¡°?frica tiene que prepararse para no ser el tonto ¨²til¡±
El rapero burkin¨¦s que lider¨® la insurrecci¨®n que derroc¨® al dictador Blaise Compaor¨¦ en 2014 apunta que ?frica es el pr¨®ximo gran mercado mundial
Con pantalones ra¨ªdos, una chaqueta de camuflaje y su eterna gorra marr¨®n con estrella roja con la que corona su imponente estatura, el cantante burkin¨¦s Smockey se sienta en una discreta terraza de la tradicional Santa Cruz de Tenerife. La noche anterior consigui¨® levantar al p¨²blico de sus asientos del Auditorio de Cajacanarias, con su m¨²sica y sus letras directas como derechazos a la barbilla. El rapero de 46 a?os que alent¨® la insurrecci¨®n que tumb¨® al dictador Blaise Compaor¨¦ en 2014, la versi¨®n m¨¢s exitosa de unas revueltas que se extendieron por una treintena de pa¨ªses africanos tras la primavera ¨¢rabe, asegura que la tarea no est¨¢ ni mucho menos terminada.
¡°La ca¨ªda del antiguo r¨¦gimen no era un fin en s¨ª mismo, sino una etapa obligatoria en el camino. Llega el momento de impulsar un movimiento pol¨ªtico que promueva un cambio real en Burkina Faso¡±, asegura. Serge Bambara (su verdadero nombre) y sus compa?eros de Balai Citoyen (Escoba Ciudadana) se han dado cuenta de lo que llaman ¡°los l¨ªmites del control ciudadano¡±, por lo que han decidido dar un paso m¨¢s y llevar sus propuestas a la arena pol¨ªtica. ¡°Quer¨ªamos elaborar un programa de reformas y elevarlo al Gobierno, pero incluso con la mejor receta del mundo, si el cocinero es malo solo har¨¢ lo que pueda¡±, explica. As¨ª que toca asaltar la cocina pasando por las urnas en las presidenciales de 2020.
Hijo de padre burkin¨¦s y madre francesa, en sus veinte a?os de carrera musical ha sabido conectar con las inquietudes de la juventud de su pa¨ªs, uno de los m¨¢s pobres del mundo. Apadrinado por el rapero senegal¨¦s Didier Awadi y tras ganar numerosos premios, sus canciones de denuncia fueron el veh¨ªculo sonoro del hartazgo de decenas de miles de personas que en octubre de 2014 salieron a las calles y lograron expulsar del pa¨ªs a un presidente que pretend¨ªa cambiar la Constituci¨®n para seguir en el cargo. Smockey estaba ah¨ª, al frente de las protestas, con una escoba en la mano gritando: ¡°?Vamos a barrerlos a todos!¡±. Durante el golpe de estado que intent¨® frenar los cambios, su estudio de grabaci¨®n fue quemado por los militares. ¡°No reivindicamos la insurrecci¨®n, pero fuimos un actor clave¡±, opina.
Y es que en 2013 hab¨ªa fundado junto al tambi¨¦n cantante y locutor radiof¨®nico Sams¡¯K Le Jah el movimiento Balai Citoyen, integrado por cientos de activistas (conocidos como cibals y cibelles) que se fue extendiendo como una red neuronal por ciudades, pueblos y barrios, dedicados de lleno a la sensibilizaci¨®n y la toma de conciencia. ¡°Es dif¨ªcil saber cu¨¢ntos simpatizantes tenemos en la actualidad, miles, incluso en ciudades europeas como Par¨ªs o Madrid¡±, asegura. No es extra?o verlos llevando a cabo una limpieza de calles o promoviendo una donaci¨®n de sangre, pero su fuerte es la agitaci¨®n, los debates de contenido pol¨ªtico.
El presidente salido de las elecciones de 2015 ha emprendido t¨ªmidas reformas que no han dado respuesta a las enormes expectativas generadas por la insurrecci¨®n. ¡°Le dejamos respirar durante unos meses pero pronto nos dimos cuenta de que no iban a ninguna parte, as¨ª que empezamos a golpear sobre la mesa de nuevo¡±, asegura. Detr¨¢s de cada palabra, de cada reflexi¨®n y cada lema, entre sorbo y sorbo de caf¨¦, Smockey rescata la figura de Thomas Sankara, el presidente revolucionario que cambi¨® para siempre a Burkina Faso los cuatro a?os que estuvo en el poder y que hoy inspira a decenas de miles de j¨®venes africanos.
¡°Nuestros objetivos son sankaristas, pero sus ideas y las de otros burkineses que tuvieron una visi¨®n clara como Norbert Zongo o Ki Zerbo las traemos al mundo en que vivimos. A sus aspiraciones de integridad, de emancipaci¨®n y patriotismo que se resum¨ªa en consumimos lo que producimos, producimos lo que consumimos queremos a?adir un proyecto concreto de desarrollo. No se trata de comunismo, eso no quiere decir nada hoy en d¨ªa, comunismo, marxismo, troskismo, socialismo, todo eso es vocabulario, capillitas. Lo importante es que los agricultores de Burkina Faso, el 80% de la poblaci¨®n, pasen de una agricultura elemental a otra que le permita realmente vivir, que alcancemos la autosuficiencia alimentaria y controlemos la producci¨®n y la transformaci¨®n¡±, a?ade.
El descr¨¦dito de unos dirigentes eternamente enredados en casos de corrupci¨®n y con demasiada tendencia a eternizarse en el poder se extiende entre una nueva generaci¨®n de artistas y j¨®venes africanos que, sin embargo, no reniegan de hacer pol¨ªtica. ¡°Que las cosas cambien es una cuesti¨®n de sentido com¨²n¡±, dice Smockey con una sonrisa enigm¨¢tica, ¡°el problema es que los pol¨ªticos que tenemos son cualquier cosa menos gente con sentido com¨²n, son puro marketing. Por ejemplo, tenemos un mont¨®n de sol todo el a?o y seguimos invirtiendo en car¨ªsimas infraestructuras energ¨¦ticas de gasoil. Houphou?t-Boigny, en Costa de Marfil, construy¨® una gigantesca bas¨ªlica en medio de la nada y Compaor¨¦ dos intercambiadores de tr¨¢fico donde no hay ni siquiera buenas carreteras. Es el triunfo de la idiotez, la pol¨ªtica tendr¨ªa que ser otra cosa¡±.
Hace dos semanas, un nuevo atentado con firma yihadista golpe¨® a la capital de Burkina Faso, una inestabilidad creciente que tampoco contribuye al desarrollo. ¡°Esta nueva guerra beneficia a mucha gente salvo a las v¨ªctimas. La excusa del refuerzo de la seguridad es un medio para controlar a los pueblos, para reprimir, limitar las libertades individuales, para permitir a gobiernos mediocres continuar en el poder. Pero tambi¨¦n permite la circulaci¨®n de armas, que proliferen los tr¨¢ficos ilegales como el de drogas, que se exploten los minerales en las regiones ricas del continente africano. Sabemos que EE UU fue quien cre¨® a Bin Laden y que Francia contribuye de alguna manera a este terrorismo en el Sahel¡±.
Entiende que, como ha ocurrido al menos en los ¨²ltimos cinco siglos, las grandes potencias no son ajenas a lo que pasa en ?frica. ¡°Ellas siguen sus intereses, hoy miran a ?frica porque es el pr¨®ximo gran mercado mundial, todo el mundo cae sobre el continente, los europeos, los chinos, los americanos, los marroqu¨ªes. No podemos impedir esa invasi¨®n que responde a c¨¢lculos mercantiles, de beneficios, pero lo que s¨ª que podemos hacer es prepararnos para no ser el tonto ¨²til. Tenemos que elegir con qui¨¦n trabajar y en qu¨¦ condiciones, de manera que, por una vez, seamos los que m¨¢s ganemos en este juego¡±, apunta.
Llueve en Santa Cruz. En unas horas, Smockey y sus amigos de The Agama Band ponen rumbo a Barcelona y Madrid donde les esperan nuevas charlas y conciertos. Justo antes de levantarse, lanza un ¨²ltimo mensaje. ¡°No puedo pedir nada a los europeos porque de todas maneras ellos no escuchan. Somos nosotros quienes tenemos que levantarnos y hacernos fuertes. Basta de pedir y empecemos a trabajar por nosotros mismos. La ¨²nica ayuda que nos vendr¨ªa bien es la que nos ayude a superar la ayuda y esa nunca la tendremos, porque todas est¨¢n condicionadas al control, la posibilidad de explotar los recursos de los estados e imponer un sistema, una lengua, acuerdos comerciales. El neocolonialismo est¨¢ siempre detr¨¢s¡±, concluye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.