Ejercicios de ¡®chaleco-amarillolog¨ªa¡¯ en el El¨ªseo
Emmanuel Macron se re¨²ne durante ocho horas con 64 intelectuales para buscar salidas a la crisis
El neologismo sali¨® ya avanzada la noche, a medio debate entre el presidente franc¨¦s Emmanuel Macron y 64 intelectuales. ¡°Estamos haciendo un ejercicio extraordinario de chaleco-amarillolog¨ªa¡±, dijo uno de los participantes, el soci¨®logo Julien Damon.
El hallazgo hizo sonre¨ªr al presidente. Quiz¨¢ era el mejor resumen de lo que estaba ocurriendo en aquel momento en el Palacio de El¨ªseo, sede de la presidencia de la Rep¨²blica. Algunas de las cabezas pensantes del pa¨ªs le daban vueltas y m¨¢s vueltas a la revuelta de las clases medias empobrecidas identificables por sus chalecos fluorescentes.
Una vez terminada la reuni¨®n, Damon, especialista en temas como la exclusi¨®n social o el urbanismo de los barrios de chabolas, comentaba por correo electr¨®nico: ¡°La palabra chaleco-amarillolog¨ªa se me ocurri¨® viendo a editorialistas e intelectuales, desde hace meses, diciendo en televisi¨®n: ¡®Los chalecos amarillos son esto¡¡¯, ¡®los chalecos amarillos son lo otro¡¡¯ Se ha convertido casi en una disciplina intelectual¡±.
Macron hab¨ªa convocado a los intelectuales ¡ªfil¨®sofos, historiadores, soci¨®logos, economistas, cient¨ªficos¡ª como ep¨ªlogo al gran debate nacional. Durante dos meses, desde mediados de enero, se han celebrado m¨¢s de 10.000 reuniones por todo el pa¨ªs. El presidente ha participado en una decena. Se trataba de dar la palabra a los franceses y en encauzar la insatisfacci¨®n popular.
Pero, cuando todo parec¨ªa en v¨ªas de soluci¨®n tras cuatro meses de protestas, el s¨¢bado los chalecos amarillos, mezclados con encapuchados, sembraron la destrucci¨®n en el centro de Par¨ªs. La reuni¨®n en el El¨ªseo comenz¨® mientras que a unos metros, en los Campos El¨ªseos, los destrozos del s¨¢bado segu¨ªan visibles, y el primer ministro, ?douard Philippe, anunciaba un refuerzo de la estrategia policial.
El ensayista Pascal Bruckner abri¨® el fuego denunciando "esta anarqu¨ªa creciente, que hace de Francia un pa¨ªs en un estado de casi guerra civil larvada, en el que el odio de todos contra cada uno parece triunfar¡±. La polit¨®loga Dominique Schnapper record¨® que ¡°la democracia es respetar las instituciones democr¨¢ticas y respetar el Estado de derecho¡± y lament¨® el regreso de "los mitos de la democracia total, directa, absoluta¡±. Schnapper alud¨ªa a la reclamaci¨®n, por parte de algunos chalecos amarillos, de m¨¢s democracia directa en un sistema que perciben como elitista y despegado de la Francia real.
¡°En Francia se ha desarrollado una ideolog¨ªa antintelectualista, contra la ciencia, contra los principios universales, contra nuestras instituciones de ense?anza, de informaci¨®n, de investigaci¨®n, de debate, incluidos los caf¨¦s¡±, dijo el fil¨®sofo Fr¨¦d¨¦ric Worms.
Ni en Francia, el pa¨ªs de la Ilustraci¨®n en el siglo XVIII, del Yo acuso de ?mile Zola, de las querellas entre Sartre y Camus, los intelectuales son lo que fueron. En la era de las redes sociales y las noticias falsas, la autoridad del que trabaja con su cabeza se ha visto mermada. Pero aqu¨ª el intelectual sigue manteniendo algo del prestigio pasado. El propio Macron, que siendo estudiante colabor¨® con el fil¨®sofo Paul Ricoeur, cultiva la imagen del rey-fil¨®sofo. Por eso era inconcebible que tarde o temprano, en el marco del gran debate nacional, no recabase su consejo.
Durante las ocho horas, entre las 18.30 del lunes y las 2.30 de la madrugada del martes, se habl¨® de casi todo en el palacio del El¨ªseo. De las desigualdades: "Hoy vivimos en un capitalismo casi de herederos, porque dos tercios del patrimonio en Francia es heredado, cuando era menos del 45% a principios de los a?os setenta", dijo el economista Daniel Cohen. O del medio ambiente: "Lo ideal es tener un proyecto com¨²n. Podr¨ªa haber sido la emancipaci¨®n, el crecimiento, la socialdemocracia", constat¨® la tambi¨¦n economista Claudia Senik. "La alternativa es un enemigo com¨²n. Puede ser el calentamiento clim¨¢tico".
Tambi¨¦n se habl¨® de la laicidad, de Argelia, de bio¨¦tica y de educaci¨®n. Y de los chalecos amarillos, claro. ¡°En las metr¨®polis, se crea comunidad. Uno es parisino. Incluso los pobres¡±, resumi¨® el soci¨®logo Jean Viard. ¡°Los otros son los hijos de proletarios que hace 50 a?os se compraron una casa en las zonas perif¨¦ricas. Son ellos los que se rebelan, los nuevos habitantes de los territorios rurales. Quisieron salir de los edificios de protecci¨®n oficial, abandonar las zonas mezcladas [¨¦tnicamente y socialmente], convertirse en propietarios, proseguir la promoci¨®n social que sus padres, que ven¨ªan del campo o del extranjero¡±.
Los dos coches y la casa con jard¨ªn eran s¨ªmbolos de un ¨¦xito social, pero la historia no acab¨® aqu¨ª. "A esta gente, de repente, les dicen: ¡®No val¨¦is nada, ten¨¦is que circular en bicicleta, ten¨¦is que ser ecologistas¡¯", explic¨® Viard. "Disculpe, se?or presidente, ya sabe que le aprecio, pero usted ha puesto sal en la herida¡±, le ech¨® en cara a Macron, antes de citar la rebaja de la velocidad m¨¢xima en carretera a 80 kil¨®metros por hora y el aumento de la tasa del di¨¦sel, detonantes de la revuelta. Y remach¨®: ¡°En el pa¨ªs partido en dos, usted ha puesto todos los elementos para que todos se quejen¡±
Un tratado de chaleco-amarillolog¨ªa. Macron no sonre¨ªa. Tomaba apuntes y escuchaba con atenci¨®n.
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