Por qu¨¦ Merkel volver¨¢ a ser canciller (y qu¨¦ impacto tendr¨¢ en la UE)
La dirigente democristiana es la clara favorita en las elecciones que Alemania celebra el 24 de septiembre. ?C¨®mo afectar¨¢ al futuro del proyecto europeo?
La primavera pasada hubo un par de meses durante los que pareci¨® que Alemania quiz¨¢ iba a tener unas verdaderas elecciones; es decir, una pugna entre un m¨ªnimo de dos candidatos que tuvieran programas pol¨ªticos diferenciados y la posibilidad de formar gobierno.
La canciller Angela Merkel estaba debilitada por su reacci¨®n ante la crisis de los refugiados y crec¨ªa su impopularidad dentro de su propia formaci¨®n, la Uni¨®n Cristianodem¨®crata (CDU). El partido euroesc¨¦ptico y antiinmigraci¨®n, Alternative f¨¹r Deutschland (Alternativa por Alemania, AfD), obtuvo una serie de triunfos asombrosos en las elecciones regionales de 2016, y algunos democristianos estaban inquietos ante la posibilidad de que el ¨¦xito se trasladara al ¨¢mbito nacional.
Era dif¨ªcil imaginar a los socialdem¨®cratas ¡ªque llevaban a?os estancados en porcentajes alrededor del 25% en todas las encuestas¡ª logrando los votos suficientes para formar gobierno, y alcanzar el poder por primera vez desde las elecciones de 2002, cuando Gerhard Schr?der (canciller entre 1998 y 2005) obtuvo un segundo mandato como canciller. De hecho, cuanto m¨¢s sub¨ªa AfD, m¨¢s probable parec¨ªa otra nueva gran coalici¨®n, que ser¨ªa la tercera en cuatro periodos electorales. Cuando a finales de enero se anunci¨® que el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, ser¨ªa el candidato, el SPD remont¨® de pronto hasta el 30% ¡ªempatando con la CDU¡ª. Algunas encuestas incluso apuntaban que los votantes le prefer¨ªan a ¨¦l antes que a Merkel.
A diferencia del l¨ªder del partido socialdem¨®crata Sigmar Gabriel (que ocup¨® la cartera de ministro de Econom¨ªa en 2013 y al que muchos se?alaban como candidato), Schulz no hab¨ªa intervenido en las dos grandes coaliciones dirigidas por Merkel (en las que el SPD fue socio minoritario). Los socialdem¨®cratas, sobre todo desde la crisis financiera de 2008, hab¨ªan pasado a formar parte de lo que Adam Tooze ha llamado el ¡°consenso antideuda¡± de Alemania. Fue el socialdem¨®crata Peer Steinbr¨¹ck quien, como ministro de Finanzas, introdujo el concepto de Schuldenbremse, el ¡°freno a la deuda¡±, que despu¨¦s se impuso a toda la eurozona.
Tres son los interrogantes: sobre el tipo de coalici¨®n de Gobierno, la magnitud de la derrota del SPD y el papel de AfD en la legislatura
Schulz, sin embargo, habiendo desarrollado su carrera m¨¢s en Bruselas que en Berl¨ªn, estaba en condiciones de criticar a Merkel con credibilidad.
Al principio pareci¨® que con Schulz como candidato, el SPD pod¨ªa distanciarse de la pol¨ªtica econ¨®mica de la canciller. En su primer gran discurso de campa?a, pronunciado en Bielefeld (en Renania del Norte-Westfalia) en febrero, Schulz critic¨® la Agenda 2010 ¡ªes decir, el paquete de reformas del segundo Gobierno del Schr?der¡ª y las reformas laborales aprobadas por el ¨²ltimo canciller socialdem¨®crata. Atac¨® el aumento de las desigualdades y del empleo inseguro y mal remunerado de los ¨²ltimos 10 a?os. El candidato socialdem¨®crata tambi¨¦n reclam¨® m¨¢s inversiones en educaci¨®n, infraestructuras y tecnolog¨ªa digital.
Pero, aunque ha hablado de ¡°justicia social¡± en Alemania, Schulz no ha llegado a ofrecer una verdadera alternativa a la estrategia inflexible de Merkel para la zona del euro. Aunque apoy¨® la idea de un fondo de inversiones com¨²n para los pa¨ªses de la moneda ¨²nica ¡ªpropuesto por el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron¡ª no se ha atrevido a sugerir medidas m¨¢s ambiciosas para mutualizar la deuda de la Eurozona. No obstante, sus adversarios, los democristianos, dijeron a los votantes que Schulz quer¨ªa crear la ¡°uni¨®n de transferencias¡± que tanto temen; en otras palabras, una UE en la que los que practican la responsabilidad fiscal financiar¨ªan constantemente a los irresponsables.
En cualquier caso, al llegar abril, la burbuja de Schulz se hab¨ªa pinchado. El apoyo a los socialdem¨®cratas cay¨® a los niveles anteriores a que ¨¦l fuera candidato ¡ªes decir, 15 puntos por detr¨¢s de la CDU¡ª, y en mayo sufrieron una gran derrota en las elecciones regionales de Westfalia-Renania del Norte. Desesperado, Schulz intensific¨® su ret¨®rica contra Donald Trump, en un intento evidente de emular a Schr?der, que en 2002 obtuvo la reelecci¨®n mientras se avecinaba la guerra de Irak. Esta vez, sin embargo, no funcion¨®. En el momento de escribir estas l¨ªneas, los sondeos prev¨¦n que la CDU obtendr¨¢ entre el 37% y el 39% de los votos, y el SPD entre el 20% y el 24%.
En resumen, parece evidente que Merkel va a volver a ser canciller, por cuarta vez. Eso quiere decir que los interrogantes que tendr¨¢n ante s¨ª los votantes el 24 de septiembre son secundarios. Sin embargo, hay tres especialmente significativos. El primero, ?qu¨¦ tipo de coalici¨®n encabezar¨¢ Merkel tras las elecciones? Segundo, ?qu¨¦ dimensi¨®n tendr¨¢ exactamente la derrota del SPD? Tercero, ?qu¨¦ papel tendr¨¢ la AfD en el Bundestag durante la pr¨®xima legislatura?
El tipo de coalici¨®n que forme Merkel depender¨¢ en gran medida del resultado que obtengan los liberales del Partido Dem¨®crata Libre (FDP). Parec¨ªan una fuerza amortizada despu¨¦s de que, en 2013, lograran menos del 5% y, por ello perdieran todos sus esca?os en el Bundestag. Pero se han recuperado bajo la direcci¨®n de un nuevo l¨ªder, Christian Lindner, de 38 a?os, y las proyecciones actuales dicen que lograr¨¢n entre el 8% y el 10% de los votos. De ser as¨ª, la coalici¨®n de centro-derecha, democristianos y dem¨®cratas libres (¡°negra-amarilla¡±), como en el periodo entre 2009 y 2013, vuelve a ser una posibilidad. Desde luego, ser¨ªa la coalici¨®n m¨¢s natural.
Sondeos y programa
Hace apenas seis meses la alianza de partidos que representa Merkel (CDU/CSU) estaba m¨¢s o menos empatada con la socialdemocracia en las encuestas. Pero los ¨²ltimos sondeos indican un avance muy significativo de la actual canciller, que reunir¨ªa en torno al 37%-39% de los votos, seguida del SDP, con el 20%-24%. Los siguientes partidos van m¨¢s igualados: Die Linke (La Izquierda), los Verdes, FDP y AfD oscilan entre el 8% y el 12%.
En las propuestas para Europa, el programa democristiano afirma que el principal aliado del pa¨ªs es Francia. Rechaza que la carga de la deuda p¨²blica sea compartida por todos los Estados miembros, apuesta por los acuerdos comerciales internacionales y que, en este sentido, EE UU es un socio central. El SPD se proclama partidario de crear un gobierno econ¨®mico en el seno de la UE para coordinar la pol¨ªtica econ¨®mica, apuesta por mantener la alianza con EE UU y por una desescalada en las relaciones con Rusia.
Independientemente de que el SPD obtenga un resultado tan desastroso como el 23% de Frank-Walter Steinmeier en 2009 o algo ligeramente mejor, como el 26% de Peer Steinbr¨¹ck en 2013, tambi¨¦n sigue siendo posible otra gran coalici¨®n, si el FDP no logra los votos suficientes para formar una mayor¨ªa con la CDU en el Bundestag.
Quiz¨¢ ¨¦sta acabe siendo la ¨²nica coalici¨®n de dos partidos posible. En ese caso, el SPD afrontar¨¢ un dilema dif¨ªcil pero al que est¨¢ acostumbrado. Los estrategas del partido son muy conscientes de que ser socios minoritarios en una coalici¨®n con Merkel es algo muy perjudicial para ellos. Las matem¨¢ticas electorales pueden hacer que no tengan m¨¢s remedio, salvo que prefieran provocar otras elecciones; pero les preocupa que los votantes alemanes consideren que eso es un paso irresponsable.
En primavera, parec¨ªa que Schulz ¡ªconsiderado por algunos como un populista de centro¡ª pod¨ªa recuperar la simpat¨ªa de parte de los votantes que hab¨ªan rechazado al SPD y se hab¨ªan pasado a AfD. Sin embargo, a medida que el apoyo al SPD ha ido mermando, el AfD ha vuelto a cobrar fuerza bajo la direcci¨®n de sus nuevos l¨ªderes, Alexander Gauland y Alice Weidel. Los ¨²ltimos sondeos le dan entre el 8% y el 12% de los votos, y parece que lograr¨¢ entrar en el Bundestag por primera vez. El mero hecho de su presencia en la c¨¢mara supondr¨¢ un cambio muy importante en el paisaje pol¨ªtico alem¨¢n y, sobre todo, ejercer¨¢ cierta presi¨®n sobre el Gobierno en temas como la pol¨ªtica de refugiados y su integraci¨®n. Ahora bien, si se forma otra gran coalici¨®n y AfD se convierte en el tercer gran partido ¡ªcomo indican varias encuestas¡ª, pasar¨¢ a ser, de facto, la oposici¨®n.
La cuesti¨®n es qu¨¦ significa todo esto para el resto de Europa. La verdad es que, sea cual sea el resultado exacto de las elecciones, habr¨¢ pocas diferencias. En parte, porque cualquier partido que se integre en la coalici¨®n lo har¨¢ en calidad de socio minoritario, con una influencia limitada sobre el sentido global de la pol¨ªtica. Pero otro motivo es el extraordinario consenso existente en la franja central de la pol¨ªtica alemana. Aunque los cuatro partidos que podr¨ªan entrar en el Gobierno tienen sus diferencias, son sobre todo cuestiones de detalle y de matiz. Y el consenso es especialmente s¨®lido en lo que respecta a la Uni¨®n Europea.
A los alemanes les preocupa el coste de llegar a un pacto con Francia. Muchos rechazan la idea de conciliar las ideas sobre el euro
Desde que Macron surgi¨® de la nada y obtuvo la presidencia francesa en las elecciones de mayo, la UE ha hecho gala de un nuevo optimismo. Se espera que Macron revigorice ¡ªy vuelva a equilibrar¡ª la relaci¨®n entre Francia y Alemania, y que eso permita avanzar en las cuestiones econ¨®micas e institucionales en la eurozona, con las que Europa se debate desde hace siete a?os.
De acuerdo con este planteamiento, Macron demostrar¨ªa el compromiso de Francia con las reformas estructurales, y as¨ª establecer¨ªa su credibilidad y convencer¨ªa a Alemania para que hiciera concesiones en materia de reglas fiscales y mutualizaci¨®n de la deuda. Muchos europe¨ªstas hacen hincapi¨¦ en que Merkel parece estar abierta a la propuesta de Macron de crear un presupuesto y un ministro de Finanzas para la eurozona, as¨ª como en su inequ¨ªvoco compromiso de convertir el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE) en una especie de Fondo Monetario Europeo. Pero sigue habiendo grandes diferencias entre la postura francesa y la alemana. Los franceses quieren compartir m¨¢s los riesgos en la eurozona y conciben el nuevo fondo como una especie de Tesoro embrionario; los alemanes creen que es una forma de aumentar el control sobre los presupuestos de los Estados miembros y hacer respetar las reglas fiscales de la zona euro.
Los dirigentes pol¨ªticos de Berl¨ªn quieren que a Macron le vayan bien las cosas. Son conscientes de que, en caso contrario, Marine Le Pen podr¨ªa ganar las pr¨®ximas elecciones, en 2022. Algunos incluso reconocen que Alemania no apoy¨® suficientemente a los anteriores l¨ªderes de centro-derecha y centro-izquierda, como Antonio Samaras y Matteo Renzi, que sirvieron de parachoques entre sus pa¨ªses y partidos populistas como Syriza y el movimiento Cinco Estrellas. Pero a los alemanes tambi¨¦n les preocupa el coste de llegar a un pacto con Francia (¡°Emmanuel Macron salva a Europa¡ y Alemania tiene que ser la que pague¡±, dec¨ªa la portada de Der Spiegel despu¨¦s del triunfo del presidente franc¨¦s). Muchos rechazan la idea de tratar de conciliar las ideas de Francia y Alemania sobre la moneda ¨²nica.
Si los dem¨®cratas libres se integran en una coalici¨®n blanco-amarilla con los democristianos, es posible que presionen a Merkel para que endurezca su posici¨®n a las pol¨ªticas para la eurozona ¡ªo que ella los utilice como excusa para endurecerla¡ª. En concreto, Lindner ha pedido p¨²blicamente que se d¨¦ a Grecia ¡°la oportunidad de empezar de nuevo sin el euro¡±, es decir, que se le expulse de la moneda com¨²n, como ya propuso el ministro de Finanzas, Wolfgang Sch?uble, en julio de 2015. Incluso en el caso de que Lindner sustituya a Sch?uble, en lugar de ser ministro de Exteriores ¡ªpuesto que suele ocupar el l¨ªder del socio minoritario en la coalici¨®n¡ª, la din¨¢mica entre Merkel y el ministro de Finanzas ser¨¢ muy similar a la que ha habido en los ¨²ltimos cuatro a?os.
Da la impresi¨®n de que una gran coalici¨®n con los socialdem¨®cratas podr¨ªa ofrecer ciertas esperanzas de que Alemania suavice su postura respecto a la eurozona. Pero, por m¨¢s que el SPD supere el 26%, seguir¨ªa siendo un socio minoritario. En cualquier caso, la timidez del SPD en lo relativo a las pol¨ªticas de la eurozona hace pensar que, aunque insistiera en quedarse con el ministerio de Finanzas en lugar del de Exteriores ¡ªalgo que muchos opinan que deber¨ªa hacer¡ª, la situaci¨®n no cambiar¨ªa demasiado.
Por todo ello, es probable que los que esperan un gran paso adelante en la eurozona despu¨¦s de las elecciones sufran una decepci¨®n. La derrota de Schulz significar¨¢ que su postura, una alternativa m¨¢s blanda a la de Merkel, ha topado con el rechazo impl¨ªcito de los votantes. Y la canciller, que tiene que responder ante ellos, suele guiarse por lo que le indican. Es decir, Merkel asumir¨¢ que ha sido reelegida con la misi¨®n de seguir haciendo lo que ha hecho en los ¨²ltimos siete a?os, desde el comienzo de la crisis. Europa debe partir de la idea de que Alemania no va a variar su postura.
Hans Kundnani es Senior Transatlantic Fellow en el German Marshall Fund y autor de ¡®La paradoja del poder alem¨¢n¡¯ (Galaxia Gutenberg).
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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