lanz¨® m¨¢s miseria sobre a?os de mucha miseria. Por eso lo m¨¢s urgente ahora son los vivos que se sienten solos y luchan cada d¨ªa por no pasar al mundo de los muertos.
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