La esperanza de que la televisi¨®n salve las elecciones ca¨®ticas de Brasil
En un pa¨ªs donde la propaganda electoral est¨¢ prohibida en medios privados, el canal p¨²blico puede silenciar a los candidatos m¨¢s peligrosos
Cada vez que el ultraderechista Jair Bolsonaro sub¨ªa en las encuestas de intenci¨®n de voto, cosa que ha ocurrido con frecuencia estos ¨²ltimos meses, se o¨ªa el mismo argumento de sus muchos detractores en Brasilia. Que tanto progreso era fruto del estancamiento pol¨ªtico previo a las elecciones generales de este octubre; que cuando comenzase en serio la campa?a, todo cambiar¨ªa. Porque llegado a ese punto, Bolsonaro tendr¨ªa que v¨¦rselas con el rechazo de una de las figuras m¨¢s poderosas de Brasil: la televisi¨®n p¨²blica. El mismo recurso que en otros pa¨ªses es solo parte ¡ªy cada vez menor¡ª de la comunicaci¨®n de una campa?a. Pero aqu¨ª, donde la publicidad electoral est¨¢ prohibida en los medios privados, ha demostrado a lo largo de las d¨¦cadas tener una capacidad nuclear para influir en qui¨¦n recibe cu¨¢nto poder. Y ahora ha llegado el momento de demostrar ese poder¨ªo; ahora, justo, que es cuando, seg¨²n muchos, m¨¢s est¨¢ flaqueando.
Su poder reside en una vieja f¨®rmula: en un pa¨ªs gigante en el que pr¨¢cticamente ning¨²n medio gratuito abarca todo el territorio, el candidato que m¨¢s tiempo de publicidad disponga en la televisi¨®n p¨²blica es hist¨®ricamente el que mejores resultados obtiene en las urnas. Y esos preciados minutos no se regalan, los distribuye el Tribunal Electoral siguiendo una estricta regla que durante d¨¦cadas ha contribuido a hacer y deshacer presidencias.
En 1994, por ejemplo, el futuro presidente Fernando Henrique Cardoso lleg¨® al inicio de la campa?a con un an¨¦mico 29% de la intenci¨®n de voto: estaba en el segundo lugar tras su rival, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, pero ten¨ªa m¨¢s tiempo de televisi¨®n que ¨¦l. Tras una semana de campa?a, la intenci¨®n de voto hab¨ªa subido a un 36%. Acab¨® ganando con 55,22%. No hizo falta una segunda vuelta. Y as¨ª, seg¨²n la consultura Arko Advice, cuatro de las siete presidencias que ha tenido Brasil desde que volvi¨® a la democracia en 1989 han tenido el apoyo de la televisi¨®n.
¡°Antes la televisi¨®n ten¨ªa un 100% de influencia sobre la conversaci¨®n pol¨ªtica con el ciudadano, hoy yo dir¨ªa que el 50% o el 60%¡±, calcula Lucas de Arag?o,?socio de Arko Advice
Lo que esperan los enemigos del ultraderechista Bolsonaro es que sea este m¨ªtico poder el que acabe con ¨¦l, ya que cuenta con apenas segundos de campa?a televisiva. Sin embargo, a la vieja f¨®rmula empiezan a v¨¦rsele las costuras. El ¨²nico criterio del Tribunal Electoral para otorgar tiempo de emisi¨®n es hacerlo proporcional a la cantidad de diputados que tiene en el Congreso el partido de cada candidato. O sea, se premia la veteran¨ªa y la pertenencia a las grandes agrupaciones. Que son precisamente, seg¨²n una encuesta de Datafolha del a?o pasado, las instituciones que m¨¢s prestigio han perdido en estos ¨²ltimos y negros a?os de historia brasile?a.
¡°Antes la televisi¨®n ten¨ªa un 100% de influencia sobre la conversaci¨®n pol¨ªtica con el ciudadano, hoy yo dir¨ªa que el 50% o el 60%¡±, calcula Lucas de Arag?o, socio de Arko Advice. La parte televisada de la campa?a ha comenzado este viernes y deber¨ªa ser crucial. Pero por primera vez en la reciente democracia del pa¨ªs, quienes m¨¢s tiempo de televisi¨®n tienen son quienes menos intenci¨®n del voto acumulan. De un total de 25 minutos diarios, el favorito de los mercados y del denostado centro, Geraldo Alckmin, tendr¨¢ 11 minutos. Sin embargo, en las encuestas apenas llega al 6% de la intenci¨®n de voto. Por no hablar del siguiente en la lista, el Partido de los Trabajadores, que tiene cuatro minutos y 46 segundos y un candidato, Lula da Silva, que est¨¢ en la c¨¢rcel, dif¨ªcilmente podr¨¢ concurrir (y sin un sustituto oficial todav¨ªa).
Bolsonaro, que tiene un 18% de la intenci¨®n de voto en caso de que tenga que v¨¦rselas con Lula y un 20% sin ¨¦l, cuenta con apenas ocho segundos. Eso s¨ª, se maneja en redes sociales con m¨¢s de cinco millones de seguidores en Facebook, donde vence hasta al mism¨ªsimo Lula (que tiene tres).
De ah¨ª la sensaci¨®n de que estas elecciones, si bien no van a enterrar a la televisi¨®n, s¨ª van a replantear su utilidad en un pa¨ªs que, tras cuatro a?os de caos pol¨ªtico y recesi¨®n econ¨®mica de la que no ha habido recuperaci¨®n visible, rechaza cada vez m¨¢s el orden establecido y busca otro en sus m¨®viles. ¡°Las propagandas televisivas muestran que la campa?a ya ha comenzado, que ha llegado el momento de pensar en pol¨ªtica, de saber qui¨¦nes son los candidatos y decidir a qui¨¦n vamos a votar¡±, defiende el polit¨®logo Jairo Pimentel Jr., investigador del Centro de Politica y Econom¨ªa del Sector P¨²blico.
Otra utilidad, seg¨²n De Arag?o: combatir las fake news que llevan meses enfangando las conversaciones pol¨ªticas y que se mueven por redes sociales. Es m¨¢s, las redes tambi¨¦n tienen que buscar su utilidad, ya que no sirven para formar candidaturas. ¡°En Estados Unidos, las redes son importantes para motivar a los electores para que salgan de casa el mismo d¨ªa de la elecci¨®n: aqu¨ª, la motivaci¨®n ya existe porque el voto es obligatorio¡±, alega.
I¡¯ve never seen anything like it. pic.twitter.com/3x7EOT6hXa
— Sarah Esther Maslin (@sarahmaslin) August 31, 2018
Mientras, la tendencia es evidente. Cuando volvi¨® la democracia tras 25 a?os de dictadura, se martilleaba al p¨²blico durante cinco horas al d¨ªa, a lo largo de 58 d¨ªas, a la poblaci¨®n para que conociese a 22 candidatos a la presidencia. Ahora, casi 30 a?os despu¨¦s, la campa?a dura 35 d¨ªas y hay solo 25 minutos de propagada electoral. Tanto si la televisi¨®n gana a Bolsonaro o viceversa, ser¨¢ el comienzo de una nueva ¨¦poca.
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