La ¨²ltima vida del presidente
Pareciera que Argentina tiene un peque?o respiro. Las cosas est¨¢n atadas con alfileres. Una leve brisa puede producir, en el momento menos pensado, un desastre
Por unas horas, y hay que tocar madera o cruzar los dedos antes de decirlo, pareciera que la Argentina tiene un peque?o respiro. Las cosas est¨¢n, como qui¨¦n dice, atadas con alfileres. Una leve brisa puede producir, en el momento menos pensado, un desastre. Pero cada segundo es cada segundo, y hace ya como tres semanas que pararon los huracanes y las tempestades. Lo que qued¨® no es lindo de ver, casi un p¨¢ramo. Pero, tal vez, qui¨¦n dice, habr¨¢ tiempo ahora de contar las bajas y empezar de nuevo.
Toda esta exageraci¨®n de met¨¢foras, quiz¨¢ sirva para entender lo que ocurre con la econom¨ªa argentina desde hace tres semanas. B¨¢sicamente, sucede que el d¨®lar se calm¨®. Luego de un semestre delirante, en el cual una vertiginosa y masiva fuga de divisas lo empuj¨® a valer el doble de lo que val¨ªa, finalmente, pareciera que, por un tiempo, el Gobierno y su padrino, el Fondo Monetario Internacional, han empezado a controlar la fiera. Hubo megadevaluaci¨®n, la inflaci¨®n es tremenda, se perdieron casi la mitad de las reservas. Pero, sea como fuere, ahora el d¨®lar parece mansito y eso cambia un poco el estado de las cosas.
Es impresionante lo que ocurre en la Argentina con el d¨®lar: como casi en ning¨²n otro pa¨ªs, es un gran ordenador. Cuando se descontrola, todo se pone oscuro, tenebroso, entramos en p¨¢nico. Al descontrol sigue la desesperaci¨®n por comprar d¨®lares a cualquier precio, a todo eso una suba de precios delirantes, luego una recesi¨®n profunda, la ca¨ªda del empleo, la suba de la pobreza, el retiro en goteo de dep¨®sitos de los bancos y la desesperaci¨®n de no saber d¨®nde termina todo.
Bastan unos n¨²meros para entender c¨®mo cambi¨® el panorama. El Gobierno pronosticaba que la econom¨ªa crecer¨ªa este a?o un 3 %. Caer¨¢ dos. Calculaba que la inflaci¨®n ser¨ªa de alrededor del 15 %. Ser¨¢ cercana al 45 %. Pensaba que el d¨®lar valdr¨ªa 23 pesos en diciembre. Ayer cerr¨® a 37, tras haber llegado a 42,5. Y todav¨ªa faltan n¨²meros malos en los pr¨®ximos meses. El Fondo Monetario Internacional era un mal recuerdo para Argentina. Ahora es el poder real, a tal punto que ha instalado una oficina en el mismo Banco Central. La deuda externa ha vuelto a ser un peso agobiante para la econom¨ªa argentina.
Es l¨®gico que todo esto haya tenido un efecto pol¨ªtico. Antes de abril, cuando los fondos de inversi¨®n y los grandes bancos decidieron huir de la Argentina, Mauricio Macri iba derechito hacia su reelecci¨®n: le llevaba alrededor de diez puntos de ventaja a su principal competidora, la expresidenta Cristina Kirchner. Ahora, los sondeos muestran que la imagen de su Gobierno cay¨® en picada, que m¨¢s del 65% de los argentinos ven que todo anda mal y puede andar peor. Sin embargo, los pron¨®sticos electorales est¨¢n divididos entre quienes auguran que Macri aun ganar¨ªa por un pelito en la presidencial del a?o que viene o que la triunfadora ser¨ªa Cristina, tambi¨¦n por un haz de luz. O sea: todo parece muy empatado.
Cuando Macri asumi¨®, sus opositores lo bautizaron gato, lo que en lenguaje callejero argentino significar¨ªa ventajero, falso, aprovechador, poco confiable. Algunos de sus seguidores, con el tiempo, explicaron que, como los gatos, Macri ten¨ªa siete vidas. Si fuera as¨ª, parece que le queda todav¨ªa una. La escuela optimista sostiene que ya pas¨® lo peor, que habr¨¢ unos meses aun de alta inflaci¨®n, y dura recesi¨®n pero que luego de ellos se empezar¨¢n a sentir los beneficios de la combinaci¨®n entre megadavaluaci¨®n y estabilidad: menos inflaci¨®n, m¨¢s crecimiento. Cambiar¨¢, entonces, el clima. Macri se presentar¨¢ como un piloto de tormentas, pedir¨¢ al pueblo que no desperdicie el esfuerzo realizado votando a Cristina. Si ahora, que las cosas est¨¢n mal, el gato Macri empata, en unos meses, seg¨²n este enfoque, ganar¨¢ las elecciones.
Veremos.
En cualquier caso, para relativizar los pron¨®sticos, hay que tener en cuenta algunos datos de contexto. Primero: esta gente es optimista casi a un nivel suicida. Siempre creen que las cosas van a ir bien y as¨ª pasan las cosas que pasan. Segundo: el mundo es un lugar ancho y ajeno y pueden suceder imprevistos que destruyan en un tris la fr¨¢gil pax cambiar¨ªa argentina.
El gato Macri, mientras tanto, camina, como ocurre desde el primer d¨ªa de su Gobierno, por una cornisa muy angosta, sin demasiada elegancia, como si todo el tiempo jugara con el suspenso: se cae/no se cae, se cae/no se cae. Desde abajo, atribulados, el resto de los argentinos hacen lo que pueden con los efectos de su err¨¢tico gobierno.
El gato Macri se ha ca¨ªdo muchas veces. Pero ah¨ª est¨¢, todav¨ªa ?un poco m¨¢s viejo, un poco magullado, no necesariamente m¨¢s sabio ? esperando que, una vez m¨¢s, la suerte acuda en su ayuda en el momento exacto en que la necesite.
Hasta ahora, no le ha fallado.
Por algo, el apodo que lleva.
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