El suelo de arena sigue despu¨¦s del terremoto de M¨¦xico
El sismo golpe¨® a dos de los Estados m¨¢s pobres y abandonados de M¨¦xico, donde temen que la ayuda no llegue nunca
Los vecinos de San Mateo del Mar preguntan por la libreta. "?Va a poner mi nombre?". S¨ª, se?ora: Epifan¨ªa Zaragoza, 69 a?os. "Ah". Y se quedan satisfechos. As¨ª una, y otra, y otro. Se acercan. Dicen: "Venga a ver mi casa", "se me cay¨® una pared", o dos, o todas. Dicen: "Se levant¨® el piso cuando estaba durmiendo", como si el infierno creciera y la tierra no tuviera m¨¢s opciones que ceder.
En San Mateo del Mar, un peque?o poblado de la costa de Oaxaca, en el sur de M¨¦xico, los vecinos sintieron el terremoto del pasado jueves con especial intensidad. Paredes y techos se movieron, el agua de la laguna se agit¨®. San Mateo son cuatro calles de arena y dos de cemento entre el oc¨¦ano Pac¨ªfico y la marisma. Un pueblo sobre una barra de arena.
El jueves por la noche, Epifan¨ªa Zaragoza dorm¨ªa en el cuarto con Primitivo, su marido. Empez¨® a temblar y la mujer ech¨® los pies al suelo, que es de arena. "Cuando pis¨¦, entr¨® mi pie". La mujer, que cumpli¨® 70 a?os hace unos meses, mueve las manos hacia abajo, como si tratara de ponerlas en el subsuelo. "Subi¨® la arena as¨ª, con agua, con todo. Excavamos para salir". Dice "excavamos" porque lo hicieron, literal. Igual que los panes se hinchan al calor del horno, la arena del piso subi¨® y subi¨®. El suelo de la habitaci¨®n estaba de repente un palmo m¨¢s cerca del techo. La puerta se atasc¨® y no hubo otra manera de salir que excavar.
No son raros los suelos de arena en San Mateo. No son raros los suelos que no son de cemento. Seg¨²n el Informe Anual sobre la Situaci¨®n de Pobreza y Rezago Social, que elabora anualmente el Gobierno mexicano, el 67% de las 3.412 casas del pueblo carecen de piso de concreto. La cocina del 87% de los hogares es un brasero de carb¨®n sin chimenea. La mitad de las viviendas no tienen agua corriente y un tercio no disponen siquiera de v¨¢ter. Lo anterior es s¨®lo una forma de decir que los vecinos de San Mateo son pobres, muy pobres.
Por eso, la libreta. Porque es una posibilidad de ser menos pobres. Su nombre en el cuaderno es un billete de loter¨ªa. Si es el cuaderno de la persona adecuada, puede servir para que un d¨ªa, dentro de un tiempo m¨¢s o menos lejano, su nombre se convierta en cemento, o en unas l¨¢minas para el techo. O ladrillos.
La situaci¨®n de carest¨ªa no afecta solo a San Mateo. Es com¨²n a muchos pueblos de Oaxaca y Chiapas, los Estados m¨¢s afectados por el terremoto de magnitud 8,2, el mayor que se recuerda en el pa¨ªs en 85 a?os. 11 de los municipios m¨¢s pobres del pa¨ªs se encuentran en estos dos Estados. El s¨¢bado, la secretar¨ªa de Gobernaci¨®n incluy¨® el nombre del municipio en el listado de pueblos que recibir¨¢n apoyo del Fonden, el fondo de desastres naturales. Ser¨¢n en total 159, 41 en Oaxaca y 118 en Chiapas.
De momento se ignora en qu¨¦ se traducir¨¢ el apoyo. Las autoridades se afanan en llenar de buenas intenciones sus discursos desde el momento del sismo. Hasta el s¨¢bado por la noche, muchos municipios segu¨ªan esperando a que llegara algo. Las tiendas est¨¢n cerradas y no hay c¨®mo comprar agua o comida. Los equipos de apoyo de la polic¨ªa, los bomberos y protecci¨®n civil se centran en recoger y retirar escombros. A¨²n siguen sacando muertos. Solo en Oaxaca, el domingo al mediod¨ªa estaban confirmados 71, 91 en todo el pa¨ªs.
En Ixtaltepec, a 20 minutos en coche de Juchit¨¢n, el foco medi¨¢tico de la tragedia, m¨¢s de una docena de camiones y excavadoras tumbaban muros esta s¨¢bado, y recog¨ªan cascotes, vigas de madera, varillas de fierro oxidado. Por la tarde, los vecinos se juntaron a o¨ªr las palabras del alcalde en la plaza del pueblo. Les prometi¨® que no les dejar¨ªa solos. La se?ora Mar¨ªa Elena Jim¨¦nez, de 70 a?os, escuchaba con atenci¨®n. El temblor tir¨® su casa que era, adem¨¢s, su negocio. La papeleria El Buho de Ixtaltepec ya no existe. Ahora es un mont¨®n de escombros. "Lo ¨²nico que ten¨ªamos era la papeler¨ªa, aunque claro no se vend¨ªa mucho, porque el Gobierno regala ¨²tiles escolares. ?Si [el Gobierno] no vendiera, mucho hubiera vendido yo!".
Sus vecinos, Bulmaro y Margarita, duermen desde el jueves en una tienda de acampar. Su casa sigue en pie, pero apareci¨® una grieta en la pared de la sala que no les dejaba tranquilos. Creen que tendr¨¢n que reconstruir, aunque no saben con qu¨¦ dinero. La ayuda humanitaria est¨¢ bien, les auxilia con lo b¨¢sico, pero, ?y luego? Bulmaro es un alba?il retirado. Hace unos a?os sufri¨® una embolia y sufre del mal de parkinson. Margarita se ocupa de la casa. Ninguno recibe pensi¨®n alguna del Estado.
¡ª?Y ?c¨®mo van a ahorrar para arreglar la casa?
¡ª Tenemos un mototaxi que es nuestro sost¨¦n. Un muchacho nos la trabaja y podemos sacar 200 pesos [11 d¨®lares] al d¨ªa.
Es dif¨ªcil decir qu¨¦ pueblo est¨¢ en peor situaci¨®n. A simple vista, Ixtaltepec era un fresco apocal¨ªptico este s¨¢bado, con tanta maquinaria pesada y tanta ruina por la calle. En San Mateo, el da?o iba por dentro. Muchas bardas est¨¢n hechas de ca?a y no se cayeron. El drama se escond¨ªa al otro lado. Es el caso de Salvador Palacios, un joven de 23 a?os que compart¨ªa un cuarto con su esposa, su mam¨¢ y tres hermanos. Del lado izquierdo, la pareja ocupaba una cama. Del derecho, su familia se apa?aba en dos colchones.
El jueves por la noche, el temblor tir¨® la pared del cuarto. El suelo, de arena, subi¨® y subi¨®.
¡ª ?Cu¨¢nto tiempo crees que tardar¨¢s en reconstruir la pared?
Salvador, que se dedica a pescar gambas, como muchos otros hombres en el pueblo, sonri¨®. Su cara era la expresi¨®n m¨¢s pura de la desolaci¨®n. ?Reconstruir? "Cuando salgo a pescar, hay d¨ªas que hay y hay d¨ªas que no. A la semana gano 200 o 300 pesos".
La parte de atr¨¢s de su patio da a la marisma. De hecho, una buena porci¨®n de su patio es agua. No es que se inundara el jueves, es de agua. Del otro lado, la calle acaba en el puente que lleva a la costa. O acababa. El puente se hundi¨® el jueves y las mototaxis ya no llegan a mar abierto. Ahora, los vecinos caminan sobre las ruinas.
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