El escritor Ricardo Piglia rompe el silencio sobre el suicidio del profesor espa?ol que daba clases en Princeton
"En los 10 a?os de trabajo de Calvo en la universidad no hubo un solo hecho que justificara el despido", dice el novelista argentino
El silencio que ha imperado entre la comunidad del departamento de lengua espa?ola y portuguesa de la universidad de Princeton respecto al despido del profesor asociado Antonio Calvo, que se suicid¨® el pasado 12 de abril en Nueva York, comienza a resquebrajarse. El primero en hablar, este fin de semana, ha sido Ricardo Piglia, respetado escritor, eminencia de las letras argentinas y profesor de la c¨¢tedra Walter S. Carpenter de Lengua, Literatura y Civilizaci¨®n de Espa?a en Princeton, en el mismo departamento en el que ense?aba Calvo.
Piglia ha dicho en un art¨ªculo publicado en el suplemento cultural ?, del diario argentino Clar¨ªn: "Las autoridades utilizaron para tomar su decisi¨®n las observaciones y opiniones vertidas en algunas de las cartas de evaluaci¨®n pedidas por la administraci¨®n a estudiantes y a colegas de Calvo. Lo que est¨¢ en juego en este penos¨ªsimo acontecimiento no es el contenido de esas cartas que habitualmente circulan en los procesos de evaluaci¨®n, multitudinarias y kafkianas, sino el modo de leerlas. En los diez a?os de trabajo de Calvo en la universidad no hubo un solo hecho que justificara esa decisi¨®n: se trat¨® b¨¢sicamente de una cuesti¨®n de interpretaci¨®n de met¨¢foras, dichos y estilos culturales".
A Calvo le venc¨ªa su contrato de cinco a?os en verano. Para su renovaci¨®n, la universidad comenz¨® un proceso de evaluaci¨®n en el que se pidi¨® cartas a distintos miembros de su departamento. Su familia y allegados aseguran que el uso de expresiones e interjecciones como "no te toques los cojones" en clase se utiliz¨® como excusa para su expulsi¨®n, ejecutada antes de que acabara el semestre. El art¨ªculo de Piglia sustenta esa misma tesis. El escritor mantiene que el contenido de esas cartas se malinterpret¨® desde la administraci¨®n universitaria. La universidad de Princeton ha mantenido silencio por las v¨ªas oficiales y solo ha dicho, por boca de su rectora, Shirley M. Tilghman, que el despido fue procedente.
EL PA?S publicar¨¢ ese art¨ªculo en su integridad a lo largo del mes de mayo, en el suplemento Babelia, dentro de la serie Notas en un diario. El profesor Piglia dijo ayer a este diario que desde el pasado mes de diciembre se halla en un periodo sab¨¢tico en Buenos Aires, por lo que no se hallaba en Princeton cuando ocurri¨® el despido. Seg¨²n la normativa de Princeton, hay ocho supuestos de despido a un profesor: dar clases privadas -y cobrar por ellas- a los alumnos; nepotismo; relaciones sexuales consentidas con alumnos que est¨¦n bajo la supervisi¨®n directa o indirecta del profesor; acoso sexual; usos comerciales fraudulentos del nombre de la universidad; difusi¨®n de la informaci¨®n privada de los alumnos; mala praxis en tareas de investigaci¨®n -como plagio-; alteraci¨®n del orden p¨²blico en el campus, y conflictos de inter¨¦s en las investigaciones.
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