Para detener una guerra no basta con la diplomacia
La paz en Bosnia es un ejemplo de los dilemas a los que se enfrentan los negociadores internacionales
Maquiavelo manten¨ªa que los diplom¨¢ticos deb¨ªan estar siempre preparados para la guerra. Y en la ¨¦poca en la que escribi¨® su Pr¨ªncipe, el pensador florentino no dejaba de tener raz¨®n. ¡°Un pr¨ªncipe no debe tener otro objeto, otro pensamiento, ni cultivar otro arte m¨¢s que la guerra¡±, sostiene. La forma de relacionarse de los Estados ha cambiado mucho desde el Renacimiento, afortunadamente, pero como siempre la recomendaci¨®n de Maquiavelo era certera y realista. Su idea es que un gobernante tiene el deber de defender a su pa¨ªs por todos los medios. Cuando a uno de los grandes diplom¨¢ticos de la segunda mitad del siglo XX, el estadounidense Richard Holbrooke, le preguntaron en qu¨¦ consist¨ªa el oficio de mediador en conflictos internacionales, no dud¨® en responder: ¡°Primero defines los intereses de tu pa¨ªs y luego los intereses de las partes y buscas la forma de ponerlos de acuerdo¡±. La diplomacia, inevitablemente, debe de ser ego¨ªsta, pero eso no quiere decir que no sea ¨²til.
Holbrooke, fallecido en 2010 a los 69 a?os, fue el arquitecto de los acuerdos de paz de Dayton, que acabaron en 2005 con la guerra de Bosnia. Fue un gran momento de la diplomacia, en el que este intermediario despleg¨® su estilo negociador: sent¨® a hablar a los enemigos de los Balcanes, los l¨ªderes serbio, bosnio y croata, en una base a¨¦rea bajo un antiguo bombardero B52 para dejar muy claro su punto de vista: el uso de la fuerza era una opci¨®n que siempre estaba sobre el tablero.
Holbrooke public¨® un libro, ya cl¨¢sico, sobre aquellas negociaciones, que se titul¨® C¨®mo parar una guerra, y un grupo de amigos ¡ªentre ellos la embajadora de la Administraci¨®n de Obama ante la ONU, Samantha Power¡ª editaron un ensayo sobre su figura, El americano inquieto, una clara referencia a El americano impasible, de Graham Greene, una de las grandes novelas sobre la diplomacia, junto a Bella del Se?or, de Albert Cohen. En el libro, el periodista y profesor Strobe Talbott asegura que Holbrooke era muy aficionado a las novelas de ?John le Carr¨¦. Tiene sentido: el gran tema del escritor brit¨¢nico es c¨®mo sus personajes son capaces de conservar la moralidad en un mundo inmoral y, en gran medida, los grandes diplom¨¢ticos siempre han circulado por ese espinoso camino.
La diplomacia tiene que moverse dentro de lo posible y solo as¨ª puede ser ¨²til. Pero para parar una guerra hay que mostrarun B52
La paz de Bosnia fue, por un lado, una inmoralidad: significaba cederle a los serbios un territorio que hab¨ªan conquistado a trav¨¦s del genocidio ¡ªlas sentencias del Tribunal de La Haya contra sus jefes militar, Ratko Mladic, y civil, Radovan Karadzic, lo confirman¡ª. Por otro lado, consigui¨® mantener algo parecido a la unidad territorial de Bosnia-Herzegovina y detuvo la guerra. Veintid¨®s a?os despu¨¦s, Bosnia es un desastre, pero est¨¢ en paz. La diplomacia siempre debe moverse dentro del terreno de lo posible y solo as¨ª puede resultar ¨²til. Pero, como sosten¨ªa Holbrooke, para parar una guerra es necesario mostrar un B52. Tambi¨¦n, explica su viuda Kati Marton, que la gran lecci¨®n que aprendi¨® en su primer destino, Vietnam en los sesenta, es que ¡°el poder debe de ser ejercido con una enorme prudencia¡±. La cautela, la sutileza, la amenaza de la fuerza, el ego¨ªsmo y Maquiavelo constituyen una f¨®rmula que han utilizado muchos grandes diplom¨¢ticos, aunque la mayor¨ªa de ellos, como se puede ver en la desastrosa historia del siglo XX, fracasaron. Eso no quiere decir que la diplomacia sea in¨²til. Solo dif¨ªcil, pero posible.
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