Breve defensa de la Argentina
Tal vez, pese a su volatilidad, el pa¨ªs no sea un pa¨ªs tan horrible. Hay cosas que no pasan. No pasa un Jair Bolsonaro, por ejemplo
S¨¦ que es el momento menos indicado para hacerlo. En unos d¨ªas se conocer¨¢ el ¨ªndice de inflaci¨®n del mes de septiembre, y la verdad es que los anticipos dan miedo: dicen que los precios subieron cerca del 7%... ?en un solo mes! Septiembre habr¨¢ sido as¨ª el mes de mayor inflaci¨®n desde 1991. Si se mide de punta a punta, la ca¨ªda del PBI ser¨¢ mayor al 5% en este a?o. En 2018, la moneda se habr¨¢ devaluado un 100%. El salario real habr¨¢ ca¨ªdo alrededor de un 10%.
No hay manera de ser optimista.
No hay forma de no sentir miedo al futuro.
Encima, es un pa¨ªs con crisis recurrentes que terminan en devaluaciones y cambios de regla muy radicales. Por eso, hace unos d¨ªas, Jeffrey Sachs, con todo el derecho del mundo, dijo que ¡°la Argentina es como la pel¨ªcula El d¨ªa de la marmota; siempre hay crisis¡±.
Por eso: es el peor momento para hacerlo. Pero quiz¨¢ una mirada un poco m¨¢s amplia permita poner las cosas en su debida perspectiva. Tal vez, pese a su volatilidad, la Argentina no sea un pa¨ªs tan horrible.
En principio, en la Argentina hay cosas que no pasan. No pasa un Jair Bolsonaro, por ejemplo. No hay ni ha habido ning¨²n candidato con alguna probabilidad de ¨¦xito que promueva el odio a las mujeres, los homosexuales o los negros, o que proponga la eliminaci¨®n del sueldo suplementario, o que promueva la tortura. Si un pa¨ªs, en parte, se refleja en los l¨ªderes que elige, al menos en eso, la Argentina no es tan desastrosa.
La comparaci¨®n con Brasil es m¨¢s rica a¨²n. La l¨ªder de la oposici¨®n no est¨¢ detenida: se pudo presentar a las parlamentarias del a?o pasado, y se podr¨¢ presentar a las presidenciales del a?o que viene. El candidato m¨¢s popular no fue apu?alado ni reivindica a la dictadura militar. El presidente electo no fue derrocado y terminar¨¢ su mandato.
Todo eso ocurre en Brasil. Venezuela, por su parte, se ha transformado en una dictadura cl¨¢sica. El Gobierno nicarag¨¹ense acaba de asesinar a cientos de personas para evitar manifestaciones opositoras. En Colombia a¨²n no pueden superar una end¨¦mica guerra civil. En M¨¦xico, cientos de candidatos locales fueron asesinados en la ¨²ltima elecci¨®n.
En la Argentina de hoy, un Bolsonaro, parece imposible. Tanto como un Maduro. O un Donald Trump. Parece poca cosa, que una democracia funcione con normalidad, cuando alguien vive en una democracia que funciona con normalidad: pero basta mirar el mapa pol¨ªtico del mundo para saber que esa normalidad no es tan normal.
Hace 35 a?os, con una enorme incertidumbre, la Argentina sal¨ªa de la peor dictadura de su historia. En aquel entonces, todos nos pregunt¨¢bamos cu¨¢nto durar¨ªa esa primavera. Hoy nuestros hijos ni siquiera saben lo que es vivir con miedo. En aquel entonces, si nos dej¨¢bamos de amar no pod¨ªamos separarnos. Ahora nos podemos casar incluso entre personas del mismo sexo.
Que una democracia sobreviva en un pa¨ªs desarrollado, es un cl¨¢sico. En la Argentina, ha sobrevivido a cuatro crisis tremendas, sin que surja ning¨²n liderazgo fascista. Es un r¨¦cord. De crisis en crisis, la Argentina ha producido un hecho in¨¦dito en la historia mundial: la inmensa mayor¨ªa de los militares que torturaron y asesinaron en la ¨²ltima dictadura, est¨¢n detenidos. Y en la Argentina todos los ni?os pobres reciben un subsidio estatal para que, al menos, puedan sobrevivir en crisis como esta. Los extranjeros, que siguen inmigrando, lo hacen porque el sistema de salud p¨²blico es gratuito, como lo es la educaci¨®n, incluido a nivel universitario.
Alguna vez aprenderemos a hacer lo que la inmensa mayor¨ªa de los otros pa¨ªses han logrado: controlar la inflaci¨®n, asegurar un crecimiento sostenido en el tiempo. Eso que nos cuesta, nos cuesta mucho. Y as¨ª andamos: aturdidos, golpeados, angustiados por el valor de las cosas, esperanzados en que esta s¨ª, definitivamente, sea nuestra ¨²ltima crisis.
Qui¨¦n dice.
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