Torretas y alambradas: la campa?a china de reeducaci¨®n en Xinjiang
Seg¨²n algunos c¨¢lculos, el 11,5% de los uigur podr¨ªan estar en campos de reeducaci¨®n
Centenares de miles de funcionarios del Partido Comunista que se instalan a vivir con las familias locales. Un aparato de seguridad cuyo gasto se ha multiplicado por diez en una d¨¦cada. C¨¢maras de vigilancia, polic¨ªa, puestos de control. En Xinjiang, la campa?a de control de la poblaci¨®n uigur, la etnia de religi¨®n musulmana originaria de esta provincia china, ha alcanzado niveles asfixiantes en nombre de la lucha contra el terrorismo, seg¨²n denuncian activistas y acad¨¦micos. Tan asfixiantes que seg¨²n algunos c¨¢lculos hasta el 11,5% de los uigur de Xinjiang -un mill¨®n de personas- pueden estar internados en una red de campos de ¡°reeducaci¨®n¡±.
¡°La seguridad y la estabilidad en Xinjiang se ha convertido en una preocupaci¨®n principal a causa de la Nueva Ruta de la Seda (el plan estrat¨¦gico chino de una red de infraestructuras que le comunique con el Oeste). El Estado inici¨® una campa?a masiva de seguridad que ha consistido en reclutamientos de polic¨ªa, sistemas de vigilancia, pero nada de eso era suficiente. Adem¨¢s, la reeducaci¨®n se estableci¨® como el paso final en la lucha contra cualquier forma de separatismo. Estamos hablando de la reeducaci¨®n de una poblaci¨®n entera¡±, explica por tel¨¦fono Adrian Zenz, acad¨¦mico de la Escuela Europea de Cultura y Teolog¨ªa en Korntal (Alemania), que este martes ha publicado un detallado informe sobre estos centros de reeducaci¨®n en el medio especializado China Brief, de la Jamestown Foundation.
En 2009, unas sangrientas revueltas enfrentaron a los uigur con los han, la etnia mayoritaria en China, y dejaron casi 200 muertos. Entre 2013 y 2014, China vivi¨® una serie de graves atentados en distintas ¨¢reas del pa¨ªs que atribuy¨® a separatistas isl¨¢micos uigur. Desde entonces, ha emprendido una campa?a cada vez m¨¢s dura de represi¨®n y control en Xinjiang.
Desde marzo de 2017, las autoridades chinas han detenido a decenas de miles de uigures y otras minor¨ªas en centros de reeducaci¨®n, al margen del sistema judicial, donde son sujetos a intensas sesiones de propaganda china con el objetivo de desradicalizarlos, seg¨²n han denunciado residentes, organizaciones de derechos humanos, acad¨¦micos y medios. Pek¨ªn niega su existencia, o da la callada por respuesta. En octubre pasado, un alto funcionario expresaba a la prensa que ¡°garantizamos los derechos leg¨ªtimos e intereses de todas las etnias y prohibimos la discriminaci¨®n y la opresi¨®n contra cualquier grupo ¨¦tnico¡±.
¡°Sabemos que esos campos existen. Lo que no sabemos con exactitud es qu¨¦ ocurre ah¨ª dentro¡±, explican fuentes diplom¨¢ticas occidentales.
El informe de Zenz, que se basa en los datos disponibles en los medios de comunicaci¨®n chinos y p¨¢ginas web concursos de obra p¨²blica, ha encontrado 73 licitaciones sobre estos centros, con un valor conjunto m¨ªnimo de 682 millones de yuanes. El experto calcula que el total de centros puede rondar los cerca de 1.200. Documentos filtrados y publicados por organizaciones uigur alegan que hasta un mill¨®n de personas podr¨ªan encontrarse en esos centros. El total de la poblaci¨®n de esta etnia son once millones.
Comparativamente, la red de campos de trabajo que China desmont¨® en 2013 contaba oficialmente en 2008 con 350 centros y 160.000 detenidos. Si los documentos filtrados son correctos, ¡°es completamente posible que el actual sistema de reeducaci¨®n de Xinjiang exceda el tama?o y la capacidad del sistema de reeducaci¨®n mediante el trabajo que existi¨® en toda China¡±, apunta el acad¨¦mico en su informe.
¡°Es muy dif¨ªcil encontrar una familia uigur que no tenga al menos un miembro internado¡±, explicaba el profesor James Millward, de la Universidad de Georgetown, en una reciente charla en el Hudson Institute en Washington y transmitida por Internet.
Aunque los campos aparecen descritos, seg¨²n los casos, con distintos nombres, como ¡°centros de ense?anza vocacional¡±, ¡°bases¡± o ¡°centros de reeducaci¨®n¡±, las licitaciones especifican, en algunos casos, material propio de centros penitenciarios: alambradas, muros reforzados o torretas. En un caso, se reclamaba la instalaci¨®n de sistemas de comunicaci¨®n por v¨ªdeo similares a los que se usan en las visitas de los familiares a los presos.
Tras la red de centros, se encuentra ¡°la creencia de que un porcentaje significativo de la poblaci¨®n musulmana est¨¢ afectada por pensamientos extremistas. As¨ª que necesitas que un cierto porcentaje de la poblaci¨®n se someta a reeducaci¨®n, no solo los casos m¨¢s graves, sino tambi¨¦n otros que hayan podido verse expuestos¡± a esa ideolog¨ªa, explica Zenz.
Su mera existencia, y la posibilidad muy real de acabar en uno de ellos, ¡°crea una fuerte atm¨®sfera de intimidaci¨®n y medio. Tambi¨¦n mantiene a una parte significativa de la poblaci¨®n detenida, y si est¨¢s detenido no puedes hacer nada contra el Gobierno. As¨ª que a corto plazo hace muy improbable que haya ninguna trama terrorista. A largo plazo, sin embargo, las consecuencias pueden ser bastante graves¡±, agrega.
La campa?a de control incluye otras medidas, adem¨¢s de los campos. La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta clave. Los m¨®viles se inspeccionan constantemente. Abundan los puntos de control y los casos en los que es necesario mostrar la identificaci¨®n.
Seg¨²n Human Rights Watch, que ha documentado de manera exhaustiva las medidas de seguridad en Xinjiang, en los ¨²ltimos meses parece haberse acelerado un programa que exist¨ªa desde 2014, y que prev¨¦ que funcionarios chinos se alojen durante varios d¨ªas con familias uigur. Durante estas visitas, puntualiza la ONG, ¡°las familias deben aportar a los funcionarios informaci¨®n sobre sus vidas y opiniones pol¨ªticas, y se ven sujetos a adoctrinamiento pol¨ªtico¡±. Seg¨²n esta organizaci¨®n, solo en diciembre de 2017, m¨¢s de un mill¨®n de funcionarios fueron movilizados para alojarse en viviendas, principalmente en el campo y entre familias musulmanas. No consta que los anfitriones puedan negarse a acogerlos.
Para el Gobierno, se trata de ¡°una combinaci¨®n de lealtad obligatoria, vigilancia y control, informaci¨®n sobre subsidios y ayudas oficiales y un ejercicio de relaciones p¨²blicas, de venta de la idea de que la gente convive felizmente los unos con los otros¡±, explica Maya Wang, investigadora de HRW, desde Hong Kong. Pero es un programa ¡°muy intrusivo. Incluso cuando comes o duermes lo haces bajo los ojos del Partido. Es la mayor invasi¨®n de intimidad posible¡±.
La situaci¨®n, a todas luces, va a continuar y endurecerse. Seg¨²n apunta Zenz en su estudio, ¡°Pek¨ªn probablemente seguir¨¢ apoyando esas medidas, que reflejan los crecientes esfuerzos del Gobierno central por poner barreras a las religiones ¡®extranjeras¡¯. De hecho, el sistema de reeducaci¨®n en Xinjiang puede acabar sirviendo como un modelo para gestionar las bolsas m¨¢s resistentes de creencias religiosas poco deseables por todo el pa¨ªs".
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