Rumores, tedio y bombones Mozart en las negociaciones con Ir¨¢n

Al final, la tensi¨®n estall¨®. No entre Estados Unidos e Ir¨¢n, pa¨ªses enfrentados desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas. Tampoco por las bombas nucleares, ni por las esferas de influencia en Oriente Pr¨®ximo, ni por el apoyo de Teher¨¢n a grupos que Washington considera terroristas.

No, la tensi¨®n ¡ªcodazos, gritos, reproches: por suerte no lleg¨® a mayores¡ª estall¨® porque un c¨¢mara de televisi¨®n empuj¨® a otro o porque le tapaba la visi¨®n, no se sabe muy bien.

¡ªShhh¡­ ¡ªdijo alguien entre la multitud de periodistas que esperaban a la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, para grabar sus declaraciones.

¡ªNo les paren ¡ªsuplic¨® un c¨¢mara brit¨¢nico¡ª. Necesitamos un poco de entretenimiento. Esto ha sido muy aburrido.

Se acercaba el final de otra jornada y los periodistas, despu¨¦s de m¨¢s de una semana apostados frente al hotel Palais Coburg de Viena, empezaban a notar el agotamiento.

Las jornadas de los enviados especiales a Viena para cubrir las negociaciones de las seis potencias mundiales con Ir¨¢n son invariables. Los periodistas entran y salen del entoldado que el Ministerio de Asuntos Exteriores y Europeos de Austria, pa¨ªs anfitri¨®n, ha levantado frente al hotel de las negociaciones. Los c¨¢maras de televisi¨®n y los fot¨®grafos esperan hora tras hora que alguien, alguno de los ministros, un negociador salga del Palais Coburg y entonces cazarle y obtener una se?al, un indicio, una palabra sobre lo que ocurre dentro.

Algunos d¨ªas la espera es in¨²til. Cero, nada. Entonces un medio iran¨ª publica una entrevista con uno de los negociadores de Ir¨¢n. O los negociadores estadounidenses ofrecen una rueda de prensa on background, es decir, sin la posibilidad de citar el nombre y apellido de las fuentes, que orienta la cobertura medi¨¢tica durante uno o dos ciclos informativos de 24 horas. Un d¨ªa, el acuerdo parece encarrilado. Al siguiente, descarrila. En realidad nada hab¨ªa cambiado entre tanto: solo el tono de una declaraci¨®n, unos matices en unas palabras, un tweet susceptible de interpretaciones.

Las filtraciones y las declaraciones son una estrategia negociadora. El domingo, cuando se multiplicaban las informaciones sobre la inminencia del acuerdo, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, hizo lo que, desde que el viernes 26 de junio vol¨® de Washington a Viena, solo hab¨ªa hecho una vez: acercarse a los periodistas.

¡ªNo negociaremos ante la prensa. Negociaremos en privado y en silencio. Y, cuando llegue el momento adecuado, diremos m¨¢s ¡ªdijo Kerry.

La misi¨®n de Kerry: templar los ¨¢nimos. A veces, sea porque quieren marcharse a casa o porque de verdad creen en el acuerdo, parece que los periodistas hayan tomado partido en favor del ¨¦xito de las negociaci¨®n. La fecha l¨ªmite ya se ha aplazado una vez, del 30 de junio al 7 de julio, y es posible que se aplace al 9.

Kerry es el ¨²nico negociador con rango de ministro que se ha quedado todos los d¨ªas en Viena, mientras los otros ministros iban y ven¨ªan de sus capitales. Seg¨²n el historiador Alan Henrikson, nunca un jefe de la diplomacia de EE UU hab¨ªa pasado tanto tiempo negociando en el extranjero desde la Conferencia de Par¨ªs en 1919, y ninguna negociaci¨®n en la que un secretario de Estado estuviera implicado hab¨ªa durado tanto dese Camp David en 1979.

El aislamiento de los negociadores provoca escenas c¨®micas, como el d¨ªa que Javad Zarif, el negociador de Ir¨¢n, se asom¨® a uno de los balcones del hotel para responder a gritos a las preguntas de los periodistas apostados al pie del edificio.

En el entoldado donde trabaja la prensa, los funcionarios austriacos ofrecen Mozart-Kugeln, los t¨ªpicos bombones locales. Queda lejos la Viena de Mozart y los valses, y la Viena de El Tercer Hombre se ha convertido en un reclamo para el turismo de masas, pero con las negociaciones con Ir¨¢n regresan los rumores, la diplomacia secreta y las intrigas de espionaje. El Palais Coburg fue uno de las sedes de las conversaciones entre Estados Unidos e Israel inflitradas por un virus atribuido a Israel.

En la cafeter¨ªa del vecino hotel Marriott se ha improvisado otra sala de prensa. Por all¨ª han desfilado familiares de estadounidenses detenidos en Ir¨¢n, como el periodista de The Washington Post Jason Rezaian o el exmarine Amir Hekmati.

Fuera, un grupo con el eslogan Stop the bomb (Detengan la bomba) denuncia que se apacig¨¹e a Ir¨¢n. "Se est¨¢ negociando un acuerdo muy peligroso", dice un portavoz.

"Estos j¨®venes est¨¢n vendidos", dice una exiliada iran¨ª que tambi¨¦n protesta. Se refiere a los periodistas iran¨ªes que cubren las negociaciones. "Los periodistas verdaderos est¨¢n en la c¨¢rcel".

Entre los iran¨ªes, hay periodistas procedentes de Ir¨¢n y otros de otros pa¨ªses y las informaciones que manejan resultan de las m¨¢s fiables para atisbar alguna verdad en la mara?a de especulaciones.

Y no solo hay tensi¨®n entre la prensa acreditada. Un d¨ªa, al final de la jornada, un periodista iran¨ª se puso a cantar en medio de la sala de prensa una canci¨®n del cantante de m¨²sica popular Alireza Efthekari.

¡ª?Cu¨¢ntos periodistas iran¨ªes se han desplazado a Viena?

¡ªUnos sesenta ¡ªdice uno de los miembros de la delegaci¨®n iran¨ª presente en la sala de prensa.

¡ª?Su nombre?

¡ªNo, no. Si quiere se lo doy, pero esto no es una entrevista.