Una calculadora junto al men¨²
El Gobierno brit¨¢nico quiere que los restaurantes incluyan en la carta el n¨²mero de calor¨ªas de cada plato
Selam y su familia no saben si re¨ªr o llorar. Hace 15 a?os que regentan un peque?o restaurante eritreo, Mosob, en el barrio londinense de Maida Hill. En torno a peque?as mesas, los clientes se ayudan de trozos de injera, una torta blanda de cereal t¨ªpica de los pa¨ªses del Cuerno de ?frica, para reba?ar la carne, los vegetales y las salsas repartidas en una gran bandeja com¨²n. "La idea de que tengamos que se?alar ahora en la carta el n¨²mero de calor¨ªas que tiene cada plato es sencillamente rid¨ªcula", protesta Selam. "Van a conseguir que m¨¢s y m¨¢s negocios familiares acaben cerrando. Nosotros nos esforzamos para que nuestra comida sea lo m¨¢s sana posible, hace ya a?os que tenemos una oferta vegana para los clientes. ?Por qu¨¦ no persiguen a los que se dedican a servir fritangas y usan el mismo aceite una y otra vez?", protesta.
?El plan del Gobierno de Theresa May, adelantado esta semana por el diario conservador The Daily Telegraph, para exigir en pocas semanas que todos los restaurantes y cafeter¨ªas de Reino Unido incluyan en sus men¨²s el n¨²mero exacto de calor¨ªas de cada especialidad ha puesto en pie de guerra a los peque?os empresarios hosteleros. Adem¨¢s de pegarse un tiro pol¨ªtico en el pie, porque en un Ejecutivo ya corro¨ªdo por la divisi¨®n en torno al Brexit se ha introducido una nueva disputa. En esta ocasi¨®n, entre los ministerios de Sanidad y de Econom¨ªa.
Nadie duda de que Reino Unido sufre un serio problema de obesidad, especialmente infantil. Los hospitales p¨²blicos incrementaron el a?o pasado en un 18% el n¨²mero de admisiones por trastornos derivados del sobrepeso, con el coste a?adido de sus correspondientes tratamientos. Una suma de m¨¢s de 600.000 pacientes. 10.000 de ellos debieron someterse a operaciones quir¨²rgicas como la reducci¨®n de est¨®mago.
Algunas cadenas de comida r¨¢pida, como McDonald's, ya han incorporado el detalle de las calor¨ªas a sus cartas, pero la mayor¨ªa de peque?os restaurantes no cuentan con el presupuesto ni la log¨ªstica necesaria para responder a esta exigencia de un modo inmediato. En todo Reino Unido hay m¨¢s de 80.000 restaurantes, sin contar los peque?os caf¨¦s o puestos de comida r¨¢pida.
"Me preocupa que la propuesta de Sanidad pueda producir una p¨¦rdida considerable de puestos de trabajo y un incremento en el precio de la comida que repercutir¨¢ en los clientes", ha escrito Elizabeth Truss, la secretaria principal del Ministerio de Econom¨ªa, a la oficina de la primera ministra, Theresa May. "El coste de esta medida puede ascender a 13 millones de libras esterlinas (14 millones y medio de euros) al a?o". Unos 550 euros al a?o por establecimiento. Dependiendo del tama?o, unos lo sufrir¨¢n m¨¢s que otros. Eso sin tener en cuenta que muchos cambian sus cartas habitualmente para incorporar en su oferta productos de estaci¨®n.
Pero el Gobierno de May cuenta, al parecer, con un firme aliado para llevar adelante su medida. Siete de cada 10 ciudadanos brit¨¢nicos, seg¨²n una encuesta publicada el pasado marzo por la asociaci¨®n Diabetes UK, se muestran dispuestos a respaldar que se obligue a los restaurantes a especificar el n¨²mero de calor¨ªas de sus platos. La mofa con la que se ha acogido la medida en los medios conservadores -"?Qui¨¦n estar¨ªa dispuesto a meterse entre pecho y espalda ese jugoso entrecot si te advierten previamente de que suma cerca de 1.000 calor¨ªas?", escrib¨ªa una de las columnistas m¨¢s populares de The Telegraph - no es compartida por los ciudadanos, cada vez m¨¢s preocupados por su salud y la de sus hijos. "Una cuarta parte de los ni?os de este pa¨ªs comienza la educaci¨®n primaria con problemas de sobrepeso. Al finalizar la ense?anza obligatoria suponen ya una tercera parte", ha advertido el secretario de Sanidad, Matt Hancock.
Lo que ya supondr¨ªa un exceso para el gusto del consumidor ser¨ªa tener que escuchar, al pedirla en la barra, cu¨¢ntas calor¨ªas tiene la anhelada pinta de cerveza que se toman muchos de ellos al final de la jornada de trabajo.
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