Un ni?o mexicano de nueve a?os estudia Qu¨ªmica en la universidad
Carlos Santamar¨ªa cursar¨¢ la primaria en l¨ªnea para seguir con sus clases universitarias
Los pies de Carlos Santamar¨ªa D¨ªaz no tocan el suelo cuando se sienta en el pupitre del sal¨®n. En el pizarr¨®n se entrev¨¦ una explicaci¨®n sobre la composici¨®n de la prote¨ªna. Y todos sus compa?eros parecen haber terminado, al menos, la licenciatura. Carlos tiene nueve a?os y est¨¢ sentado en un aula de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM). Todos los d¨ªas, de cinco a nueve de la tarde, acude al diplomado de bioqu¨ªmica y energ¨ªa molecular en la Facultad de Qu¨ªmica.
Yo nunca me consider¨¦ el mejor de mi clase, pero sab¨ªa que era bueno
Aprendi¨® a leer a los tres a?os y a los cinco empez¨® su inter¨¦s por la qu¨ªmica. ¡°Tiene facilidad para procesar la informaci¨®n. Desde que ten¨ªa a?o y medio entr¨® a maternal. Cuando le daban una letra, ¨¦l quer¨ªa todas, cuando le ense?aban un planeta, ¨¦l buscaba todos¡±, cuenta Fabi¨¢n Santamar¨ªa, el padre del ni?o universitario. Sus progenitores evitan utilizar la palabra "genio", y prefieren remitirse a los hechos: ¡°Desde los cinco a?os era capaz de asimilar un libro completo de ciencia de nivel secundaria y aprendi¨® la tabla peri¨®dica en un par de semanas¡±.
Carlos se quedaba dormido en sus clases normales y aun as¨ª, sacaba buena nota?en todas las asignaturas, fue ah¨ª cuando sus padres se dieron cuenta de que necesitaban encontrar algo m¨¢s para su hijo. As¨ª lo cuenta el propio ni?o con risa t¨ªmida: ¡°Ninguna materia me costaba trabajo, pero ninguna me gustaba. Me aburr¨ªa mucho¡±. Carlos a¨²n no entiende por qu¨¦ hay tantas c¨¢maras que quieren escuchar su testimonio. ¡°Estoy estudiando qu¨ªmica porque es lo que me gusta... aunque a los tres a?os me gustaba m¨¢s la astronom¨ªa¡±, puntualiza, sin ning¨²n aire de grandeza.
Desde los cinco a?os mi hijo era capaz de asimilar un libro de ciencia de nivel secundaria
El camino para encontrar un lugar donde Carlos pudiera sentirse realizado no fue f¨¢cil. Los padres sent¨ªan que las escuelas mexicanas le cerraban las puertas, les aseguraban que su hijo ten¨ªa una memoria fuera de lo normal, pero que no estaba comprendiendo sobre lo que hablaba. As¨ª que decidieron viajar a Valencia, Espa?a, durante un a?o. La respuesta no fue muy diferente, salvo por una profesora de qu¨ªmica que era jefa de un laboratorio en el pueblo valenciano de Alboraya. Esta mujer recib¨ªa a Carlos una hora a la semana y le ofrec¨ªa temas cient¨ªficos elevados, los cuales devoraba. Fabi¨¢n Santamar¨ªa recuerda las palabras que le dijo esta investigadora: ¡°Me sabe mal que pierda el gusto por la escuela porque tiene la mente de un cient¨ªfico y en el colegio se va a aburrir. Tampoco es culpa de los maestros de primaria, no esperes que ellos entiendan temas de qu¨ªmica que ¨¦l ya sabe¡±.
Su ingreso a la UNAM
Con las palabras de la valenciana en la cabeza regresaron a su pa¨ªs natal, y fue cuando decidieron probar suerte en la UNAM. El padre acudi¨® a la presentaci¨®n de los diplomados donde solicit¨® poder inscribir a su hijo. El examen de admisi¨®n fue una entrevista con el doctor en ciencias qu¨ªmicas, Eduardo Rodr¨ªguez de San Miguel, a quien le bastaron 15 minutos para aceptarlo en el diplomado. ¡°Me qued¨¦ impresionado. Le pregunt¨¦ aspectos gen¨¦ricos para intentar determinar qu¨¦ tan capaz era. No es que sea un genio que sabe todo, sino que enfoca su atenci¨®n en lo que le interesa. Cuando lo cuestion¨¦ sobre sus inquietudes, inmediatamente sac¨® temas de bioqu¨ªmica¡±, cuenta el investigador.
Los padres han decidido sacarlo de la escuela tradicional. Carlos comenzar¨¢ a estudiar en l¨ªnea su cuarto a?o de primaria, a trav¨¦s de un programa que encontraron en?Espa?a. El 50% de la calificaci¨®n son ejercicios trimestrales, y el resto, un examen que deber¨¢ presentar en la embajada espa?ola. As¨ª, podr¨¢ seguir en el diplomado de la UNAM. ¡°No s¨¦ qu¨¦ quiero ser de grande, s¨®lo s¨¦ que algo relacionado con la ciencia¡±, cuenta Carlos a quien tambi¨¦n le gusta jugar con sus primos, andar en bicicleta y los videojuegos. ¡°Sobre todo los de Mario Bros¡±, dice mostrando sus dientes que apenas terminaron de crecer. Juan Carlos Manrrique, de 38 a?os, ingeniero en bioqu¨ªmica industrial y a punto de obtener el grado de doctor en ciencias nucleares, fue compa?ero de Carlos en el m¨®dulo de qu¨ªmica anal¨ªtica: ¡°Entend¨ªa todo como cualquiera de nosotros, participaba y preguntaba como uno m¨¢s¡±.
Carlos, a quien le interesa sobre todo el origen de la vida, sabe que estudia temas que no son acorde a su edad: ¡°Algunas cosas las entiendo muy r¨¢pido, pero en otras, como las operaciones algebraicas, me tardo un poco m¨¢s¡±. Inquieto porque no sabe si le dar¨¢ tiempo de comer su choco rol (bizcocho industrial) antes de entrar a clase, confiesa que siente muchos nervios durante las entrevistas, aunque, poco a poco, las c¨¢maras comienzan a sacarle m¨¢s risas. ¡°Yo nunca me consider¨¦ el mejor de mi clase, pero sab¨ªa que era bueno¡±, concluye el ni?o universitario.
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