La cercan¨ªa de un acuerdo nuclear con Ir¨¢n moviliza a sus rivales ¨¢rabes
Las grandes potencias y Teher¨¢n retoman la negociaci¨®npara intentar cerrar un pacto
Los dirigentes ¨¢rabes, en particular entre las monarqu¨ªas de la pen¨ªnsula ar¨¢biga, est¨¢n convencidos de que el acuerdo nuclear que estos d¨ªas se ultima en Viena (Austria) no va a evitar que Ir¨¢n se dote eventualmente de la bomba at¨®mica. Su mayor preocupaci¨®n, sin embargo, es el cambio de equilibrio de poder en Oriente Pr¨®ximo que significa el regreso del paria chi¨ª a la escena internacional. Temen que ese nuevo estatus d¨¦ alas al expansionismo de un vecino hacia el que profesan una desconfianza hist¨®rica.
Encabezados por Arabia Saud¨ª, que rivaliza con Ir¨¢n por el liderazgo de la regi¨®n, los dirigentes ¨¢rabes han empezado a organizarse para hacerle frente. La intervenci¨®n militar en Yemen que Riad lanz¨® el pasado marzo con el apoyo de una decena de aliados es la muestra m¨¢s visible del nuevo enfoque.
De hecho, esa campa?a ha acelerado los planes de los pa¨ªses del Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo (CCG, que, adem¨¢s de Arabia Saud¨ª, incluye a Kuwait, Bahr¨¦in, Qatar, Emiratos ?rabes Unidos y Om¨¢n) y Egipto para formar una fuerza militar ¨¢rabe conjunta con la que vigilar la regi¨®n y contrarrestar la influencia iran¨ª.
El objetivo no es nuevo. El deseo de contener a Ir¨¢n tras la revoluci¨®n de 1979 est¨¢ en el origen tanto de la fundaci¨®n del CCG, como del gigantesco entramado de lazos pol¨ªticos, militares y econ¨®micos que esos pa¨ªses han forjado con Estados Unidos desde entonces. Pero ahora, se sienten abandonados. De ah¨ª que busquen una voz propia y alianzas alternativas.
¡°Los pa¨ªses del CCG no est¨¢n en contra del pacto nuclear, sino en contra de que se ignore el expansionismo de Ir¨¢n; consideran que debieran ser parte del debate¡±, explica por tel¨¦fono Jamal Khashoggi, un veterano comentarista saud¨ª. ¡°Cualquier acuerdo que contenga las ambiciones de Ir¨¢n es bien recibido aqu¨ª¡±, subraya.
Obsesi¨®n saud¨ª por Teher¨¢n
WikiLeaks ha desnudado esta semana a Arabia Saud¨ª, al igual que hace cinco a?os hizo con EE UU. La primera tanda del medio mill¨®n de cables diplom¨¢ticos saud¨ªes a los que asegura haber tenido acceso sali¨® a la luz el 19 de junio en varios medios ¨¢rabes. En total, 61.195 documentos, confidenciales y secretos, de los que 1.288 est¨¢n relacionados con Ir¨¢n, seg¨²n el peri¨®dico liban¨¦s Al Akhbar.
Lo publicado hasta ahora confirma la ya conocida preocupaci¨®n de las autoridades saud¨ªes por la creciente influencia iran¨ª en Oriente Pr¨®ximo.
Al Akhbar, que ha estudiado los cables saud¨ªes, asegura que de ellos se desprende que el reino est¨¢ muy descontento con las negociaciones nucleares entre Ir¨¢n y Occidente. Tambi¨¦n dice que ha grandes gastado cantidades apoyando a grupos e individuos que se oponen al r¨¦gimen iran¨ª.
Sin embargo, entre los cables no se ha encontrado ninguno que apoye las acusaciones de que el Reino financia a grupos terroristas, algo que algunas fuentes atribuyen a los servicios secretos.
Un documento de 2012 revela que ya entonces, un a?o antes del acuerdo de Ginebra, los saud¨ªes detectaron que algo estaba en el aire. Seg¨²n el texto, EE UU enviaba ¡°mensajes de sondeo¡± a Ir¨¢n en los que suger¨ªa que no se opon¨ªa a un programa nuclear pac¨ªfico mientras tuviera garant¨ªas de ello, incluido por parte de Rusia.
Muchos de los cables documentan los esfuerzos de Arabia Saud¨ª, potencia sun¨ª, por contrarrestar la influencia del Ir¨¢n chi¨ª y sus aliados. Uno de ellos sugiere que el Gobierno debe presionar a un proveedor de televisi¨®n por sat¨¦lite para que saque de su parrilla a Al Alam, la cadena iran¨ª en ¨¢rabe. En otro, el ministro de Exteriores sugiere al proveedor que utilice ¡°medios t¨¦cnicos para debilitar la se?al iran¨ª¡±.
Las declaraciones oficiales han ido en esa l¨ªnea. Cuando el presidente de EE UU, Barack Obama, telefone¨® al rey Salm¨¢n el pasado 2 de abril para informarle del entendimiento provisional alcanzado con Ir¨¢n ¡ªeste fin de semana se retoma la negociaci¨®n para alcanzar un pacto definitivo¡ª, el monarca saud¨ª expres¨® su esperanza de que ¡°un acuerdo final y vinculante conduzca a una mejora de la seguridad y la estabilidad en la regi¨®n y en el mundo¡±.
Pero bajo la cuidada redacci¨®n de esas palabras subyacen un enorme escepticismo y la divisi¨®n del mundo ¨¢rabe. Irak, Siria o el Hezbol¨¢ liban¨¦s, aliados regionales de Ir¨¢n, ven el acuerdo como un triunfo diplom¨¢tico. Frente a ellos, Arabia Saud¨ª y sus socios ¡ªcuya confesi¨®n sun¨ª sirve para marcar diferencias con el chi¨ªsmo de su rival¡ª interpretan el acercamiento internacional a Teher¨¢n (en especial, por parte de EE UU) y el eventual levantamiento de las sanciones econ¨®micas que hasta ahora han limitado su capacidad de proyectar poder, como un apoyo al enemigo.
¡°Temen que el fin del r¨¦gimen de sanciones permita a Ir¨¢n dedicar mayores recursos financieros a cimentar su posici¨®n regional, pero sobre todo intuyen que el acuerdo presagia un realineamiento estrat¨¦gico m¨¢s amplio de Occidente hacia Teher¨¢n a su costa¡±, asegura en un correo electr¨®nico Julien Barnes-Dacey, investigador del European Council on Foreign Relations (ECFR) que acaba de publicar Responding to an assertive Gulf (C¨®mo responder a un Golfo decidido).
La visi¨®n preponderante en la prensa ¨¢rabe es que Occidente est¨¢ tan obsesionado por conseguir un acuerdo nuclear que hace o¨ªdos sordos a las pol¨ªticas desestabilizadoras de Ir¨¢n en los pa¨ªses vecinos. Arabia Saud¨ª desear¨ªa que se mantuvieran la presi¨®n y las sanciones sobre su rival, no tanto por el temor a su programa nuclear (que ya ha dicho que va a igualar), cuanto por las guerras interpuestas que ambos mantienen en la regi¨®n, en especial en Siria.
¡°Los pa¨ªses del Golfo est¨¢n haciendo lobby contra el pacto en su forma actual, diciendo que debe ser m¨¢s exigente, e intentando convencer a Occidente de que aumente su presi¨®n para que Ir¨¢n cese en su intervencionismo regional. Al mismo tiempo, han aumentado su propia intervenci¨®n en la zona¡±, se?ala Barnes-Dacey.
Adem¨¢s de la campa?a en Yemen, el rey Salm¨¢n busca unir a los sun¨ªes (divididos tras la primavera ¨¢rabe sobre la participaci¨®n pol¨ªtica de los Hermanos Musulmanes) en un frente com¨²n contra Ir¨¢n. Los primeros efectos se est¨¢n viendo en Siria, donde los fragmentados grupos rebeldes han empezado a recoger los frutos de la cooperaci¨®n entre saud¨ªes y turcos. Los iran¨ªes achacan adem¨¢s a ese intento de doblegarlos la decisi¨®n saud¨ª de no recortar su producci¨®n de petr¨®leo a pesar de la ca¨ªda de precios.
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