Una isla en el mar de violencia
C¨®mo es que el mismo Gobierno mexicano que logr¨® reducir la violencia en La Laguna la dej¨® crecer en pr¨¢cticamente en el resto el territorio
Hace exactamente seis a?os, la zona metropolitana de La Laguna era la m¨¢s violenta del pa¨ªs. Le hab¨ªa arrebatado la distinci¨®n a Ciudad Ju¨¢rez y Acapulco justo en un momento crucial: el cambio en el gobierno federal y la incertidumbre propia de cualquier transici¨®n.
En los d¨ªas anteriores y siguientes a la toma de protesta de Enrique Pe?a Nieto como presidente de la Rep¨²blica ninguna otra ciudad del pa¨ªs tuvo m¨¢s homicidios dolosos que la zona conurbada de Torre¨®n, Coahuila, y G¨®mez Palacio y Lerdo, Durango.
La noche del 30 de noviembre, a unas horas antes de que Pe?a Nieto asumiera el mando de las fuerzas federales de seguridad, dos polic¨ªas municipales de Torre¨®n fueron acribillados frente a una iglesia en una colonia residencial. Fueron los ¨²ltimos homicidios del sexenio de Felipe Calder¨®n.
A las 11 de la ma?ana del d¨ªa siguiente, s¨¢bado 1 de diciembre, justo cuando Pe?a Nieto se ce?¨ªa la banda presidencial, los cad¨¢veres de dos agentes del Ministerio P¨²blico de Durango fueron hallados en G¨®mez Palacio.
El domingo 2 de diciembre, los cuerpos de siete hombres fueron arrojados en distintos puntos de la ciudad de Torre¨®n. Estaban descuartizados. En el transcurso del d¨ªa, otras dos personas fueron asesinadas en Torre¨®n, mientras que en G¨®mez Palacio los criminales laguneros dieron la bienvenida al nuevo gobierno con un ataque a agentes de la Polic¨ªa Federal, matando a uno de ellos.
Fue as¨ª como en las 72 horas alrededor del cambio de gobierno, 12 personas hab¨ªan sido asesinadas en la zona metropolitana de La Laguna, una cada seis horas, cr¨ªmenes que inclu¨ªan ataques a cada nivel (federal, estatal y municipal) del aparato de seguridad y justicia.
No era violencia asociada a la transici¨®n, sino simplemente una din¨¢mica criminal que llevaba a?os escalando, con grupos luchando por controlar los negocios de drogas en la regi¨®n, indiferentes a los tiempos pol¨ªticos. El espacio no es suficiente para enumerar lo que pas¨® en La Laguna en el resto de ese diciembre. Basta decir que el mes termin¨® con m¨¢s de 100 homicidios y el a?o 2012 cerr¨® con m¨¢s de mil, la cifra m¨¢s alta en cualquier registro.
As¨ª arrancaba el sexenio de Enrique Pe?a Nieto en la regi¨®n. Y todos se daban cuenta menos el nuevo gobierno. En enero, periodistas de El Pa¨ªs visitaron La Laguna y el diario public¨® un reportaje titulado ¡°C¨®digo Rojo en el norte de M¨¦xico¡±. El entonces corresponsal en M¨¦xico, Luis Prados, escribi¨®: ¡°Torre¨®n, cuyo eslogan fue una vez ¡®la ciudad que venci¨® al desierto¡¯, est¨¢ hoy de rodillas ante el narco¡±.)
Unos d¨ªas despu¨¦s, el periodista Carlos Loret de Mola transmiti¨® su noticiero matutino de Televisa desde la ciudad de Torre¨®n y present¨® una cr¨®nica de los horrores que la ciudad hab¨ªa vivido en las semanas previas y el ambiente de temor que se viv¨ªa. ¡°La gente vive con p¨¢nico y se ha impuesto por necesidad un toque de queda al caer el sol, entre balaceras y ejecutados¡±, coment¨® entonces.
La violencia escal¨® en febrero con m¨¢s homicidios y ataques armados. El gobierno federal y los estatales de Coahuila y Durango no pod¨ªan contener la hemorragia que causaban criminales que se mov¨ªan libremente entre ambos estados, sin respetar los l¨ªmites entre estados y municipios que las autoridades no pod¨ªan cruzar.
En el diario El Siglo de Torre¨®n, donde trabajaba como director editorial, no nos d¨¢bamos abasto para procesar las noticias sobre hechos violentos que se ven¨ªan en cascada y que inevitablemente nos alcanzaron.
El 7 de febrero de 2013, un grupo de delincuentes secuestr¨® a cinco trabajadores de El Siglo de Torre¨®n como una forma de intimidar al diario para que dejara de publicar noticias sobre la ola de violencia. Los cinco fueron liberados en unas horas con un mensaje amenazante. Entramos en contacto con altos mandos del Ej¨¦rcito y la Polic¨ªa Federal para buscar la manera de protegernos.
Pero cuando la Polic¨ªa Federal puso a agentes a resguardar el diario, se volvieron blanco. A finales de febrero fueron atacados tres veces en tres d¨ªas consecutivos por hombres armados. La incapacidad de la Polic¨ªa Federal para responder puso al gobierno en riesgo de reprobar su primera prueba de fuego en seguridad.
¡°La Laguna queda expuesta como una regi¨®n a merced de criminales que no se ven disuadidos para intentar ataques cada vez m¨¢s espectaculares¡±, escrib¨ª a principios de marzo en El Pa¨ªs. ¡°Lo que no sabemos es si las autoridades han aprendido estas lecciones ante la escalada de violencia¡±.
Afortunadamente, ese fue un punto de inflexi¨®n. Durante los dos meses siguientes, m¨¢s de 50 integrantes del grupo criminal responsable de los ataques y los secuestros contra El Siglo fueron detenidos por el Ej¨¦rcito, que desmantel¨® al grupo conocido como ¡°C¨¢rtel del Poniente¡±, que disputaba el control criminal de la zona.
El Ej¨¦rcito lanz¨® un operativo que en 2013 redujo los homicidios casi a la mitad. Al final de ese a?o un reporte de la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica daba cuenta que una cuarta parte de los 69 jefes de c¨¢rteles del narcotr¨¢fico detenidos o abatidos por fuerzas federales de seguridad hab¨ªa ca¨ªdo en La Laguna. En ninguna otra regi¨®n del pa¨ªs se hab¨ªa dado un golpe tan contundente. (De manera incidental, el operativo tuvo otra consecuencia positiva: Desde febrero de 2013 hasta ahora, ning¨²n grupo criminal volvi¨® a atacar un medio de comunicaci¨®n en la Comarca Lagunera).
Para darle continuidad a la estrategia local de seguridad, en 2014 el gobierno federal cre¨® la figura de un Mando Especial, un general del Ej¨¦rcito a cargo de coordinar a todas las fuerzas de seguridad (federales y locales) en la regi¨®n. Los gobiernos estatales y municipales tuvieron incentivos para alinearse y no eludir su responsabilidad.
Cinco a?os despu¨¦s, amplias zonas del pa¨ªs han ca¨ªdo presa de la violencia. Algunas no la hab¨ªan vivido en el sexenio anterior, como Le¨®n, Quer¨¦taro o Colima; otras que se hab¨ªan pacificado se encendieron de nuevo, como Tijuana o Ciudad Ju¨¢rez; otras nunca mejoraron, como Tamaulipas o Guerrero. Por eso ante este panorama, los resultados en la Comarca Lagunera parecen una anomal¨ªa. Los homicidios dolosos se redujeron de 1,085 en 2012 a 101 en los primeros 10 meses de 2018, de un promedio de tres diarios a uno cada tres d¨ªas. La tasa de robo violento baj¨® de 452 por cada 100.00 habitantes en 2011 a 120 en 2017.
Viendo estos datos y repasando la experiencia de hace un sexenio, con frecuencia me pregunto c¨®mo es que el mismo gobierno federal que logr¨® reducir sustancialmente la violencia en esta zona del pa¨ªs la dej¨® crecer en pr¨¢cticamente en el resto el territorio. La Laguna cierra el sexenio como una isla, si no de tranquilidad por lo menos de mayor seguridad, en medio de la violencia que devora otras ciudades y estados. La baja de la violencia tiene muchas causas, algunas atribuibles al gobierno, otras externas. Pero los resultados son palpables.
El periodista Raymundo Riva Palacio ha sugerido que el modelo de seguridad planteado por el presidente electo Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador se basa en parte en el Mando Especial de La Laguna. La divisi¨®n del pa¨ªs en 266 regiones con un mando militar ciertamente as¨ª lo indica, al establecer cuadrantes para aplicar un modelo de mando militar sobre la seguridad p¨²blica.
Sin embargo, la gran diferencia es que el Mando Especial de La Laguna se plante¨® como una medida transitoria que fue acompa?ada de una depuraci¨®n y mejora en las polic¨ªas locales. La Comarca Lagunera cuenta ahora con polic¨ªas mejor capacitados y aunque todav¨ªa son se?alados por abusos y arbitrariedad, han logrado mejores resultados. Hace seis a?os pr¨¢cticamente ning¨²n homicidio se resolv¨ªa, ahora m¨¢s de 40% de los ocurridos en el a?o est¨¢n judicializados.
Esta dimensi¨®n policiaca no se encuentra en el plan de L¨®pez Obrador, que se apoya totalmente en una estructura militar, ya sea de las fuerzas armadas regulares o de una pretendida Guardia Nacional. Resulta dif¨ªcil creer que el gobierno federal saliente tenido alg¨²n ¨¦xito en materia de seguridad, pero el caso de La Laguna es una ins¨®lita excepci¨®n a la regla que merece ser estudiada.
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