Los papeles no bastan en Marruecos
La historia de subsaharianos regularizados muestra las dificultades de integraci¨®n y el persistente anhelo de llegar a Europa
Los Mercedes negros de las 165 delegaciones de Gobiernos que acudieron el lunes y el martes a Marraquech para adoptar el primer acuerdo global sobre migraciones atravesaron la ciudad sin cruzarse apenas con un subsahariano pidiendo en los sem¨¢foros. Los mendigos negros desaparecieron de sus cruces durante los d¨ªas de la conferencia mundial. Para preguntar d¨®nde se hab¨ªan metido, suger¨ªa el subsahariano Yuri, visitar el barrio de Saada.
Yury aterriz¨® hace 10 a?os a Marruecos desde la Rep¨²blica Centroafricana. Hace dos a?os fund¨® una asociaci¨®n de ayuda a desfavorecidos. ¡°Cuando llegu¨¦ a este pa¨ªs, apenas hab¨ªa migrantes sin papeles en Marraquech. El boom empez¨® en esta ciudad en 2016. Y ahora, la gran mayor¨ªa de los que conozco quieren emigrar a Europa, aunque tengan sus papeles en regla. Para ellos Marruecos es solo un trampol¨ªn hacia Europa¡±.
El Gobierno marroqu¨ª asegura haber regularizado desde 2014 en torno a 50.000 inmigrantes irregulares. El responsable de Inmigraci¨®n en el Ministerio de Inmigraci¨®n, Jalid Zeruali, mantiene que ¡°la inmensa mayor¨ªa respeta la hospitalidad de Marruecos¡± y solo una minor¨ªa insiste en emigrar. El pa¨ªs, sin embargo, se enfrenta a un ¨¦xodo r¨¦cord desde su territorio, una huida a la que tambi¨¦n se han sumado miles de marroqu¨ªes sin perspectiva ni empleo que arriesgan sus vidas para llegar a Europa. Hasta el 30 de noviembre, por mar y por tierra, 59.048 personas hab¨ªan entrado a Espa?a de forma irregular, seg¨²n datos del Ministerio del Interior espa?ol. La nacionalidad marroqu¨ª es la m¨¢s numerosa entre los reci¨¦n llegados, seg¨²n la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur)
En los alrededores de la mezquita de Saada es f¨¢cil ver grupos de migrantes subsaharianos. Hay cristianos y musulmanes, muchos desempleados y algunos que trabajan, regularizados y sin papeles. El marfile?o Gilles A. es uno de esos migrantes con papeles que esperan en el trampol¨ªn. El trampol¨ªn, en este caso, es una esquina del barrio desde la que miran con desconfianza a su alrededor. Gilles A. est¨¢ regularizado desde 2015 y ense?a su tarjeta de residencia. ¡°Esto no me sirve de nada. En cuanto pueda intento irme a Espa?a¡±.
Sin embargo, su amigo el congol¨¦s Papi Tinani, de 42 a?os, que no tiene papeles, no quiere irse a Europa. ¡°Yo ya estuve cuatro a?os en Francia y all¨ª la vida es mucho m¨¢s cara. Aqu¨ª, por 200 euros al mes vives en un apartamento. El problema es que no hay trabajo y que los marroqu¨ªes no te dan ning¨²n dinero si eres inmigrante, aunque reciban fondos de Europa por acogernos. Nosotros en el Congo hemos acogido a mucha gente que ven¨ªa de Togo. Les d¨¢bamos una paga al mes. Aqu¨ª no hay nada de eso¡±.
En Sadda tambi¨¦n hay estudiantes como Benedicte, de 22 a?os, que sali¨® del Congo para estudiar enfermer¨ªa y ha descubierto el racismo en Marruecos. "Durante las pr¨¢cticas los pacientes se han negado que les toque por ser negra. La primera vez me desestabiliz¨®, pero ahora ya me acostumbr¨¦¡±, lamenta.
Muchos de los habitantes de Sadaa acuden por la tarde a la plaza de Jemaa el Fnaa, la explanada del zoco, el lugar m¨¢s tur¨ªstico de la ciudad y tal vez de todo Marruecos. Unos venden gafas, otras hacen trenzas a las turistas, otros pasan las horas en los bancos aleda?os. Y ah¨ª est¨¢ el camerun¨¦s Mamadou, de 28 a?os. Tiene papeles y si las cosas le fuesen bien, tendr¨ªa su propia tienda de artesan¨ªa africana en el zoco, pero apenas consigue vender cuatro souvenirs a alg¨²n turista. No gana m¨¢s de cinco euros al d¨ªa y relata las dificultades para vender su mercanc¨ªa, conseguir licencias o alquilar locales. "Ese documento no ha cambiado nada mi vida. Mi familia me llama llorando para que les mande dinero. No puedo enviarles nada. Quiero cruzar el Mediterr¨¢neo como sea, mi tiempo pasa¡±.
A su lado camina por los laberintos del zoco, Tao Brayan, un joven menudo de 26 a?os. ?l es uno de esos migrantes que las delegaciones de los 165 pa¨ªses no vieron pedir limosna en los sem¨¢foros, aunque recurre a ello a menudo. Este joven camerun¨¦s ha intentado entrar tantas veces a Espa?a en patera, saltando la valla de Ceuta o en lo alto de un cami¨®n que ha perdido la cuenta. Duerme al raso en una estaci¨®n de autobuses esperando su pr¨®xima oportunidad, aunque en su Facebook, su escaparate para los que le vieron partir, le sit¨²a en Alemania y sus fotos, en una vida de ¨¦xito rodeado de mujeres.
Michael, v¨ªctima y beneficiario de una pol¨ªtica con dos caras
Michael, un camerun¨¦s de 27 a?os, representa las dos caras de una pol¨ªtica migratoria que acoge y expulsa al mismo tiempo. Marruecos aspira a ser un referente de acogida de emigrantes en ?frica y al mismo tiempo un socio fiable ante la Uni¨®n Europea en el control de la inmigraci¨®n ilegal. Marruecos es el pa¨ªs desde donde m¨¢s emigrantes han llegado a la Uni¨®n Europea este a?o.
Cuando intentaba, hace ocho meses, embarcarse en una patera en la costa de T¨¢nger le intercept¨® la polic¨ªa marroqu¨ª. ¡°Nos arrestaron. Nos pegaron con las porras y nos metieron en un autob¨²s. Sin agua y sin comida¡±, recuerda. Michael fue enviado a Tiznit, al sur del pa¨ªs, una ciudad a las puertas del S¨¢hara que ya se ha acostumbrado a ver desembarcar de autobuses a cientos de migrantes sacados a la fuerza de las ciudades del norte.
Los desplazamientos forzados (cerca de 7.000 apenas este verano, seg¨²n ONG) apenas retrasan el viaje. Tras algunos d¨ªas durmiendo en la calle, los migrantes vuelven a donde les expulsaron. Cuatros meses despu¨¦s, ya en Marraquech, regulariz¨® su situaci¨®n. ¡°No hay trabajo. Los marroqu¨ªes no quieren emplear a los negros¡±, lamenta. Michael duerme varios d¨ªas en la calle porque no tiene dinero para pagar una cama. ¡°Lo que quiero es ir a Espa?a. Mi vida se ir¨¢ intentando llegar a Europa. Tengo muchos planes all¨ª¡±.
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