¡°Los prejuicios sobre el consumo de drogas necesitan ser revaluados¡±
La internacionalista ve con preocupaci¨®n el giro de Duque hacia el prohibicionismo y advierte sobre los riesgos de amenazar con una intervenci¨®n militar a Venezuela
Sandra Borda (Bogot¨¢, 1974) es una voz recurrente en las discusiones en los espacios de opini¨®n colombianos. Con sendas maestr¨ªas en las universidades de Wisconsin y Chicago y un doctorado en Minessota, todas ellas en Estados Unidos, esta polit¨®loga e internacionalista est¨¢ centrada en un libro que explicar¨¢ el tradicional parroquialismo colombiano. Profesora e investigadora de la Universidad de Los Andes y columnista de la revista Arcadia, qued¨® en medio del debate sobre el enfoque de la guerra contra las drogas cuando, como panelista del programa de Caracol Radio Hora 20, dijo que se consideraba una consumidora recreativa. Esa declaraci¨®n le convirti¨® de inmediato en blanco de feroces cr¨ªticas. Borda observa con preocupaci¨®n el giro hacia el prohibicionismo del nuevo presidente colombiano, Iv¨¢n Duque, que ya ha firmado un decreto para que la polic¨ªa se pueda incautar de dosis personales -o m¨ªnima-, una cantidad que en 1994 qued¨® despojada de cualquier pena por la Corte Constitucional.
Pregunta. ?Qu¨¦ conclusiones se pueden sacar del primer mes y medio de Duque en el poder?
Respuesta. En medio de la campa?a electoral ve¨ªa, tal vez no en ¨¦l pero s¨ª en su partido, una oposici¨®n muy expl¨ªcita a los acuerdos de paz. Hasta el punto de que hab¨ªa sectores del Centro Democr¨¢tico que amenazaban con acabar la implementaci¨®n y borrar todo lo que se hab¨ªa logrado con las negociaciones en La Habana. Ciertamente lo que ha demostrado este mes es que no hay una intenci¨®n explicita de hacer eso. Que nadie en este Gobierno va a pagar el costo pol¨ªtico de devolverse y acabar con todo. Pero tampoco nadie est¨¢ dispuesto a pagar el costo pol¨ªtico de met¨¦rsele de lleno a la implementaci¨®n. Y han descubierto que frente a la opini¨®n p¨²blica y los medios de comunicaci¨®n es muy ¨²til mantener una actitud ambigua.
P. Colombia es el principal productor de coca¨ªna y los cultivos il¨ªcitos siguen creciendo. Washington ya ha mostrado su preocupaci¨®n. ?Es inevitable que las relaciones se vuelvan a narcotizar?
R. La agenda bilateral nunca se ha desnarcotizado: el tema de las drogas siempre ha convivido con otros. Estados Unidos, en este momento, est¨¢ pasando por una coyuntura en la que ese tema es fundamental para ellos por cuenta de la epidemia de opi¨¢ceos. Pero nada tiene que ver con nosotros: es una epidemia de drogas producidas all¨¢, en su gran mayor¨ªa legales y que se pueden obtener por prescripci¨®n m¨¦dica. Pero eso le ha permitido a la Administraci¨®n Trump reactivar un discurso muy t¨ªpico republicano, el de la guerra contra las drogas. Y ha encontrado un interlocutor en Colombia al que le interesa montarse en ese tren del prohibicionismo, pues tiene una base electoral que tiende a mirar el problema desde el punto de vista moral y no desde la pol¨ªtica p¨²blica. Entonces satisface a dos clientes simult¨¢neamente, a su base electoral y a Estados Unidos.
P. Usted termin¨® como blanco de ese debate despu¨¦s de declararse consumidora recreativa. ?Se sinti¨® descalificada?
R. Hubo muchos intentos por descalificarme, pero yo no puedo entender la asociaci¨®n entre una cosa y la otra. Eso forma parte de una dimensi¨®n de mi vida que no tiene nada que ver con mi desempe?o profesional. As¨ª como la gente que consume alcohol no llega borracha a trabajar, yo no consumo drogas para venir a trabajar. Si hubiese alg¨²n tipo de descalificaci¨®n no es de car¨¢cter profesional, sino de car¨¢cter moral. Y esa me preocupa menos.
P. La visi¨®n del Gobierno de Duque solo parece contemplar adictos o traficantes.
R. S¨ª. Est¨¢n creando una medida absolutamente punitiva para un mont¨®n de gente que no tiene nada que ver con el problema como lo est¨¢n diagnosticando. Es equivocado pensar que la lucha contra las drogas va a ser efectiva cuando usted se dedique a meter un mont¨®n de consumidores a la c¨¢rcel. Seg¨²n un estudio de Julieta Lemaitre y Mauricio Albarrac¨ªn, el problema es que cuando usted pone a los polic¨ªas a decomisar dosis m¨ªnimas hacen lo que en Estados Unidos llaman social profiling. Yo salgo a la calle, soy profesora de universidad, a m¨ª no me van a parar a quitarme la dosis m¨ªnima: al que van a parar es al joven marginal. El mecanismo est¨¢ socialmente dise?ado para establecer discriminaci¨®n contra sectores empobrecidos.
P. ?Sinti¨® machismo en los ataques?
R. S¨ª. Me qued¨® mucho m¨¢s claro dos d¨ªas despu¨¦s, cuando le preguntaron al embajador en Washington, [Francisco] Pacho Santos, si hab¨ªa consumido marihuana. Dijo que s¨ª, y a nadie le pareci¨® un problema.
P. ?Le incomoda haber quedado en medio del debate?
R. No. Porque la ¨²nica forma de combatir los prejuicios detr¨¢s del consumo es que alguien que los conoce desde adentro pueda decir que eso no es cierto. Hay una diversidad de casos, de patolog¨ªas, de proclividades psiqui¨¢tricas de la gente a desarrollar adicciones que son distintas en todos los seres humanos... Es un debate que hay que dar con mucho cuidado. Mi aspiraci¨®n es que haber dicho eso ponga a pensar a la gente que de pronto todos esos prejuicios en los que est¨¢n metidos necesitan ser revaluados.
P. ?Cree que con Duque Colombia vuelve a orientar su pol¨ªtica exterior decididamente a EE UU?
R. El Centro Democr¨¢tico ha sido un ferviente creyente de que la mejor forma de resolver los problemas internacionales de Colombia es siempre estando del lado de Estados Unidos. Al convertir ese tema en una cuesti¨®n de principio, nos vamos a equivocar en un escenario clave, que es Venezuela. Alinearnos con lo que est¨¢ tratando de hacer Estados Unidos en este instante, siendo nosotros el vecino m¨¢s cercano y m¨¢s relevante de Venezuela, nos va a traer enormes problemas. Hay una cosa acertada que est¨¢ haciendo el gobierno, y es empezar a construir consensos regionales y buscar aliados en las organizaciones internacionales para lidiar con el problema. El asunto es que uno no puede tratar de construir ese consenso multilateral y al mismo tiempo amenazar con una intervenci¨®n militar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.