Trump se despide de Pe?a Nieto en el G20 con la firma del nuevo acuerdo comercial

En el centro, Donald Trump. Enrique Pe?a Nieto y Justin Trudeau, a los lados. El primero en hablar, tambi¨¦n Trump. Luego lo hicieron el presidente de Canad¨¢ y el mexicano. El sitio elegido: el hotel donde se hospeda Trump en Buenos Aires, adonde viaj¨® para participar en la cumbre del G20. Los testigos: solo la prensa que acompa?¨® a las comitivas y decenas de altos funcionarios. La puesta en escena de la firma del nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos, M¨¦xico y Canad¨¢, el T-MEC o USMCA, por sus siglas en ingl¨¦s, estuvo lejos de la pompa televisada con que el presidente estadounidense anunci¨® el fin de las negociaciones el pasado 1 de octubre. Pero dej¨® bien claro qui¨¦n manda en esta historia.

Para Pe?a Nieto, en tanto, fue su ¨²ltimo acto como presidente: dejar¨¢ el cargo ma?ana, 1 de diciembre, cuando Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador tomar¨¢ el testigo al frente de la segunda mayor potencia latinoamericana, tras Brasil. "Le felicito por acabar su presidencia con este incre¨ªble hito", le dijo Trump en su habitual tono hiperb¨®lico, y lo despidi¨®. Antes de la firma, el todav¨ªa jefe de Estado y de Gobierno mexicano condecor¨® -pese a la enorme pol¨¦mica surgida- con la m¨¢xima distinci¨®n nacional, la Orden del ?guila Azteca, a Jared Kushner, yerno de Trump y una de las figuras clave en las negociaciones a pesar de no tener cargo formal en el organigrama de la Casa Blanca.

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La presencia de los presidentes fue puramente protocolaria. Tras sus discursos, los tres firmaron, sentados a una misma mesa, donde ordenaban a sus ministros de Comercio -aut¨¦nticos negociadores del texto- . Estuvieron, junto a ellos, el representante comercial de EE UU, Robert Lighthizer; el secretario de Econom¨ªa de M¨¦xico, Ildefonso Guajardo, y la ministra de Asuntos Exteriores de Canad¨¢, Chrystia Freeland. Los tres pa¨ªses regir¨¢n desde ahora sus intercambios bajo nuevas reglas, tras negociar cambios en el Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte (TLC), el marco que los uni¨® desde 1994. Las negociaciones, ¨¢speras, fueron para Trump un triunfo pol¨ªtico. Lo dej¨® claro este viernes en Buenos Aires.

"Este es probablemente el mayor acuerdo comercial jam¨¢s alcanzado, un modelo de acuerdo que modifica para siempre el panorama del comercio. Todos nuestros pa¨ªses se beneficiar¨¢n enormemente¡±, dijo sobre el pacto. Luego prometi¨® ¡°trabajos bien pagados en el sector de las manufacturas" y ¡°un trato fenomenal para los agricultores" de EE UU. Fue un discurso a los estadounidenses, a los que prometi¨® machaconamente durante meses que lograr¨ªa un trato "m¨¢s justo" para los trabajadores de su pa¨ªs o se saldr¨ªa del marco comercial que permiti¨® la creaci¨®n del ¨¢rea de libre comercio m¨¢s grande del mundo y que multiplic¨® los intercambios entre los tres pa¨ªses. A su lado escuchaban sus dos socios en una escena que recordaba mucho a la de hace tres meses, con Trump escuchando al tel¨¦fono a su hom¨®logo mexicano desde el Despacho Oval: todos los focos, entonces y ahora, apuntaban al estadounidense. ¡°Los acuerdos comerciales no pueden permanecer est¨¢ticos, necesitan avanzar de acuerdo con las necesidades de nuestra econom¨ªa¡±, agreg¨® este viernes Pe?a Nieto, a su turno, en una de sus ¨²ltimas intervenciones como presidente.

El nuevo pacto se ha firmado bajo la sombra de los aranceles. La intenci¨®n de M¨¦xico y Canad¨¢ fue llegar a este d¨ªa sin las tarifas del 25% a las importaciones de acero y del 10% a las de aluminio impuestas por EE UU. Pero finalmente aceptaron que esos impuestos seguir¨¢n vigentes, a la espera de nuevas negociaciones. Para M¨¦xico no obstante -y cesiones al margen-, la firma del acuerdo es una buena noticia: Washington es, por mucho, su primer inversor y su primer socio comercial -el 80% de sus exportaciones acaban en su vecino del norte-, sobre todo en el sector automotor. En esa industria se concentraron el grueso de las concesiones mexicanas en aras de cerrar el trato: un porcentaje de los coches que se fabriquen en Am¨¦rica del Norte tendr¨¢ que tener un contenido m¨ªnimo producido en zonas de alto salario -EE UU y Canad¨¢, M¨¦xico queda impl¨ªcitamente incluido-; se reforzar¨¢ el cap¨ªtulo laboral, uno de los puntos en los que ha descansado la competitividad mexicana en las ¨²ltimas d¨¦cadas -el salario manufacturero es hasta seis veces m¨¢s bajo en M¨¦xico que en sus socios regionales-; y en propiedad intelectual, con cambios en las patentes farmac¨¦uticas que afectar¨¢n a las operaciones de esta industria en suelo mexicano.

La firma en Buenos Aires del T-MEC no deja de ser parad¨®jica. Un acuerdo firmado bien al norte de Am¨¦rica se firma bien al sur. Mientras tanto, el Mercosur, el mercado que integran Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, lleva a?os de negociaciones fallidas con la Uni¨®n Europea para alcanzar un tratado comercial. Macri so?aba con rubricar el acuerdo en el marco de este G20, pero no ha podido. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, fue claro el jueves. Tras reunirse con su par argentino, dijo que las relaciones con Argentina son las mejores, pero que a¨²n persisten diferencias insalvables para acordar un tratado de libre comercio con el bloque sudamericano.

Trump, en tanto, ha podido enarbolar el T-MEC como arma contra aquellos que lo acusan de dinamitar las reglas del libre comercio. En cualquier caso, las formas del acto de ayer en Buenos Aires dejaron en claro que Estados Unidos defender¨¢ los intercambios globales, pero bajo sus reglas. As¨ª son las negociaciones en tiempos de Trump.