En¨¦sima Ginebra

La conferencia de Ginebra sobre Siria auspiciada por Naciones Unidas que ha arrancado esta semana pretende encontrar una soluci¨®n para Siria abriendo una transici¨®n pol¨ªtica pos-Asad pero manteniendo a El Asad en el poder. Si no fuera por los antecedentes y por las cifras terror¨ªficas de la tragedia (medio mill¨®n de muertos, la mitad de la poblaci¨®n desplazada o refugiada, dos millones de heridos, el 60% de las infraestructuras y el tejido productivo arruinados) sonar¨ªa a geopol¨ªtica a lo Groucho Marx.?

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Los trabajos de Ginebra vienen precedidos de dos reuniones muy distintas pero que, a buen seguro, condicionar¨¢n sus conclusiones. Erdogan, Putin y Rohan¨ª se reunieron la semana pasada en Sochi para aunar posiciones sobre el futuro de Siria. En s¨ªntesis, acordaron mantener a El Asad como garante de sus intereses particulares. Hace cien a?os, Francia y Gran Breta?a hicieron tambi¨¦n lo propio ante el colapso del Imperio Otomano: repartirse la regi¨®n en zonas de influencia. Como dec¨ªa Ibn Jald¨²n en el siglo XIV, ¡°el pasado y el porvenir se parecen como el agua al agua¡±.?

Por su parte, y casi en paralelo, en Riad se celebr¨® el Segundo Encuentro Ampliado de la Oposici¨®n Siria, bajo los auspicios del nuevo hombre fuerte ¨¢rabe, el pr¨ªncipe Muh¨¢mmad Bin Salm¨¢n. Las diversas organizaciones y corrientes lograron acordar los representantes que enviar¨ªan a Ginebra, y un punto innegociable: dejar a El Asad fuera de cualquier acuerdo sobre la transici¨®n. Tambi¨¦n hace cien a?os sirios y egipcios enviaron a la Conferencia de Versalles delegados que clamaron en el desierto por la independencia de sus pueblos. La suerte entonces estaba echada. Si Ibn Jald¨²n no andaba equivocado, tampoco ahora habr¨¢ una Siria sin El?Asad, esto es, una Siria libre. Por m¨¢s que la oposici¨®n haya aunado posiciones como nunca y su nuevo portavoz, Nasr Hariri, exija a la ONU que cumpla con su papel de mediador y garante del derecho internacional.?

La geopol¨ªtica de las potencias chalanea desde hace un siglo con una regi¨®n que tiene la desgracia de estar situada en el cruce de demasiados intereses. Los l¨ªderes de Sochi no tendr¨¢n inconveniente en entenderse con Arabia Saud¨ª para repartirse el bot¨ªn, que podr¨ªa consistir en dejar hacer en Yemen al todopoderoso pr¨ªncipe a cambio de dar v¨ªa libre a El Asad en Siria. En cuanto a EE UU, ni est¨¢ ni se le espera. El enfrentamiento Arabia Saud¨ª-Ir¨¢n quedar¨ªa en una guerra de trincheras que permitir¨ªa a todos los contendientes replegar posiciones ante los problemas internos de cada cual, muy diferentes en su origen pero con dos puntos en com¨²n: hartazgo social y autoritarismo. Los mismos que llevaron a los sirios, y a tantos ¨¢rabes hoy v¨ªctimas de la contrarrevoluci¨®n, a salir a la calle en 2011 pidiendo la ca¨ªda del r¨¦gimen.?

De esta en¨¦sima Ginebra es casi seguro que saldr¨¢ un futuro con m¨¢s El Asad, que no augure democracia ni libertad para Siria. De ser as¨ª, ser¨¢ otra Ginebra fallida y en absoluto el fin del conflicto.?

Luz G¨®mez es profesora de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.